Una hora después.
Saciado, Sheng Yize tenía los ojos medio cerrados del placer, mientras An Xiaxia estaba acurrucada bajo el edredón, con los bordes de los ojos rojos. Estaba demasiado cansada hasta para hablar.
—Debilucha. Tienes que ir más al gimnasio —dijo él con toda tranquilidad.
Ella sintió ganas de tirarle una mesa.
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Pese a la situación con Luo Qianxi, en general, He Jiayu y Su Xiaomo tuvieron una boda perfecta. Cuando la ceremonia se terminó, se fueron a su luna de miel. Habían escogido Bali como su destino. Antes de que se fueran, An Xiaxia por fin tuvo la oportunidad de devolverle la burla a Su Xiaomo.
—El otro día me dijiste mujer casada, pero ahora tú también eres una, y también embarazada… Cuídate…
—Jum —Su Xiaomo resopló y frotó su vientre—. ¡Eres demasiado superficial para ver la aureola materna encima de mi cabeza!
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