—Buenos días —He Jiayu sonrió educadamente. Al ver el bollo de carne en la mano de Su Xiaomo, le preguntó amigablemente—: ¿Todavía no tomas desayuno?
El rostro de Su Xiaomo se volvió color escarlata al ver su sonrisa y ya no era capaz de encontrar el valor que había reunido para saludarlo. En vez de eso, sentía que las mariposas en su estómago saldrían disparadas por su boca.
—Am... Sí, no, todavía no... ¡Mmm! ¿Lo quieres? Toma... —puso el bollo en la mano de He Jiayu rápidamente y salió corriendo hasta desaparecer de vista.
He Jiayu suspiró sin poder hacer nada. Al ver el esponjoso bollo blanco en su mano, dudó si debía comerlo o no. Chi Yuanfeng fue el último en bajarse. Tomó el bollo de la mano de He Jiayu cuando iba pasando, le dio un mordisco y lo elogió.
—Guau, esto es bastante sabroso.
He Jiayu frunció el ceño un poco. Por alguna razón, lamentó no haberse comido el bollo.
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