Lonemoon echó un vistazo a los platos en la mesa, sus ojos se oscurecieron, pero no mostró ninguna intención de comer. —No es necesario. No vinimos aquí a comer.
—Sí, sí —asintió la persona y su sonrisa era aún más cuidadosa—. ¡Las piedras espirituales estarán listas pronto, muy pronto! —prometió, mirando con cuidado la expresión de Lonemoon y algo destelló en sus ojos. Con mucho cuidado, propuso—: El Mayor es una Supremacía de Formación del Alma, y su tiempo es precioso. No debería desperdiciar demasiado tiempo con nosotros, gente insignificante. ¿Había varios que le debían piedras espirituales, ¿Qué tal si… voy de parte de la Supremacía y le digo a todos que envíen las piedras espirituales acá?
Lonemoon le dio una mirada inexplicable, pero no contestó. Solo cuando el rostro de esa persona se puso más y más pálido, y comenzó a sudar frío, finalmente soltó una risa, asintió y dijo:
—¡Bien!
La persona pareció aliviada.
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