Tang Xiu colgó con una expresión que era como la escarcha del solsticio de diciembre, pero tenía una profunda preocupación en sus ojos. En numerosas ocasiones se había convencido a sí mismo de que él y Han Qingwu... o más bien, Xue Qingcheng ya no tenían ninguna relación. En todo caso, el vínculo entre ellos era solo odio entre enemigos.
Sin embargo, nunca se dio cuenta de que independientemente de la Xue Qingcheng en el Mundo Inmortal, o de la ahora Han Qingwu en la Tierra, ambas lo habían estado afectando todo este tiempo.
—Compraré un boleto en el próximo vuelo de regreso a Shanghai.
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