Dentro de un pequeño edificio de dos pisos, Gesangjor, que vestía un suéter, estaba parado frente a la ventana con los brazos atrás suyo. Sus ojos no tenían foco y evidentemente pensaba profundamente sobre algo. Detrás suyo, ancianos malhumorados miraban hacia abajo con ojos sobre sus narices y los pensamientos en sus corazones justo como si fueran estatuas.
—Necesito una respuesta —dijo Gesangjor en un tono solemne después de girar de repente y fijar su vista en los dos ancianos.
Uno de los anciano levantó lentamente la cabeza, parpadeó y dijo: —Esto no es nada sino una apuesta arriesgada. Ganar y nuestra Secta Veneno tendrá infinitas ventajas. Perder y estaremos más allá de la redención. Eres el Maestro de nuestra Secta Veneno, y seguiremos cada decisión que hagas.
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