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In the battle

Ahora él es quien me había alejado. Lo considere un rechazo y no quise que se me notará que eso me había dolido un poco.

Sentí como mis labios se habían hinchado por ser correspondida. Pero fue una ilusión, sabía que nadie me correspondería al tener la cara de esa manera.

Ivanhoe se fue y yo no pude evitar reírme de la situación, a su vez un rosario de agua se estaba cayendo en mi rostro.

Estaba en la barra del antro en la noche, no me apetecía tener que atender mesas y tratar de esquivar a los borrachos que me consideraba que acostarse conmigo estaban haciéndome un favor. Además hay que contar que Baquo no iba a dejarme ha atender las mesas.

El nuevo encuentro se dió y cuando yo dirigí una mirada hacia el ring. Ví que un hombre del tamaño de una grúa se había presentado a pelear.

Su cuerpo estaba lleno de cicatrices y su piel estaba pálida. Tenía un pelo algo largo y grasiento. Sus ojos grises como las tormentas de otoño estaban mirando a su oponente. Sus labios eran finos, su mandíbula demasiado cuadrada para considerarlo guapo.

Pero sentí algo muy adentro mío. Un poderoso magnetismo que amenazaba con dejarme calcinada.

Sus ojos miraban fijamente a su presa y sonrió, mostrando sus descomunales dientes. Afilados como si fueran serruchos, de un blanco nacarado y mate, no brillaban.

No sé por qué, pero caminé hacia el borde del cuadrilátero, como si él me hubiera maldecido.

Noté que su mandíbula se había tensionado y luego con la mirada busca lo que lo había molestado.

Ví como fijaba sus ojos en mí y sentí como una conexión que destruía todo mi ser y me dejaba vacía.

Tenía que escapar. No podía estar intrigada por él. Pero mis piernas no se movieron, se quedaron dónde estaban.

Él se acercó y note como sus pupilas se habían contraído.

Sonó el ring y rompió la conexión.

Él estaba ganando, logré alejarme cuando unas tijeras invisibles cortaron el hilo que me mantenía pegada cerca del cuadrilátero.

Mi tío me mira sorprendido por el interés en un peleador de artes marciales mixtas. No le pareció raro, lo que le llamó la atención era que había estado llorando al regresar, como si hubiera perdido una parte de mí misma.

Sentí que el cuello de la musculosa me estaba dejando sin aire y apenas podía respirar. La vista se me empañaba.

Baquo dejo que me retirará pronto.

No volví a ver a ese luchador con temor que me afectara demás.

Iba sintiéndome mejor cada vez que me alejaba. Aún sentía un profundo pesar.

Antes de llegar a casa, se largó a llover por lo que tuve que ponerme a correr. Estaba por llegar cuando ví que al frente mío estaba parado el luchador, quién no le importaba mojarse a causa de la lluvia.

Se quedó ahí mirándome y analizándome.

Se acerca de manera cautelosa, como un depredador que estuviera jugando con su presa. Se prepara para dar un golpe y yo por instinto lo esquive. Doble el cuerpo y estaba por darle una cachetada, cuando su mano gigante agarra a mi delgado brazo. Sentí electricidad.

Le di una patada en uno de sus costados y él me agarra la pierna para inmovilizarme.

Lo miré a la cara y sentí un calor intenso, como si estuviera despertando después de haber dormido. Estaba por recuperar algo que había perdido.

Salté con la otra pierna y lo rodeé su cintura.

Estaba excitada por primera vez después de hace mucho tiempo y él acaricia mi trasero, estremeciéndome.

Mis ojos estaban por nublarse y es cuando la lujuria me invadió. Comencé a frotarme y él me suelta para saborearme.

Nuestros cuerpos volvían a ser uno y no me importaba entregarme a él. Nuestra conexión era poderosa y era inútil pelear contra ella.

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