—¡Dangos rojos a la venta, tres de plata cada uno! ¡Cómprelos frescos!
—¡Vendo paquetes preparatorios, dos por doce de plata!
—¡Adquiera una hierba muric, está a veinte de plata, pero potenciará tu poder mental!
Dorian se sumergió en los gritos y exclamaciones de la concurrida calle por la que caminaba, asimilando todo. Mantuvo la guardia alta mientras se movía, inspeccionando en secreto sus alrededores.
Un camino liso, gris y empedrado se extendía a su alrededor. Las tiendas en esta calle eran todas animadas y coloridas, con ventanas de vidrio transparente y letreros brillantes debajo de los techos de tejas azules o verdes. Había cierto eco festivo en el aire de la música en vivo que era tocada en la calle, revoloteando en el fondo mientras cientos de transeúntes se movían por el camino.
Caminaban por allí humanos, sombras, Aeth, una verdadera plétora de especies humanoides, vestidos con una amplia variedad de ropas.
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