A pesar de que la espada pesada en las manos de Lucien no parecía sofisticada, su diseño era solemne y sagrado. No obstante, el aspecto y el valor no fueron la razón que hizo que el cuerpo y la voz de Leo temblaran ligeramente.
—Así es. La espada se llama Purificadora, y su último dueño fue Ivanovszki. Acabé con él — Lucien asintió con la cabeza. Cuando dijo aquello, había una sonrisa tranquila en su rostro.
Lucien no estaba preocupado por la posibilidad de que alguien descubriera que él también sabía sobre la existencia del Mundo de las Almas, después de todo, nadie podía decir que, en lugar de perseguir a Lucien para matarlo, Ivanovszki estaba huyendo por su propia vida en dirección el pozo de la mina.
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