Cuando los trozos de carne podrida y extremidades cubriendo a Hunt fueron quemados hasta las cenizas, la apariencia original del hombre fue revelada. Le faltaban ambas piernas y un brazo, pero sus ojos se veían nuevamente como los de un ser humano.
Gimiendo, Hunt estaba reptando hacia Kaelyn, arrastrando lo que quedaba de su cuerpo, con algunas partes de este aún en llamas.
Lucien sacó un tubo de ensayo lleno de cenizas blancas, se lo entregó a Kaelyn, y luego la acercó a su esposo.
—Esto es... —el corazón de Kaelyn se detuvo un instante. Sorprendentemente, las cenizas en el pequeño tubo de ensayo le resultaban familiares, y lágrimas empezaron a fluir por sus mejillas.
—¿Esa es... Mary? —la voz de Hunt tembló debido al dolor y al shock—. Kaelyn... Es Mary... Nuestra hija...
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