El sujeto que derribó la puerta encontró la cabaña vacía y lo reportó al hombre de aspecto común, Jackson.
—Desperdiciamos algo de tiempo, pero aún no debería ser tarde —sonrió.
—Mag y Andre serán un par de inútiles, pero al menos nos proporcionaron buena información.
Los demás sabían lo que le pasó al tipo grande. Cuando Jackson mencionó a Mag, sintieron de alguna forma una brisa fría pasar entre sus piernas. Andre soltó una risa avergonzada. Aun así, estaba contento de no haber tenido que reposar en cama por al menos una semana.
—Andre, ve tú. Revisa si hay algo en esta pocilga.
Varios minutos después, este salió con un manojo de objetos pequeños.
—Solo algo de basura, Jackson.
«Haa...» Lucien lamentó no haber escondido esas cosas en algún otro lugar. Resultaba muy fácil adivinar de dónde las sacó. Si la pandilla de Aaron tomaba el control del vertedero, sería el fin de su sueño de convertirse en un hombre rico.
—Basura... —Los labios de Jackson formaron una sonrisa.
—Un chiquillo bastante inteligente. Encontró el Oricalco en el vertedero. Basura del palacio, áreas nobles, la Asociación de Músicos, la Unión de Mercenarios... Todo va al vertedero al lado del río. Son cosas inútiles para la gente rica, pero no para nosotros...
Su suposición era correcta.
—¡Gracias al chico, encontramos una nueva forma de hacer dinero! —Jugando con un pedazo de metal, dio una orden con su sonrisa emblemática:
—Destrocen todas sus cosas. Quédense el dinero. ¡El que encuentre al muchacho será recompensado!
Jackson no se molestó en enviar a sus hombres en búsqueda de Lucien. Ellos también tenían muchas cosas que hacer. El tiempo era demasiado valioso para ser desperdiciado en un don nadie como él.
Vitoreando ruidosamente, los sujetos entraron en su pequeña cabaña y empezaron a romper sus cosas.
Apretando los puños y rechinando los dientes, Lucien pudo saber a partir del ruido que su mesa, seguida por su cacerola de arcilla, fueron hechos trizas. A pesar de eso, sabía que no podría hacer nada contra los pandilleros con su poder actual. Ellos lo matarían a golpes; él no quería una muerte así.
La ley no lo ayudaría, a las personas que se encargaban de ella no les importaría.
«Si la bruja no hubiera ido al cementerio, nadie la habría descubierto.» La mente de Lucien empezó a reflexionar cuando el ruido de fondo se esfumó.
«Si me convierto en un hechicero, podré protegerme a mí mismo... No busco mucho. Luego de aprender magia, solamente necesitaré encontrar un lugar para vivir.
Necesito... Sí, no tengo alternativa. Aprender magia es peligroso, pero ser débil no es mejor.»
Sus pensamientos atrapados empezaron a salir a la superficie, como si hubieran sido invocados por las malvadas acciones a su alrededor.
El grito de Alisa lo sacó de su ensimismamiento.
—¡Malditos bastardos! ¿¡Qué demonios están haciendo!?
Mientras hacía las tareas del hogar, ella escuchó el alboroto que provenía del hogar de Lucien.
Intentando detenerlos, gritó y se acercó a los pandilleros mientras agitaba su larga cuchara.
—Llévensela de aquí—dijo Jackson.
Dos violentos hombres se arremangaron y caminaron hacia la Tía Alisa. Sin embargo, ambos subestimaron a la ama de casa parada en frente de ellos. Ella golpeó a uno directamente en la frente con su cuchara de madera.
—¡Auch! —Ante el ataque inesperado, el sujeto gritó de dolor.
No obstante, más hombres se acercaron. Aunque Alisa era alta y robusta, de todas formas, era una mujer. Recibió un fuerte puñetazo en el hombro, y su cuchara cayó al suelo. Ella soltó un quejido de dolor, pero ni siquiera se movió.
—¡Desgraciados! ¡Paren! ¡Los inspectores ya vienen!
Escondido detrás de un muro mientras observaba todo esto, la mente de Lucien estaba llena de tormento y sufrimiento.
«Lucien, ¿¡eres un hombre!?»
A pesar de haber conocido a Tía Alisa hace un buen tiempo, él no tenía un vínculo muy fuerte con ella ni con su esposo Joel. Pero, en ese momento, cuando la vio ser golpeada por su culpa, supo que era totalmente inaceptable esconderse detrás de una mujer y dejar que esta pelee por él.
«¡Mierda!» Apretando el puño, le dio un breve vistazo a su cabaña y saltó a la vista.
Su objetivo era Jackson, quien estaba allí parado, solo.
Lucien se lanzó hacia él con toda su fuerza. Quedando completamente sorprendido, Jackson fue derribado de un momento a otro. Ambos forcejearon en el suelo, y Lucien intentó agarrar con fuerza las manos de Jackson usando su mano derecha, para evitar que tome una daga, en caso de tenerla. Mientras tanto, su mano derecha estaba intentando alcanzar la garganta de Jackson. Él necesitaba capturar al líder para tener control sobre toda la situación.
Sin embargo, Jackson no carecía de experiencia; él también se esforzó en pelear. Mientras daban vueltas en el suelo, no le dio oportunidad a Lucien de agarrar su cuello. Al mismo tiempo, lo golpeó repetidas veces en el tórax con el codo.
Debido a la falta de espacio, los golpes de Jackson no eran muy fuertes. Sin embargo, a Lucien le parecían insoportables. Haciendo una mueca de dolor, se mantuvo firme. Casi la alcanzaba. Tocó la garganta de Jackson.
Súbitamente, recibió un fuerte puñetazo en el estómago. Fue estrellado contra el suelo por los hombres de Jackson.
Antes de poder levantarse, puñetazos y patadas empezaron a llover sobre su cuerpo. Él empezó a rodar en el suelo debido al inmenso dolor, como si fuera un perro callejero. Apenas pudo cubrir sus partes vitales.
La mente de Lucien empezó a divagar nuevamente. Todo parecía irreal y estaba difuminándose, como en una película. La voz en llanto de Tía Alisa parecía venir de otro mundo: «¡Deténganse! Deténganse...»
En ese momento, Lucien tomó una decisión.
Cueste lo que cueste, él debe volverse fuerte.
Jackson estaba parado al lado, viendo a Lucien girar de lado a lado en el suelo. Lo pisó con fuerza y detuvo a sus hombres.
—Su amigo es un escudero. No nos busquemos problemas.
A pesar de que se rumoreaba que Rosan Aaron tenía conexiones con un alto noble, una pandilla de todas formas debía ser relativamente "disciplinada", o sería eliminada por la iglesia o la nobleza rápidamente.
Lucien estaba tirado en el suelo, con sangre saliendo de su nariz y boca. Jackson le sonrió.
—En realidad, yo respeto tu valentía e inteligencia. De verdad lo hago. Pero, mi muchacho, no seas demasiado codicioso. Espero que entiendas qué es tuyo y qué no.
—Sí—respondió simplemente con una voz ronca.
Aquella respuesta parecía algo rara para venir de Lucien, pero Jackson no le dio mucha importancia. Él y sus hombres se retiraron, triunfantes, con las pertenencias de Lucien y cuarenta y cinco Fells.