Lu Zhaoyang vio su mirada de preocupación por ella y solo pudo sonreírle.
—No estoy acostumbrada al nuevo ambiente.
—¿Deberíamos cambiar a otro lugar, entonces?
—No es necesario. Vayamos a Provenza y probemos un poco de vino tinto. Estoy segura de que me ayudará a dormir.
Contestó tranquilamente y bajó las escaleras.
Huo Chen la siguió. Vio a través de su mente e imaginó que ella aún debería estar en el proceso de aceptar su nueva libertad.
A él no le importaba. El tiempo era la mejor medicina. Poco a poco se olvidaría de su infeliz pasado y se convertiría en la vivaz y optimista Lu Zhaoyang.
El viaje en tren a Provenza duró tres horas.
Lu Zhaoyang apoyó su barbilla en su mano y estudió el paisaje que se alejaba hacia el exterior. Por un momento, olvidó que había dejado la ciudad.
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