Lu masticó y dejó que el sabor dulce de las gambas llenara su paladar. Su hombre era tan atento como siempre, era como si el tiempo no hubiese pasado.
Ellos solían tener un futuro y una base sólida para tomarse de las manos.
¡Bueno, ahora no más!
El solo pensarlo hacía que el corazón le doliera aún más.
Su visión se volvió borrosa, mientras que las lágrimas le llenaban los ojos. Era tan mordaz como su tóxica familia, pero debía tragarlo como su orgullo.
Fue ese peculiar calor que acosó sus orejas, lo que causó que su cuerpo se tensara.
—Ya veo.—Era Huo Yunting, susurrando con una sonrisa—. Mi tío te conoce bastante bien.
No hubo respuesta por parte de su mujer, solo algunos vagos ruidos que provenían de sus nudillos sosteniendo los palillos.
«Oh wow, toda esa furia solo por las pocas palabras que murmuré».
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