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Capítulo 30 – Deseo que sufran

Editor: Nyoi-Bo Studio

—¿Acaso no lo estás deseando?

Su Qianci vio con claridad el cambio en la expresión de la señora Su, pero fingió no darse cuenta y sonrió.

—Puedo divorciarme de Li Sicheng. Puedes dejar que mi prima se case con él, decir que es la hija biológica de mi madre, usarla para averiguar el secreto de la familia Li y luego quedarte con todas sus propiedades. ¿No es el plan perfecto?

Cuanto más escuchaba, más factible le parecía el plan a Su Zhengguo, aunque también notó que algo no iba bien. Al girar la cabeza, vio que su mujer lo miraba fijamente. Amenzante, miró al frente y golpeó la mesa.

—¿De qué estás hablando? ¿Cómo va a ser eso posible?

Su Zhengguo empalideció mientras gritaba y fijaba los ojos en una figura detrás de Su Qianci.

Su Qianci se dio la vuelta y fingió estar sorprendida. Con rapidez inclinó la cabeza como si la hubieran descubierto. Sin embargo, ella sabía que Li Sicheng llevaba un rato detrás de ella y lo dijo todo a propósito.

¿Acaso no planeaban hacerlo de todas formas? Solo estaba mencionándolo antes de tiempo.

En realidad, era probable que Su Qianci estaba salvando a la familia Su. En su anterior vida, habían acabado en bancarrota y viviendo en la calle. No obstante, la familia Su no podía saberlo y en este momento odiaban a Su Qianci.

Su Zhengguo se quejaba para sí. Cuando estaba a punto de explicarse, la sirvienta interrumpió:

—Señor, señora, la comida ya está lista.

—Por fin. Vamos a comer —dijo Su Zhengguo rápido.

¿Comer? ¿Cómo podía pensar él en tener apetito? Su Qianci estaba satisfecha. Su tío era muy hipócrita. Li Sicheng notó la alegría de Su Qianci y de pronto cayó en la cuenta. Sin decir nada, caminó lentamente hacia la mesa con frialdad.

Todos temblaban durante la comida, a excepción de Su Qianci y Li Sicheng. Tratando de ser un buen anfitrión, Su Zhengguo se estaba poniendo muy nervioso. No sabía cuánto habría oído Li Sicheng de su conversación. Si solo había oído las palabras de Su Qianci, no había problema. Su Zhengguo podía aclarar que eran solo especulaciones suyas. Sin embargo, si había oído lo que toda la familia había dicho, todo quedaba en manos de Li Sicheng.

Preocupado, a Su Zhengguo le parecía que el almuerzo estaba durando un siglo. Después de más de media hora, por fin Li Sicheng dejó sus palillos sobre la mesa. Aliviado, Su Zhengguo hizo lo mismo, preparado para despedirse.

Sin embargo, alguien tenía sus propios planes. Sujetando sus palillos y comiendo muy lento, Su Qianci estaba tan despreocupada que parecía estar en otro planeta.

Reprendiendo a su sobrina por dentro, Su Zhengguo se preguntaba si ella tenía idea de lo que había hecho. No obstante, no tenían ni idea de que Su Qianci quería verlos sufrir.

Su Shanna no pudo soportarlo más y preguntó:

—¿Has terminado o no? El señor Li ya ha acabado. ¡Lo estás alargando a propósito!

Su Qianci la miró, huraña, y susurró:

—Pero aún no he comido lo suficiente.

Su Qianci parecía una niña maltratada que no había sido alimentada en mucho tiempo.

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