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Capítulo 29: Trasfondo

Editor: Nyoi-Bo Studio

La situación se volvió caótica en un instante.

Como dicen, un compañero idiota hace más daño que un enemigo poderoso.

Desde la perspectiva de Rhode, estos atacantes eran como carne de cañón. Incluso si fuera una batalla de 1 contra 4, estaría seguro de poder ganar. Pero Ben y sus guardias no tenían la experiencia ni la capacidad para lidiar con el ataque sorpresa. Los otros dos guardias gritaban y agitaban sus espadas hacia los hombres vestidos de negro, enredándose con ellos en una pelea cuerpo a cuerpo. Francamente, la presencia de los guardias hacía que la situación fuera un poco más difícil para Rhode.

Pero al final, igual no era un problema para él.

¡Sss!

Su blanca espada brilló en el cielo nocturno. Rhode activó su Destello de Sombras y atacó a un hombre de negro que estaba cerca de él. Volteó su espada y la movió en un arco hacia abajo. Una fuente de sangre salió del cuello del hombre de negro, y el cuerpo pronto cayó al suelo sin hacer ruido.

Para cuando el cadáver tocó el suelo, Rhode ya se había retirado. Estiró su mano izquierda y una tarjeta verde apareció en su palma. Luego Rhode apretó el puño y rompió la tarjeta.

¡¡———!!

Un gorjeo resonó en el bosque, seguido de unos rayos de luz verde que iluminaron el cielo nocturno. Se transformaron en un solo rayo y este voló hacia adelante.

Los hombres no esperaban que Rhode los matara sin pensarlo dos veces. Cuando el rayo de luz pasó junto a ellos, inconscientemente se quedaron aturdidos por un momento, pero antes de que pudieran reaccionar, una violenta tormenta los envolvió, seguida de un silbido.

—¡Eh!

—¡Ahhh!

Las cuatro víctimas que habían quedado atrapadas en la tormenta gritaban de horror. Se tambalearon y tuvieron que separarse en dos lados. Rhode no perdió el tiempo. Se transformó en una sombra y se abalanzó para matarlos.

En comparación con los ladrones, montaraces o espías, la habilidad de sigilo de Rhode no podía considerarse de primera categoría, pero sí era más que suficiente para enfrentar enemigos de este nivel. Sus víctimas no tuvieron suerte. En el momento en que cesó la furiosa tormenta, tres hombres de negro ya habían caído al suelo, muertos. Sin confirmar sus bajas, la sombra de Rhode brilló repentinamente y apareció ante los guardias.

Rhode agitó la mano.

—No pierdan tiempo aquí. Vayan a proteger el carruaje.

—¡Ah, sí!

Después de que Rhode se lo dijera, Ben recordó su propósito en este viaje y rápidamente les indicó a sus hombres que corrieran de regreso al carruaje.

Cuando los guardias salieron corriendo, Rhode finalmente sintió el movimiento de la sombra que estaba en la retaguardia.

-

Esta era la mejor oportunidad para Orlando.

Después de desplegar a sus subordinados, Orlando se había preparado para moverse pero nunca imaginó que la fuerza de Rhode superara otra vez sus expectativas. Ni siquiera cuatro espadachines de nivel 10 pudieron soportar sus ataques. Afortunadamente, igual habían jugado su rol y ahora, ¡era el momento de que él subiera al escenario!

Cuando Rhode mató a los tres hombres, Orlando ya había salido de los arbustos y corrido hacia el carruaje. Después de observar la batalla anterior, al fin había podido comprender la fuerza de su oponente. Aparte del joven espadachín, los otros tres guardias eran unos inútiles, tal como él soscpechaba. La clérigo no era una novata, pero en última instancia seguía sin ser una profesión de combate. Mientras fuera lo suficientemente rápido, podría secuestrar a la Srta. Helen y usarla como rehén para cambiar el flujo de la batalla.

—¿¡Quién anda ahí!? —Al ser un ladrón que casi estaba en el nivel avanzado, la velocidad de Orlando no era baja. Además de los agudos sentidos de Rhode, la única otra persona que lo pudo notar fue Lize. Rápidamente se lanzó un escudo a sí misma por instinto, pero ella no era el objetivo de Orlando, así que este pasó de largo y se acercó al carruaje.

—¡Ayuda! —En un instante, el grito de Helen sonó desde el carruaje.

Helen ya llevaba tiempo despierta cuando la batalla comenzó, pero no conocía la situación que había afuera. Lize solo le había recordado que cerrara la puerta con llave y se escondiera dentro sin hacer ruido. Por eso Helen se agachó en un rincón del carruaje y se tapó los oídos. Cuando la batalla comenzó, el ruido de las armas, los agonizantes gritos y las voces de ira, la asustaron. Hay que recordar que era la primera vez que se enfrentaba a este tipo de situaciones, y que el hecho de estar encerrada en un carruaje sin poder ver sus alrededores solo empeoraba su confusión, lo que eventualmente le provocó más miedo.

De repente y sin ninguna advertencia, una sombra apareció en el carruaje y ella no pudo ahogar un grito de terror. Pero antes de que pudiera reaccionar, el hombre ya había cubierto su boca y la había sacado del carruaje.

En ese momento, Rhode ya les había dicho a los demás que lo rodearan.

—¡No se acerquen! —Orlando habló en voz baja mientras sacaba su daga y la ponía contra el cuello de Helen.

Su brazo izquierdo agarraba con fuerza la cintura de Helen y él miraba a Rhode vigilantemente. Después de percatarse de que había sido tomada como rehén, el miedo de Helen la hizo entrar lentamente en shock, por lo que solo pudo permanecer rígida como una estatua.

—¡Suelta a la señorita! —Cuando vieron que la habían capturado, Ben y los otros dos guardias entendieron que habían cometido un grave error. Si antes no hubieran corrido tontamente a atacar, ¿cómo podría la señorita haber sido tomada como rehén tan fácilmente? Ahora que la vida de Helen estaba a merced del enemigo, ¿qué debían hacer?

—Mmm…—Cuando vio que la multitud finalmente había dejado de avanzar, la presión que había en el corazón de Orlando disminuyó un poco. Luego avanzaría al siguiente paso de su plan. Mientras tuviera a Helen como rehén, podría escapar fácilmente al bosque y perder a estos tipos. Pero…

Había un problema.

«Condenada gorda. Es demasiado pesada. ¿Cuántos kilos pesa en realidad? ¿No se suponía que las damas nobles y ricas eran delgadas y ligeras? Se supone que deben parecerse a esa clérigo de allí. ¿Cómo puede esta Helen parecer un cerdo? Es realmente difícil cargarla. ¿Seguro que es la hija de la familia Keller?»

Después de arrastrarla un poco, Orlando pensó un poco en rendirse. Nunca había pensado que puediera pesar tanto. Cuando recibió la misión de capturar a la hija de la familia Keller, no le dio mucha importancia. Se suponía que sería la típica hija y débil de una familia rica.

Pero al final, las cosas no siempre salían según lo planeado. De hecho, cuando la sacó a rastras del carruaje, ya sentía que algo andaba mal. Lo que había en su brazo, eso que había estado agarrando... ¡no era un humano!

¡Era un maldito ladrillo!

—¡S-Sálvame! ¡Ben, bastardo! ¿¡Qué estás haciendo allí!? ¡Rápido, ven y sálvame! —En ese momento, Helen salió de su estupor, y comenzó a reaccionar y a pedir ayuda. Pero antes de que pudiera terminar su oración, sintió una fría daga de acero en su cuello.

—¡Cállate, gorda! ¡O te quitaré la vida! —espetó Orlando, enojado.

Helen de inmediato cerró la boca en pánico cuando escuchó esas amenazadoras palabras. Toda su presión y estrés parecían haber subido a su rostro hinchado, y ver cómo sus redondos ojos empezaban a llorar, de alguna forma era bastante interesante.

—¡Q-Q-Querido señor! —Ben estaba extremadamente tenso. Se acercó corriendo a Rhode y le rogó socorro—. Por favor ayúdeme. ¡Por favor rescate a la señorita! La señorita Helen es la última descendiente de la familia Keller, si ella muriera...

Rhode agitó la mano y le indicó que se detuviera. En cuanto a las siguientes palabras de Ben, Rhode ya sabía lo que estaba insinuando.

Ben vio esto como un gesto de negación, y empezó a romperse la cabeza rogándole a Rhode.

Orlando no entendió el significado del gesto de Rhode, pero al momento siguiente, una luz verde lo atravesó.

«¡Esto es malo!». Fue lo primero que pensó Orlando cuando intentó esquivarlo, pero al siguiente instante sintió cómo una fuerza invisible chocaba contra Helen, que estaba a su lado. Ella, por reflejo, se dobló hacia abajo del dolor.

—¡Ahhh! —Bajo las órdenes de Rhode, el Ave Espiritual colisionó contra Helen. Aunque el golpe no había sido muy fuerte, definitivamente tampoco había sido suave. Justo ahora estaba sufriendo un terrible dolor y, por momentos, no pensaba en la daga mientras se doblaba inconscientemente.

Los ojos de Orlando siguieron su movimiento y eso lo asustó por un momento. Después de todo, su contrato no era matarla. La orden de arriba era capturarla viva. Lo que le sorprendió aún más fue que Rhode no había dudado en hacerlo, como si no le preocupara su muerte.

Reaccionó al reflejo de Helen moviendo su daga para que la hoja no la matara. Después hizo otro movimiento para poner la daga en su cuello de nuevo.

Pero no pudo lograr su objetivo.

Una barrera dorada y débil apareció repentinamente, y bloqueó el ataque de Orlando.

«¿¡Escudo Protector!?». Orlando hizo una mueca, levantó la cabeza y vio a la clérigo. Su frente se empapó de sudor porque sabía que estaba en problemas.

Y en este momento, Rhode hizo su jugada.

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