Viendo su expresión, la voz de Li Lei era gentil mientras decía: —Estoy aquí.
Con esas dos palabras, extrañamente ella recuperó su paz mental. Repentinamente, Xia Ling ya no sentía tanto miedo. Él había hecho tantas cosas por ella e incluso estaba dispuesto a perder su vida por ella. ¿Qué más podría hacer? En cuanto a las sombras de su pasado, era hora de que ella las superara. Lentamente, ella cerró los ojos.
Ella entró en un mundo de obscuridad. El mundo fuera de la ventana del auto también era obscuro. Ese tipo de obscuridad la hacía sentirse ansiosa. En ese momento, la voz de Li Lei sonó a tiempo.
—Déjame cantarte una canción. ¿Qué quieres escuchar?
La voz familiar la calmó. Aunque ella seguía nerviosa, la obscuridad ya no era tan insoportable.
—¿Tú sabes cantar? —preguntó ella, desviando la atención hacia él— ¿Qué puedes cantar?
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