Las lágrimas secas y los pequeños hipos estaban desapareciendo a medida que pasaba el tiempo, dejando a Vivian tranquila en los brazos de Leo.
—Lo siento —se oyó en un susurro la voz de Vivian.
—¿Por qué? —preguntó Leonard, suponiendo que la vasija no fue lo que la hizo quebrar en llanto. La forma en la que ella se agarraba las manos en el pecho le hizo pensar si se había hecho daño. Tomó su mano y recorrió la palma con sus dedos antes de mirarla, cosa que ella ya estaba haciendo.
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