Yu Yuehan se quedó viendo su pequeña cara, que estaba hinchada de la rabia, y luego de algunos segundos, finalmente pareció haberse dado cuenta de algo.
Él se volteó para ver a la enfermera que estaba a su lado.
Recién le había quitado el vendaje cuando la enfermera levantó la cabeza para recordarle con gentileza: —Puede doler un poco cuando le coloque la medicina. Voy a tratar de hacerlo suavemente, pero si de verdad le duele, me lo puede decir.
Desde el punto de vista de Nian Xiaomu, la mirada de ella era tan gentil que el agua podría salir de sus ojos en cualquier momento.
Ella justo estaba a punto de marcharse cuando Yu Yuehan la detuvo.
—Nian Xiaomu, me duele la mano.
—…
Ella se detuvo y se volteó para ver.
La enfermera acababa de empapar un hisopo de algodón con medicamento y ni siquiera había llegado a aplicarlo sobre su brazo. ¿Por qué le dolería la mano?
Obviamente, la enfermera estaba asombrada por causa de él.
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