—Si mal no recuerdo, Shangxin en persona vino a la Corporación Yu para firmar el contrato de promoción. Si el presidente Tang quería a Shangxin como representante para su compañía, debería contactarla a ella en vez de a mí—tamborileando con sus largas uñas en la mesa, un calmado rayo de luz pasó por el rostro de Yu Yuehan.
Por la curva en la comisura de su boca, no se podía saber si estaba riendo o no.
—…
La persona del otro lado de la línea quedó en silencio en un instante.
Sólo una respiración ahogada podía ser escuchada por el teléfono.
Yu Yuehan alzó las cejas y preguntó: —¿Descargaste tu rabia en mí porque sabías que no serías capaz de convencer a Shangxin?
La única persona con éste tipo de carácter era indudablemente éste amigo suyo.
—Esa mujer, Nian algo, ha logrado convencer a Shangxin. ¿Te atreves a decir que no contribuiste de ninguna manera? —Tang Yuansi apretó los dientes en respuesta.
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