Parada sobre las calles rotas, la viejita de cabello blanco, Tía Nieve, habló:
—Maestro Ji Ning, si Río He te ha ofendido, merece la muerte. Pero considerando que es aún muy joven, ¿no se le podría perdonar?
En las grandes tribus, cuando sucedía algún enfrentamiento o batalla entre los grupos era posible que una persona importante fuera disculpada a cambio de una recompensa o rescate. Ning se limitó a mirarla fijamente sin decir una sola palabra, lo que bastó para que Tía Nieve entendiera el mensaje: la decisión del chico no iba a cambiar.
—¿Qué está pasando? ¿Por qué destruyeron las puertas?
—¿Qué está pasando en la Tribu de la Ribera?
—Mira, un grupo de guardias está rodeando a ese sujeto, debe ser alguien importante dentro del clan.
Un grupo de extranjeros que habían entrado en la ciudad comenzaron a cuchichear y a rodearlos. Al percibir la situación, Tía Nieve gritó de inmediato:
—¡Que esos metiches se vayan!
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