En el centro del campo de batalla estaba Siegfried, el guerrero de alto rango, y el comandante ogro de dos cabezas.
El cuerpo de Siegfried ahora estaba empapado de sangre y su caballo de guerra había desaparecido mucho antes. En ese momento, tenía una inmensa herida en el muslo y sólo podía usar su espada larga blanca plata como una muleta para mantenerse erguido.
Frente a él estaba el ogro de dos cabezas que, si bien parecía algo agitado, no tenía grandes heridas. Resultaba obvio sólo con el movimiento jadeante de su pecho que había agotado una gran parte de su energía e incluso quizás había sufrido heridas internas.
Algunos chamanes que estaban cerca los rodearon junto con los guerreros normales. Evidentemente, ya se había decidido al vencedor. A menos que recibiera algo de ayuda o usara un pergamino mágico poderoso, el futuro de ese guerrero de alto rango sería desolador.
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