La charla de Bai Gu y Lin Huang duró hasta el mediodía. Además del pasado de la tribu, Bai Gu también le contó muchas historias interesantes sobre la gente. Como cortesía, Lin Huang no lo interrumpió y escuchó pacientemente. La conversación sólo llegó a su fin cuando Bai Gu se dio cuenta de la hora.
—Lo siento. Sabes que la gente mayor es habladora y se deja llevar fácilmente. Perdón por quitarte tanto tiempo.
—Está bien. Mucho de lo que compartiste conmigo es lo que quería saber —sonrió.
—Déjame traerte algo de comida. Llevamos medio día hablando. Olvidé que necesitas comer.
Bai Gu y el resto no tenían que comer, así que se habían acostumbrado a eso. Pero de repente recordó que Lin Huang era un humano que necesitaba comer.
—No hay necesidad de eso. Tengo comida en mi anillo de almacenamiento —rechazó y saboreó el momento de silencio antes de dar la impactante noticia.
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