Ciudad Fronteriza finalmente tuvo un día lluvioso. El cielo estaba cubierto por gruesas nubes. La lluvia caía a chorros, salpicando paneles y ventanas.
La primavera solía ser una estación húmeda y cálida, pero este no era el caso. Después de los Meses de los Demonios, apenas llovió en Ciudad Fronteriza. Afortunadamente, las tierras de cultivo estaban junto al río, lo que facilitaba a los agricultores regar sus cultivos. La fuerte lluvia había disipado el calor sofocante en el aire. Ruiseñor abrió la ventana para dejar que el olor de tierra llenara la habitación.
Al otro lado del río Aguasrojas, brotes jóvenes salían disparados del campo a cierta distancia. El interminable trigo verde se enrollaba debajo del dosel del cielo hasta que desaparecía de la vista. Muy al contrario del río Sombrío, los cultivos parecían más frescos y vivaces que nunca después de la lluvia.
Roland se estiró y arrojó la pluma en su mano a un portalápices.
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