Entonces Fingolfin, al ver que Fëanor lo abandonaba, para que pereciese en Araman o regresara avergonzado a Valinor, se llenó de amargura; pero ahora deseaba como nunca llegar de algún modo a la Tierra Media y volver a encontrarse con Fëanor. Y él y sus huestes erraron afligidos mucho tiempo, pero sintiendo que el valor y la resistencia se les acrecentaban con las penurias; porque eran un pueblo poderoso, los primeros hijos inmortales de Eru Ilúvatar, aunque recién llegados del Reino Bendecido y no sujetos todavía a las fatigas de la Tierra. El fuego de la juventud ardía en ellos, y conducidos por Fingolfin y sus hijos, y por Finrod y Galadriel, se atrevieron a penetrar en lo más crudo del norte; y al no hallar otro camino enfrentaron por fin el terror del Helcaraxë y las crueles montañas de hielo. Pocas de las hazañas que con posterioridad llevaron a cabo los Noldor superaron en penuria o dolor esa desesperada travesía. Allí se perdió Elenwë, la esposa de Turgon, y muchos otros también perecieron; y fue con huestes disminuidas que Fingolfin pisó por último las Tierras Exteriores. Poco amor por Fëanor y sus hijos sentían los que marcharon detrás de él, y soplaron sus trompetas en la Tierra Media cuando por primera vez se elevó la Luna.
El Anticristo
Fantasy · DaoistbabK6k
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