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Mundo Shinobi - Señores de la guerra - 471

—No soy shinobi— dijo Yoruichi —pero ¿Por qué no ocupas tus ojos? Eres Uchiha ¿Verdad?—

A Kain se le ocurrió algo y pensó en esa mirada despectiva que ponía su padre. Kain estaba muerto de la risa por dentro, pero por fuera miró a Yoruichi con seriedad y trato de poner la misma mirada despectiva que su padre. El iris de sus ojos paso de azul a rojo. Los tomoes emergieron uno detrás de otro hasta el tercero, pero se detuvo. Entonces él, con esa mirada despectiva, le dijo —¿Qué clase de adulto tomaría en serio a una niña?—

Yoruichi agacho la mirada y su rostro se ensombreció. Ella apretó su puño y se lanzó con todas sus fuerzas.

Kain siguió los movimientos con relativa facilidad. Ella lo atacaba con golpes devastadores potenciados por la electricidad que emergía por su espalda. A cada momento se volvía más y más feroz, pero de repente se detuvo y soltó una bocanada de sangre.

Por supuesto, Kain sabía lo que pasaba, había reencarnado muchas veces y la compatibilidad del cuerpo con el nivel de poder era algo importante, casi imprescindible. De lo contrario, el cuerpo no sería capaz de soportar todo el poder del usuario y se desmoronaría como si fuera hecho de arena.

—Deberías detenerte— dijo Kain mientras la miraba con relativa seriedad. Yoruichi con la boca cubierta de sangre, lo quedó mirando. Ella se limpió con la manga y Kain continuo —tú cuerpo no lo soportara—

Yoruichi negó con la cabeza. Ya había aprendido todos sus patrones de ataque, lo había acostumbrado a un nivel de lucha. Si cambiaba el ritmo, aunque sea por un instante, lo mataría y eso sería todo. Era todo o nada, pensó. Esta era la parte más difícil de su misión. Si vencía a Kain, podría ir por su hijo, matarlo y obtener lo que le habían prometido.

Kain noto como saltaban las ventanas de alerta en su interfaz visual. Al mismo tiempo, él miró a Yoruichi y vio como ella se recubría con rayos dorados más potentes al punto de que se volvió difícil respirar a su alrededor. Kain dio varios saltos hacia atrás y la espero. Los rayos abandonaron la espalda de Yoruichi y recubrieron sus brazos y piernas adoptando una figura felina.

Yoruichi saltó hacia delante en un segundo, llegó delante de Kain, lo apuñalo con ambas manos en el abdomen y soltó un grito brutal.

Kain quedó con una mirada de incredulidad mientras caía partido a la mitad.

Al mismo tiempo, Yoruichi soltó una exhalación y perdió todo su poder. Ella respiro, pero este era el mundo físico, con un cuerpo físico, y el co2 en el aire, ella empezó a toser como nunca. Ella tuvo que alejarse lo más rápido que pudo, incrédula de como algo como el aire caliente la afectaba de esta manera. Sin embargo, esa no fue su mayor preocupación. Ella vio como su mano derecha, se estaba desmoronando como si estuviera hecha de arena.

Ella miró a Kain, pero antes de que pudiera asegurarse de que él fue asesinado correctamente, desapareció del espacio dimensional.

Yoruichi cayó desde gran altura, le dolía cada parte de su cuerpo mientras notaba que los residuos de su brazo que se estaba desgranando quedaban esparcidos por el aire como si fueran ceniza. Ella recobro la compostura y detuvo poco a poco su caída. Quedó a veinte metros del suelo, una altura conveniente para que la pudieran observar. Ella apego su brazo derecho a su pecho. Ella se sentía afiebrada y el sudor corría por su rostro, pero sonrió. Ella comenzó a correr a toda velocidad por los cielos como si hubiera tierra firme.

Al mismo tiempo, Kain abrió los ojos y se encontró en un mundo oscuro sin nada a su alrededor. Era extraño porque parecía que hubiera un suelo, pero era tan oscuro que lo dudaba. Era un abismo sin fin, pero no como la oscuridad del universo que lo devolvería todo a la nada.

Kain se levantó del suelo y miró en todas las direcciones. Sin embargo, antes de que él pudiera dar un solo paso, un hombre extraño apareció.

Kain sonrió, lo reconoció de inmediato. No hay forma de que un ser humano normal obtuviera dichos ojos por su propia cuenta. Incluso si propio Kain obtuvo el rinnegan y había despertado dos de los diez tomoes, solo fue con su ciencia y conocimiento más allá de cualquier ser humano en el mundo.

—Mucho gusto, abuelo— dijo Kain con una sonrisa astuta

—¿Abuelo?— preguntó el anciano de pies gris, ojos de rinnegan y un gran sharingan lleno de tomoes en la frente.

—Por supuesto, debes ser el ancestro de los Uchihas ¿Verdad?—

El anciano estaba levitando en el aire en posición de loto con un báculo negro reposando sobre sus piernas —Kain Uchiha, la persona que ha perturbado el destino y el mundo espiritual— dijo

—Para servirte— dijo Kain con una amplia sonrisa al saber que este anciano sabia de él.

—¿Qué haces aquí?—

—Bueno, vine a dar una vuelta y saludar. No te preocupes, solo estoy de paso. En un par de minutos voy a volver a mi casa. No tocare nada importante, promesa—

—Kain— dijo el anciano con los ojos entrecerrados

—Vamos, no es tan complicado, yo estaba jugando con alguien, me mato y estoy aquí. Ya te lo dije, no hay problema. Bueno, si te soy sincero, tengo muchas cosas que conversar contigo. Claro ¿Si no tienes nada más importante que atender?—

—Molesto— dijo el anciano mientras sentía que le temblaban las cejas. No recordaba a alguien tan molesto además de su hijo. Sin embargo, este muchacho no era su hijo Asura y tampoco tenía esa amabilidad ni su alma. Este muchacho era más como su hijo Indra con una mirada más analítica y fría.

—Muéstrame tus ojos— dijo el anciano

—Claro, claro, ustedes los viejos están obsesionados con los ojos como si fueran lo más grande del mundo. Mi viejo también me pregunto por lo mismo—

—¡Hazlo!—

—Tranquilo, tranquilo, no hay necesidad de que te enojos ¡Qué temperamento!—

El anciano se sentía cada vez más molesto con Kain. Este último sonrió y al igual que en el mundo físico, despertó el sharingan hasta que se transformó en mangekyo y por último, tomo un aspecto gris con ondas y dos tomoes en el centro.

El anciano tomo una profunda respiración como si no pudiera creer lo que había hecho Kain —¿Tu edad?— preguntó.

—Dieciséis años, pero quien se preocupa por esas cosas ¿Verdad? A todo esto, en verano del próximo año cumplo los diecisiete. Tengo una lista de regalos deseados ¿Te gustaría saberla?—

—¡No!—

—Con una amable "no" hubiera sido más que suficiente—

—¿Realmente sabes con quien hablas?— preguntó el anciano

—Claro, claro, Hagoromo Otsutsuki, el sabio de los seis caminos, blablablá—

—Parece que no te enseñaron a respetar a tus mayores—

Kain puso una mirada seria y camino hasta donde estaba el anciano de piel gris y ojos grises. Se detuvo delante de él y le dijo con un tono mordaz —si fueras alguien decente, te hablaría con respeto, pero no te mereces ni una pizca, maldito pedazo de basura extraterrestre. Por tu culpa e ineptitud se ha derramado tanta sangre que parece que la tierra jamás podrá ser lavada de todo ese dolor y sufrimiento. Así que— grito Kain —antes de exigir mi respeto, recuerda quien dejo el mundo hecho mierda—

Kain miraba al anciano con intenso odio e igual que la vez que miró a Tobirama, sus ojos se descontrolaron por la intensa emoción. Incluso si era el mundo espiritual, sus ojos comenzaron a cambiar. Sangre broto de sus ojos y empezaron a emerger un tomoe detrás de otro hasta completar cinco tomoes.

El anciano lo miraba a los ojos, impasible, se quedó callado, miraba como los tomoes emergieron en los ojos de Kain. Jamás, en toda su existencia, espero tener un descendiente como Kain. Este último había cambiado tanto el mundo que el destino que una vez vio ahora era una visión nublada.

Kain tomo una profunda respiración y sintió algo raro —bueno, parece que me voy. Recuerda esto, tenemos que hablar. Lo otro, por favor— dijo mirando hacia otro lado —no le digas a mi abuela o mi padre que te grite. Ellos son un poco estrictos con el tema de los ancestros y esas cosas—

Kain desapareció del mundo espiritual como si fuera succionado por un espiral y sintió otra vez su cuerpo físico. Kain comenzó a toser mientras sus pulmones se comenzaban a mover, pero como eran nuevos, les costaba alcanzar la suficiente capacidad para almacenar el suficiente oxígeno. Así que Kain se comenzó a sentir mareado. Él abrió los ojos y vio un par de ojos color malva. Era su dulce Aoi quien estaba preparada para esta situación. Ella tomo una mascarilla conectada a una manguera y la puso sobre la nariz y boca de Kain. Lo que proveyó de oxígeno a este último y evito que él se desmayara.

—Gracias— murmuro Kain, pero sintió que algo húmedo cayó en su rostro. Su vista estaba nublada, pero podía escuchar de forma lejana los sollozos de Aoi y sus quejas. Él mostro una pequeña sonrisa y susurro —lo siento—

Kain estaba en un dormitorio, en la torre subterránea, bajo la mina de mineral de chakra en el país de los Pastizales. Esta habitación estaba por encima del nivel del agua, así que podían ver la cueva exterior y el lago que tapaba la mitad de la torre. El ambiente no era cálido ni frio, pero bastante incómodo para un recién resucitado. Kain pensó que con los datos que recogió de su padre y Tobirama estaría preparado para experimentarlo por su propia cuenta, pero no había nada que te preparara para resucitar en un cuerpo nuevo. Este cuerpo estaba en perfectas condiciones, más puro y saludable que el de un recién nacido.

Gracias al suministro de oxígeno, Kain pudo ver con más claridad y vio a Aoi a su lado, tenía los ojos cubiertos de lágrimas mientras su cabello negro caía del lado izquierdo en una trenza. Ella se veía desconsolada. Bueno, no era para menos, tú esposo no muere y resucita todos los días. Además, había tan pocas muestras del procedimiento que no sabían si el resultado de resucitar a Tobirama y Madara era la regla o solo fueron casos especiales.

—Lo siento— susurro Kain con la mascarilla sobre su boca.

Aoi extendió su mano, miró a Kain acostado en la cama. Su cuerpo era el mismo que el del día anterior, solo que todo era nuevo y saludable en su máxima expresión. Sin embargo, la gran variación eran todos esos circuitos de sellos sobre el cuerpo de Kain. Solo su rostro era visible. El resto parecía que había sido tatuado en un lenguaje ancestral.

—No lo vuelvas a hacer, por favor— dijo Aoi mientras derramaba lágrimas. Ella se mordía el labio inferior y su rostro se deformaba en una expresión de tristeza —fueron los cinco minutos más largos de mi vida. No sabía si esto iba a funcionar. Incluso Guardian dijo que se presentaron anomalías. A pesar de todo, salió bien—

Aoi, se agacho y pegó su rostro al pecho de Kain mientras lloraba amargamente.

Por su parte, Kain respiraba con tranquilidad, consciente de Aoi, también consciente de todo lo que paso en ese vacío espiritual que se le debería llamar mundo espiritual, pero no era así. Era el maleficio de los exteriores para este mundo. Mientras no se resolviera el conflicto entre todos esos monstruos, las almas no serían libres. Kain lo había experimentado con el dios antiguo (alias El Guardián de las almas, el guardián de la rueda del destino y cosas así). Solo eran monstruos que se alimentaban de las almas.

Había demasiadas entidades interfiriendo con el destino de este mundo.

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