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Mundo Shinobi - Señores de la guerra - 413/Boletaria

El salón del trono de Boletaría era una zona amplia y abierta, donde los escuadrones de caballeros se apostaban a los lados y una alfombra roja de cinco metros de ancho se extendía desde las escaleras hasta el trono del monarca.

El rey actual se llamaba Allant. Un hombre alto, fornido, con un porte militar y vestido con ropas blancas y una capa purpura sobre sus hombros. Tenía el cabello blanco, peinado hacia atrás y una barba de candado perfectamente cuidada.

El salón del trono tenía cincuenta metros de ancho por cien de largo con ventanales a izquierda y derecha que mostraban la figura de los anteriores monarcas. La figura más antigua en los ventanales era la del rey dios, Dorian. Por otro lado, parece que antes de él, el linaje de lo Boletarios no existía o solo era ignorado.

En estos momentos, el rey Allant miraba a la comitiva de otro país que le traía una propuesta de negocios. A los lados del trono estaban sus asesores que discutían los por menores con los enviados.

El rey Allant apoyaba el codo derecho sobre el reposabrazos y reposaba su mejilla sobre la mano con una expresión de aburrimiento. En su interior ardía un nuevo poder y si quería, podía conquistar la nación de los pequeños emisarios.

Por las noches ese poder le susurraba con voz endemoniada y no lo dejaba dormir. Gracias a eso había tenía ojeras. Él no sentía cansancio, ya que el poder que ardía en su pecho lo suplía todo. Ya llevaba más de veinte días sin comer, pero ni siquiera había extrañado el alimento, en su lugar, una necesidad superior había aparecido.

De repente una luz bajo desde lo alto de salón del trono.

Allant levantó la vista, aquella luz estaba a veinte metros por encima del nivel del suelo del salón del trono. Dicha luz era preciosa y perfecta. En su pecho ardió aquella necesidad superior, se sintió eufórico y trato de ponerse su pie, desenfundar su espada, alma, y atacar a la existencia detrás de aquella luz, pero su cuerpo no le respondió. Era como si algo muy pesado lo aprisionara a su trono.

Allant ejerció más fuerza, el concreto de su trono se agrieto y los reposabrazos se rompieron, pero, aun así, no pudo liberarse.

—Allant— dijo una voz desde esa luz que reverbero por todo el salón del trono —aquel que posee el linaje del Dorian primero, rey de Boletaria—

Allant sintió un escalofrío recorrer su espalda al escuchar esa voz femenina, suave y poderosa. Por un segundo se sintió en peligro, como si alguien estuviera a punto de hundir una espada en su corazón.

La luz brillante se posó sobre la alfombra roja, a veinte metros de Allant. Algunos guardias apuntaron sus alabardas a la luz y otros los siguieron en el ejercicio. Los emisarios se fueron a las esquinas y se escondieron detrás de los guardias. La luz menguo y una hermosa mujer en una túnica blanca aparecio. Tenía el cabello dorado y los ojos verdes, un rostro con forma de corazón y una piel hermosa. Para todos, fue la mujer más hermosa que hayan visto en su vida.

La mujer avanzó a paso lento hasta que se detuvo a diez metros del trono y quedó mirando a Allant. Ella era Naomi y por dentro pensaba "sucio demonio".

Al mismo tiempo, Allant se vio liberado de sus cadenas invisibles. Miró su cuerpo, no había nada sobre su cuerpo, pero la presión fue real, la fuerza que hizo Allant fue real. Como ejemplo de eso, los reposabrazos se habían derrumbado. Allant levantó su rostro y miró a la hermosa mujer a diez metros de él. Entonces recordó los escritos de su niñez. Decían que la madre del primer Dorian era una diosa de luz que visito Boletaria y fue el día más brillante y hermoso del reino.

—¿Eres la madre de nuestro fundador?— preguntó Allant, se puso de pie, avanzo a paso lento, sus guardias y súbditos no se atrevieron a moverse. Al mismo tiempo, Allant dudo de atacar a esta sagrada existencia. No porque le tuviera respeto o algo así, sino por miedo a morir calcinado. Entonces él entendió que aún era débil, pero que algún día podía llegar a ser como esta divina existencia.

—Mi hijo nunca fue el fundador de este reino, pero peleo por él y derramo su sangre, perdió su valiosa vida— respondió Naomi con un tono mordaz, conteniendo su enojo —así que no te atrevas a mentir delante de mí—

Entonces Naomi desplego el brillo inicial y lo intensifico al punto de dejar a todos ciegos, incluso al propio rey Allant.

—Lo siento, señora— dijo el rey Allant con miedo, pensando que aquella luz lo quemaría hasta volverlo ceniza.

—Allant, rey de Boletaria ¿Eres alguien hábil?— preguntó Naomi mientras disminuía el brillo a su alrededor

—Señora, soy pequeño y frágil como existencia, pero me considero un rey competente— respondió Allant, arrodillado en el suelo y cubriéndose el rostro con los antebrazos.

—Lo tomare como un sí— dijo Naomi —quiero que extiendas una invitación a cada guerrero del reino y de los reinos vecinos. Quiero que luchen para mi deleite. Aquel que sea digno, le daré un regalo acorde a mi estatus ¿Crees que un rey competente puede lograr algo tan insignificante?—

Allant quedó callado, pensando en lo que decía la supuesta diosa, pero de repente un calor terrible lo rodeo y sintió que su cuerpo estaba en un horno. Todos en el salón del trono gritaron en agonía, incluso el rey Allant. El calor aterrador se detuvo y los gritos cesaron.

—No te escucho, Allant. Aquel que es parte del linaje de mi hijo Dorian ¿Cuál es tu respuesta? ¿Si quiera eres capaz de cumplir está insignificante orden?— rugió Naomi con voz potente y autoritaria

—¡Sí, señora!— grito el rey Allant, aun ciego por la intensa luz. Al mismo tiempo, revisaba su cuerpo buscando alguna herida, pero el terrible calor que sintió no le dejo heridas.

—Eso espero, te doy once meses para que lo prepares todo— dijo Naomi —la señal de mi presencia quedara en el cielo, brillando como un pequeño sol. De día será atenuado por su hermano mayor, ni siquiera yo puedo superar al gran sol. Sin embargo, por la noche será más que visible. No lo olvides Allant, rey de Boletaria. De lo contrario, tu linaje desaparecerá por incompetente y podré a otro en tu lugar—

Después de eso quedó el silencio en el salón del trono. Nadie pudo hacer nada, estaban ciegos. Diez minutos después llegaron otros guardias y parte de la familia real haciendo preguntas, pero fue difícil responder, incluso para el propio rey Allant.

Una vez que recupero la visión, el rey Allant se fue a sentar a su trono, vio a su reina y a su hijo venir en su dirección. Ambos rubios y de bonita apariencia, pero su hijo tenía una línea de pecas a la altura de nariz y los ojos con un iris de color celeste. Se decía que era la señal del linaje divino. Solo su padre Doran y su hijo, Ostrava, tenían esos ojos. Gracias a eso, Allant siempre se consideró maldito y débil.

—Padre— dijo Ostrava con preocupación —¿Cómo te sientes?—

—Es el salón del trono— dijo Allant con frialdad —soy tu rey y tú ya no eres un niño, demuestra tu inteligencia—

Ostrava cerró la boca y se arrodillo delante del trono de su padre —lo lamento, mi rey, no volveré a cometer el mismo error— dijo

Allant no se molestó en mirar a su esposa e hijo, miró en otra dirección y recordó las palabras de la diosa frívola ¿Luchar para su deleite? Allant soltó aire por la nariz a modo de risa y sonrió de forma astuta. Después se levantó y miró a sus súbditos y guardias —por la presente, yo, Allant, Rey de Boletaria, proclamo el desafío de la diosa y una invitación a todos los guerreros de nuestro reino y a los reinos vecinos. Todos son bienvenidos a luchar dentro de seis meses. Los veinte que sobrevivan, podrán ver a la diosa y ganar una recompensa de acuerdo su estatus—

Todos quedaron callados y mirando al rey como si se hubiera vuelto loco.

Allant frunció el ceño y rugió —¿Qué esperan? La madre de Dorian el Grande vino en persona a realizar esta solicitud. La diosa madre de nuestro reino ¿La quieren desafiar?—

Todos los sirvientes y diplomáticos del reino corrieron y fueron a realizar sus gestiones. Solo quedaron en el salón del trono el rey Allant, su reina y su hijo, además de los guardias.

—Ustedes— dijo el rey Allant a su reina y su hijo —se pueden retirar—

La reina quedó abatida por la forma fría y despectiva en que lo dijo Allant. Por otro lado, Ostrava llevó su puño derecho a su corazón e hizo una pronunciada reverencia. Se dio la vuelta y camino a la salida. Él miró a los ventanales con formas geométricas de colores que mostraban la figura de los anteriores reyes y se detuvo frente al ventanal de Dorian El Grande. Aquel rey divino que dirigió a la humanidad y la protegió de los demonios. En el ventanal estaba la figura de un hombre con el cabello largo y un halo dorado alrededor de su cabeza. Aquel rey divino levantaba una espada en señal de lucha mientras se paraba sobre una montaña de demonios.

Ostrava se preguntó como la diosa madre de este reino podía pedir el sacrificio de sangre de los guerreros del mundo solo para divertirse.

Al mismo tiempo, Naomi volaba a gran altura con dirección a la montaña en donde había creado la cabaña. En la distancia parecía un pequeño punto en comparación con las enormes montañas coronadas de nieve.

Kain estaba de pie a dos metros de la saliente mirando con su sharingan el vuelo de Naomi. Esta última se veía hermosa en esas ropas blancas, su cabello rubio, la piel lechosa y sus hermosos ojos verdes. Ella se movía con sutiliza y cuando alcanzó a Kain, descendió y extendió sus manos. Kain levantó sus manos, tomo las de Naomi y ella descendió con sutileza.

—¿Cómo fue todo?— preguntó Kain sin soltar las manos de Naomi

Naomi sonreía de forma hermosa y le acaricio las manos a Kain con sus pulgares —todo salió bien, tuve que ponerme un poco seria, pero funciono—

—Ese maldito demonio debe estar feliz porque ahora puede alimentarse sin que nadie lo detenga, ya tiene una excusa—

—Así es, pero eso será su fin y la de Anciano—

Kain asintió y guio a Naomi a la cabaña. Como dijo Yaria, en el nexo. El Anciano había despertado y estaba influenciando el mundo volviendo a todas las criaturas más peligrosas. Ya había dispersado a sus demonios, el primero y más importante era el rey Allant. A su vez, este último había compartido su don con los más fieles a él. Solo era cosa de tiempo antes de que los primeros demonios se manifestaran en el mundo físico con sus cuerpos reales.

—Kain, quisiera…— dijo Naomi

—No— respondió Kain de inmediato

Naomi miró a Kain con el ceño fruncido y le dijo —ni siquiera he terminado con mi solicitud—

—Los dos sabemos que vas a pedir quedarte en este mundo para "observar"— respondió Kain —pero ese "observar" se va a transformar en intervenir directamente. Nosotros podemos hacer dos cosas, ayudar y hacernos cargo del anciano una vez que sea liberado. Lo demás, deben hacerlo los humanos. De lo contrario ¿Cómo la humanidad se defenderá si esto vuelve a suceder?—

—Pero es el mundo de nuestro hijo—

—No es el mundo de nuestro hijo, es el mundo que protegió nuestro hijo. Por otro lado, no subestimes a la humanidad. Alguno entre las filas podría darnos una buena sorpresa—

—Espero que no te equivoques, Kain—

—Yo tampoco espero equivocarme, amor—

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