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Mundo Shinobi - Clones verdaderos - 481

Kain tomo a Mito y Rizu y las llevó a la casa en Konoha. Ellos aparecieron en la habitación de Kain.

En ese momento las luces estaban apagadas, pero se fueron encendiendo todas de forma gradual hasta alcanzar el nivel adecuado. La cama de Kain estaba desordenada, se veía ropa interior femenina sobre la sábana, pero no había nadie en los alrededores.

Mito quedó mirando la cama, después miró a Kain y le dio una mirada significativa.

Kain sonrió y no le dio mucha importancia —vamos— dijo

Kain avanzó por la izquierda con dirección a la puerta de corredera.

—Así que aquí duerme Kain-sama— susurro Rizu con curiosidad

—Y otras siete mujeres, incluyéndome— dijo Mito con cierta molestia en su voz

—Tú no, Mito-chan, todavía no hemos dormido juntos en esta cama— dijo Kain con cierto significado de fondo.

Mito se ruborizo y fue bastante consciente de que pensaba demasiado en lo que vendría. Este cuerpo era nuevo en todos los sentidos de la palabra. Ella y Kain— miró a la cama y se ruborizo —todavía no lo habían hecho.

Kain se detuvo frente a la puerta, sonó el suave sonido de apagado y se desactivo la defensa. Entonces Kain pudo tomar la puerta y deslizarla. El pasillo quedó por delante. Kain miró a Mito y Rizu, señalo con la mano y espero a que ellas salieran. Una vez que solo quedó él, salió de la habitación, cerró la puerta y el sonido de activación de las defensas se escuchó.

—Kain ¿Cuándo vamos a agrandar la casa?— preguntó Mito

—Bueno, eso tienes que conversarlo con Rizu, ella será tu ama de llaves y llevara a cabo tus deseos— dijo Kain, él miró a Rizu y esta última asintió.

—Así es, Mito-sama— dijo Rizu, la joven Uzumaki de vibrante cabello rojo hasta los hombros y piel morena, avanzó y tomo a Mito del brazo como si fueran amigas.

Mito miró a la muchacha, pensó que ella era mayor, pero en este nuevo cuerpo no se sentía de esa manera. Mito sonrió relajada y continuo —bueno, tengo algunas ideas…—

Mito y Rizu avanzaron por el pasillo mientras Kain las seguía. Mito parecía bastante entusiasmada y más enérgica de lo usual. Era la magia de reencarnar. El cuerpo absorbía el conocimiento gradualmente y las viejas memorias venían a ti, pero no se sentían tan pesadas y emocionales como en el anterior cuerpo. Es como si todas esas vivencias fueran imágenes que viste en algún lado, de otra persona (que te importa), pero como no es personal, las puedes digerir lentamente y analizarlas desde un punto de vista objetivo o al menos, sin tanta carga emocional.

Sin embargo, lo que era una conversación tranquila, se volvió un escándalo.

—¡Abuela!— grito Tsunade llena de espanto al ver a Mito con el cabello suelto como si fuera una muchacha, pero lo que más le llamo la atención fue el tamaño de sus senos. Eran enormes como los de Tsubaki o Kaoru.

Mito detuvo su conversación con Rizu y miró hacia adelante. Ella vio a Tsunade, por alguna razón, ella no sentía esa simpatía que tenía antes, cuando toleraba todas sus estupideces.

Tsunade, rubia, de once años y llevando puesto un kimono calipso, camino hasta Mito y se detuvo delante de ella. La rodeo y la inspecciono de pies a cabeza. Su abuela se veía totalmente diferente. Ella había escuchado que en la capital las mujeres adineradas se hacían operaciones para mejorar su aspecto. Lo más notorio eran esos enormes senos. Ella acercó su mano y levantó su dedo para pincharlos, pero Mito le dio una fuerte palmada.

Tsunade dio un paso hacia atrás mientras se agarraba la mano. Ese había sido un golpe con la suficiente fuerza como para que se le enrojeciera la piel. Ella miró a Mito y le dijo —solo quería tocar—

—Es un tesoro sagrado, no se toca— dijo Mito con cierto fastidio de solo recordar como Tsunade se había comportado desde el primer día que llegó a esta casa.

Tsunade frunció el ceño y le grito de vuelta —vieja cochina, tienes todos los años y te andas poniendo senos. Debería darte vergüenza—

—Cállate, mocosa pecho plano. No tienes ningún encanto—

—Estúpida, fea—

—Mira quien habla—

Entonces Mito y Tsunade se pusieron a argumentar como si fueran hermanas en lugar de ser abuela y nieta. En cierto sentido, sus cuerpos físicos solo tenían una diferencia de cuatro años.

—¿Quieres pelear?— le preguntó Mito finalmente, lo que hizo a Tsunade retroceder dos pasos. Mito mostro una sonrisa confiada y continuo —mis asuntos no son tu problema, así que será mejor que arregles ese carácter o ya verás—

—Vieja lujuriosa, cochina, te odio— grito Tsunade y salió corriendo por el pasillo con dirección a su habitación.

Mito puso sus manos en las caderas y sacó su abundante pecho mientras sonreía orgullosa de haber ganado esta argumentación. Sin embargo, ella cayó en cuenta de algo. Si hubiera sido su yo usual, nunca le hubiera ofrecido golpes a Tsunade como si fueran rivales de una misma edad. A lo mejor, ella la hubiera regañado, pero nada más. Sin embargo, sus emociones…

Mito miró hacia atrás y vio a Kain. Este último estaba sonriendo divertido al verla comportarse de manera tan infantil. Mito se ruborizo, trato de fruncir el ceño y se mordió el labio inferior para ocultar una amplia sonrisa. Ella se acercó a Kain, lo abrazo y oculto su rostro. No era como si le disgustara este sentimiento. Todo se sentía tan reconfortante, muy diferente de su usual yo. Las emociones le producían una sensación exquisita en el pecho. Sin embargo, ella era Mito Uzumaki y jamás se lo revelaría a Kain. En su lugar, ella oculto su felicidad dándole leves puñetazos en las costillas.

—Me alegro por ti, Mito-chan— dijo Kain manteniendo la calma, pero con una sonrisa cándida en los labios.

Mito levantó su rostro, miró a Kain, asintió y sonrió, pero después volvió a ocultar su rostro en el pecho de Kain.

Por otro lado, otro Kain/clon verdadero había salido con Nawaki y Kurama.

Kain avanzaba por las calles de Konoha hacia la residencia del clan Inuzuka. Nawaki lo seguía de cerca, llevaba el colgante con la piedra azul de Hashirama. Nawaki estaba muy orgulloso de que su abuela se lo haya entregado hace una semana como muestra de la confianza que le tenía. Kurama lo seguía de cerca. El pequeño zorro de color naranja seguía teniendo cuidado de las personas que se le acercaban, pero ya no tenía ese temor inicial.

Por otro lado, Kain llevaba puesta una camisa blanca y unos jeans azules combinados con unos botines negros. Él encendió un habano y avanzó por las calles de Konoha a medida que lo fumaba.

Al llegar a la entrada del clan Inuzuka, se sintió de inmediato el cambio. No era el típico clan que buscaba tener jardines cuidados y floridos. Ellos eran criadores de ninken (perros ninja), así que les daban prioridad a los espacios abiertos donde sus ninken podían correr libremente. Sin embargo, solo los cachorros jugaban con libertad, el resto de los ninken siempre estaban al lado de sus amos.

Kain llamo la atención de los Inuzuka y los ninken, ninguno se alteraba, pero no podían estar tranquilos o ignorarlo. Era como si un perro más grande de otra manada se hubiera metido en su territorio. Sin embargo, como un perro más grande, ellos no se atrevían a atacarlo ni a provocarlo abiertamente.

Una anciana salió al encuentro de Kain, ella no tenía un ninken. Ella era tan mayor que había enterrado a muchos valiosos compañeros y a dos esposos en el proceso. Sin embargo, como en toda manada, el más fuerte era el alfa y ella lo era en este caso, con ninken o sin él. Ella era uno de esos viejos monstruos que quedaba de la era de los estados combatientes y se negaba a morir.

Kain se detuvo a dos metros de la anciana, Nawaki y Kurama también. Kain hizo una profunda reverencia para la anciana. Nawaki y Kurama también lo siguieron en el gesto.

—Venerable Tsume ¿Cómo se encuentra hoy?— preguntó Kain, enderezo su espalda y quedó mirando a la anciana. Ella estaba tan anciana que su cuerpo se había encogido y ahora solo medía 1.4 mts de estatura.

Detrás de la anciana había dos hombres y una mujer. Todos en sus treintas, con una estatura promedio de 1.7 mts. Ellos llevaban pintado colmillos rojos en las mejillas como símbolo distintivo del clan. Uno de los hombres se veía relativamente normal, como un shinobi promedio, pero el otro hombre y la mujer se veían salvajes con una mirada feroz. Era el efecto de pasar demasiado tiempo con los ninken. El estilo de vida se filtraba en la mirada, en los huesos y en la forma de vivir.

Tsume sonrió como si fuera una anciana afable y respondió —muy bien gracias a su medicina, Kain-sama ¿Viene por ese niño?—

—Sí, así es— respondió Kain, miró a Nawaki, puso su mano en la espalda y miró a la anciana Tsume —este es Nawaki, mi otouto. Él tiene un amigo, Kurama, me gustaría pedirle un favor—

La anciana Tsume dejo de sonreír como una anciana afable y miró a Nawaki como si lo estuviera evaluando. No de la forma humana, pero más como un lobo mirando a su presa. Los viejos instintos no se perdían.

Nawaki tirito al ser examinado por la anciana y el pequeño Kurama se puso en posición defensiva mostrando sus colmillos.

Tsume volvió a sonreír como una venerable anciana y le dijo —un par de cachorros, parece que este niño se lleva bien con su mascota—

—Kurama no es una mascota— respondió Nawaki —¡es mi amigo!—

La anciana Tsume asintió y miró a Kain —¿Qué necesita de nosotros?—

—Nada tan importante, solo que les enseñe trabajo en equipo. Los Inuzuka saben mucho de eso—

—Nuestras artes—

—No, nunca me atrevería a tanto— interrumpió Kain, llevó el habano a la boca y le dio una calada. Después soltó el humo y continuo —solo quiero que le enseñe el trabajo en equipo—

Tsume miró al niño de cabello castaño, no tenía ninguna fortaleza destacable física o en sus niveles de chakra, pero sus tataranietos siempre hablaban de Nawaki esto, Nawaki aquello. La propia Tsume tenía cierta curiosidad por un niño que se pudiera llevar tan bien con los miembros del clan Inuzuka.

—Haremos lo que sea posible— dijo Tsume —pero no le prometo nada—

—Eso es más que suficiente— dijo Kain —Nawaki quiere hacer equipo con Kurama, pero sin una base sólida, nunca funcionara, por eso, se lo encargo—

Tsume asintió.

Kain sonrió ante la disposición de la anciana, se veía afable, pero él no dudaba que en su juventud se viera tan salvaje como la kunoichi del clan Inuzuka que la escoltaba junto a los otros dos hombres.

—Bien, y ¿Dónde está el enfermo?— preguntó Kain

Tsume asintió y le dijo —por aquí—

Tsume avanzó primero, lo siguieron sus guardaespaldas del clan y por último lo siguió Kain, Nawaki y Kurama. Este era un gran honor, no cualquiera podía entrar a donde los Inuzuka guardaban a los cachorros ninken.

Los miembros del clan junto a los ninken adultos miraban a Kain desde la distancia, parecían lobos que observaban a su presa desde la distancia, evaluando por donde atacarlo, pero sin las agallas para moverse.

Ellos llegaron a un enorme galpón en el centro de la propiedad. Solo en eso se notaba la diferencia, ya que otros clanes hubieran colocado la casa del patriarca en este sector, pero los Inuzuka colocaron el galpón con los cubiles donde vivían los ninken.

Los guardias en la entrada abrieron las puertas, pero quedaron mirando a Kain con desconfianza. Ellos y sus ninken parecían demasiado tensos y no era para menos. Kain tenía treinta veces el chakra de la anciana líder de su clan. Sin embargo, ninguno tenía como saberlo, solo era instinto.

Kain avanzó por el galpón, se notó demasiado la presencia de los ninken. El olor a orina y excremento era intenso.

Las hembras ninken se acercaron a Kain, Nawaki y Kurama para olfatearlo. Kurama se puso tenso y saltó a los brazos de Nawaki. Este último abrazo a Kurama, pero Kain puso su mano sobre el pequeño Kurama y le rasco la cabeza. Eso lo relajo.

Tsume se detuvo en un cubil donde había una enorme hembra ninken con varios cachorros. Ella parecía un lobo en lugar de un perro ninja. Tenía un cabello esponjoso, café y el pecho blanco. La hembra levantó las encías y mostro unos largos caninos mientras soltaba un gruñido de advertencia.

—¡Suficiente! deja de ser tonta— dijo Tsume

La hembra se relajó y soltó un gemido lastimero, pero no apartó los ojos de Kain.

—Vamos a ver a tu cachorro— continuo Tsume —si todo sale bien, obtendrá un compañero—

La hembra agacho las orejas y comenzó a gemir.

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