Enzo se quedó sin palabras. Esta niña realmente le recordaba a Lanny. Sus caracteres fogosos eran muy parecidos entre sí. Kimmy era tan audaz y agresiva como Lanny.
—Maldición. ¿Por qué pienso en ella incluso en momentos como este? —Enzo se rascó la cabeza y sonrió de forma tonta.
Estaba allí para comprar ropa tanto para Alicia como para él. Planeaba llevar a Alicia a un acogedor restaurante para su cita de esta noche. Ya había solicitado un día libre en el trabajo. Afortunadamente, su gerente del Café Elixir de la Diosa aprobó su ausencia hoy, así que tenía tiempo para ir de compras.
—Señor Enzo, ¿dije algo malo? ¿Le he ofendido? —La voz de Kimmy lo sacó de su profundo estupor.
—Oh. Lo siento, Kimmy. Me distraje antes. Me sorprendiste con tu oferta —Se rió con calidez.
Kimmy frunció el ceño y pucheros. —¿Estabas pensando en alguien más?
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