—Tu actuación fue excepcional, Dalila. Por favor, descansa ahora como te mereces. Yo me encargaré a partir de aquí —las palabras de Roy resonaron en el aire, mientras avanzaba para enfrentar al inminente ejército de trasgos.
Dalila asintió, retirándose con cautela detrás de él.
Sabía que si alguien más se hubiera ofrecido a tomar el control en esa situación, habría rodado los ojos y les habría mostrado su desdén, pero era Roy.
Había visto cómo él obraba milagros, desafiaba toda probabilidad para asegurar victorias y emergía triunfante contra los más peligrosos adversarios una y otra vez. No podía evitar creerle cuando decía que podía hacerse cargo de las decenas de miles de trasgos que los miraban amenazante.
Los trasgos, aprendiendo de su lección anterior, cambiaron de táctica.
Los guerreros trasgos se apresuraron a ensamblar sus escudos mientras que los arqueros y magos trasgos liberaban una incesante lluvia de flechas y bolas de fuego hacia Roy y Dalila.
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