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Mi nombre, mi maldición

La historia de Alexandra Snowy, la Señora del Imperio Red Moon, y su misteriosa muerte se extiende por un vasto territorio, los cuatro grandes imperios y los seis reinos dependientes, la curiosidad aqueja a todos quiénes escuchen la historia. En uno de los seis reinos dependientes, un reino de humanos, despierta gravemente herida una bebé de unas semanas de nacida, su cabello es blanco y sus cejas también pero sus ojos son tan negros como la noche, una vida que pende de un hilo para ella y una amable bruja que se apiada de su vida y empieza a cuidarla como si fuera su propia hija. Maureen Leclerk tenía una estrecha amistad con Alexandra Snowy y Charlotte Dimitry antes de accidentalmente usar un hechizo de reencarnación y acabar misteriosamente al otro lado del continente, sin memoria y convirtiéndose en una sombra de lo que una vez fue, su nombre es algo que no puede recordar y, por lo tanto, para ella es una maldición. Una bruja sin nombre es una existencia errante, Maureen nunca volvería a ser la misma y sus poderes serán incontrolables, será aislada del mundo creando a su alrededor un caparazón impenetrable, pero algún día tendrá que bajar su guardia contra el mundo para poder recuperar lo que alguna vez perdió. ¿Llegará a reencontrarse con sus viejas amigas?

alejandra_herrera · ファンタジー
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16 Chs

Capítulo 11: Festival de otoño (parte 3)

***

Martin caminaba despreocupadamente por la feria de otoño, no se detenía mucho en los puestos y a pesar de que no tenía interés alguno en estas cosas, al menos tenía la decencia de sonreír cortésmente. En ocasiones se encontraba con conocidos de su padre y paraba a hablar por un tiempo de cosas triviales.

Después de algún tiempo de estar paseando, Martín se recostó perezosamente en una pared muy cerca del área de comida, su mirada perezosa e indiferente paseó alrededor de todo su entorno, después de la quinta vez de estar observando esa área Martín estaba listo para irse cuando su mirada se vio atraída por una llamativa cabellera blanca. Martin se detuvo en seco y miró fijamente a esa figura femenina cautivadora. La chica llevaba su largo cabello color blanco seda atado en una coleta alta que caía sobre su espalda, su femenina y cautivadora figura estaba envuelta en un hermoso vestido de color celeste, su piel era tan clara como la nieve y tenía un brillo juvenil, pero lo que más atrajo la atención de Martín fueron sus conmovedores y brillantes ojos negros. Martin siguió con su mirada a esa hermosa chica, vio que estaba en compañía de otro joven que parecía ser solo un año mayor que ella, los dos iban tomados de la mano y se arrastraban el uno al otro de un puesto a otro. Martin vio que el joven de cabello rubio rojizo le entregaba un trozo de pastel a la chica, ella se lo comió alegremente y le respondió al joven con una sonrisa brillante. Aunque sus acciones no eran claras debido a la distancia, Martín pudo ver con claridad los ojos llenos de amor del chico cuando miraba a la chica.

Su corazón se sintió apesadumbrado y sus puños se apretaron. Fue una reacción repentina que sorprendió a Martín, pero esos sentimientos fueron enterrados en lo profundo de su corazón, externamente volvió a ser el muchacho cortés e indiferente que siempre había sido.

***

Lukene termino de comer el pastel que le había dado Austin, se lamió las migajas de la comisura de los labios con satisfacción en su mirada, su apariencia era tan adorable que una gran cantidad de personas se voltearon en su dirección.

- ¿Esta bueno? - Austin le preguntó extendiéndole su pañuelo blanco para que se limpiará la cara.

- Muy bueno - Lukene agarró el pañuelo tranquilamente y se limpio con elegancia.

- Oh... allá hay bebidas para probar, ¿quieres ir? - Austin señaló un lugar cercano.

- ¡Vamos! - Lukene tomó la mano de Austin y lo arrastró mientras reía suavemente.

Ambos se acercaron al puesto, la vendedora era una mujer de mediana edad con una sonrisa radiante y una expresión tranquila.

- Buenas tardes jovencitos ¿en qué puedo ayudarles, una pareja tan encantadora?

- Quiero probar ese - Lukene parecía no haber escuchado que la vendedora los estaba confundiendo con una pareja de adolescentes enamorados, más bien no le importaba, en su cabeza solo había espacio para la comida.

- Con gusto, preciosa - la mujer sonrió amablemente y le entrego a Lukene un vaso con jugo de frutas bastante delicioso.

- Yo pago - Austin saco de su bolsillo un par de monedas.

- Pero ya me compraste muchas cosas. Deja que pague yo esta vez - Lukene detuvo a Austin en el acto y miró con una expresión avergonzada.

- No es ningún problema. Tómalo como un regalo por tu compañía - Austin sacudió la cabeza y le insistió con ojos suplicantes, a Lukene no le quedó más opción que dejar que él pagará.

- Gracias por su compra. Tú novia es muy bonita, chico, cuídala bien - la mujer sonrió radiante y palmeó suavemente el hombro de Austin.

La cara de Austin enrojeció por completo, quiso ver si Lukene había escuchado lo que dijo la mujer pero cuando giró su cabeza se encontró con que Lukene ya había caminado lejos de él y se había encontrado con su hermana melliza. Calmó sus sentimientos antes de caminar para estar a su altura.

- Las telas que hay más adelante son exquisitas. Tienes que verlas - Elida tomó el brazo de Lukene y la guió suavemente en dirección a otra área de la feria.

Lukene sostenía el vaso de jugó en su mano derecha mientras la izquierda era tomada por Elida, ambas caminaron suavemente con Austin junto a ellas, los tres hablaban y reían alegremente.

- ¿Qué pasó con Araceli? - preguntó Lukene a Elida ya que la última vez que las vio ambas estaban juntas.

- Se encontró con Juvenal y Jay, los tres se fueron a ver los bailes en la plaza - respondió Elida animadamente.

- Vamos a buscarlos después de esto - sugirió Lukene alegremente - No he visto a Juvenal desde hace algún tiempo.

- Me parece perfecto - aplaudió Elida suavemente.

Los tres estaban a punto de cruzar la calle cuando alguien corrió y empujó a Lukene haciendo que perdiera el equilibrio y se derramará el jugo de color rojo en el vestido. Por poco cae al suelo, afortunadamente Austin fue rápido y la atrapó en sus brazos.

- ¡Oye tú, mira por donde caminas! ¡Inculto! ¡Vuelve a disculparte inmediatamente! - Elida estaba furiosa y no dudaba en demostrarlo, su voz se escuchó como un elegante grito de ira.

Lukene observó la espalda de la persona que la empujó. Por su espalda podía darse cuenta de que era un muchacho, y también podía ver su cabello de color castaño oscuro y esa piel color crema de sus manos con dedos largos. El aura que emanaba esa persona era indiferente y tranquila.

Un rayo frío cruzó los ojos de Lukene, su expresión se tornó helada, y esa aura helada se dirigió directamente a esa persona en retirada.

- ¿Estás bien? - Austin lucia preocupado y no soltó el tambaleante cuerpo de Lukene.

Lukene volvió en sí y recuperó rápidamente una mirada confundida.

- Estoy bien. Solo me derrame el jugo - Lukene se estabilizó y sacudió sus manos en el aire, se miró el vestido arruinado y suspiró suavemente.

- ¡Ese idiota! Ni siquiera se disculpó contigo - Elida todavía estaba enojada mientras limpiaba lo que pudiera del vestido con su pañuelo color durazno.

- Podría estar apurado y por eso no se detuvo - Lukene terminó lo que quedaba de jugo en el vaso y le pidió a Zurisaday amablemente que fuera a desecharlo.

- ¡Eso no es excusa! - Elida frunció el ceño profundamente - Ah ese jugo no se puede limpiar de esta tela, temo que tendremos que regresar a casa a cambiarte el vestido...

- Iremos a tu casa entonces, está más cerca. Austin buscará a Araceli, Jay y Juvenal para decirles lo que pasó, y nos reuniremos en la plaza dentro de dos horas - Lukene llevaba una sonrisa casi imperceptible en sus labios delgados, a simple vista parecía querer ocultar su decepción por el jugo derramado sobre su vestido.

Austin apretó los dientes silenciosamente mientras se daba la vuelta y se dirigía a la plaza en busca de su hermano mayor y sus primos.

Elida, su sirvienta Liana, Lukene y Zurisaday salieron de la zona de la feria y caminaron en dirección a su carruaje, subieron a él y se dirigieron directamente hacia la gran casa de los Trent.