O Parte XXX: Amor en la tribu.

Tradicionalmente la tribu no enseña sobre el amor.

Los ancianos no te miraran si buscas consejos.

Por eso es un conocimiento que corre a voces, se dice que cuando un niño chieka y una chieka llegan a determinada edad, no pueden evitar dejar de mirarse.

Pero no es cualquier mirada, es un mirada especial, única. Una mirada que solo la podrás reconocer cuando lo veas.

Cuando eso pase tu deberás intentar estar lo mas cerca posible de ella, habrá veces en que ella no quiera y te bote o te golpee, pero habrá otras veces que ella no podrá evitar estar junto a ti.

Ahí justo en ese momento, único y mágico, en el que un niño chieka y una chieka no puedan evitar estar juntos ocurrirá el amor, y los cambiará para siempre.

Nunca he creído en esta leyenda del amor, no al menos, hasta que ella llegó.

Si lo tengo que describir, diría que fue un día cualquiera.

Mi abuela me había mandado la misión de recolección de hierbas, fue una tarea fácil por que la mayoría de estas hierbas se encontraban entre las rocas de los ríos.

Había llenado la canasta con toda clase de flores y hierbas, y algunas frutas para comer, cuando por el rabillo del ojo observé una sombra.

Me asuste mucho pensé que sería una vestía voraz, que quería devorarme pero no fue así.

Aquello en lo que pensaba que era una vestía, en realidad era una chica.

Ella parecía no poder verme, así que me acerqué pero entonces colapsó, rápidamente corrí y revisé si estaba muerta. Aún respiraba, lo cual era un alivio pero entonces me dije que había un montón de sacos en el suelo y otra chica inconsciente, por lo que no dude más y grité la señal de emergencia, traté de llevarlas a la tribu pero eran demasiado pesadas para mí.

La tribu no tardó en venir y se llevaron a las dos chicas con la abuela.

Una de las chicas despertó al siguiente día, pero no fue hasta la ceremonia de bienvenida que puede verla otra vez.

Ella era… hermosa. La chica mas bonita que había visto, y ahí comprendí que las leyendas sobre el amor eran ciertas.