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Capítulo 03:Sonríe para mi.

La mañana siguiente Ashley es la primera en despertarse tumbada en el piso de su habitación hecha un desastre, intento recordar lo sucedido, apenas pudo recordar haber llevado al chico a un bar cercano descubriendo que es menor de edad, por lo que tuvo que sobornó al portero para que lo dejaran pasar, —¡ostia!, gasté mi dinero en un mocoso con problemas —pensó decepcionada.

Otra cosa que apenas podía recordar era haber estado sentada en la barra hablando con... gas... no, got... ¡Ghost! Y que este le preguntó varias cosas de la cual recuerda con gran detalle una en específico.

—¿has besado a una chica antes? —le preguntó alzando la voz, parecía que las cervezas estaban comenzando a afectarle.

—No. —respondió escandalizada por la pregunta.

—¿Por qué no? Es normal, eres rara.

—Tú no eres normal —contraatacó con la leve seña de sentirse avergonzada.

—Esa es la idea... ¿No? —volvió él con su tono sarcástico.

Finalmente, pudo ponerse de pies para casi morir de un infarto al ver la gran figura masculina semidesnuda sobre su cama; Gustavo se encuentra lleno de cicatrices en ambos brazos, espalda y pecho, y una gran, pero atemorizante cicatriz que marca su pecho, así como un chistoso tatuaje que le hacía perder toda su masculinidad. Ashley golpea su cabeza por tan mala decisión de haberlo traído a su casa y peor aún entrarlo en su habitación... a la habitación de una dama. El simple hecho de respirar el mismo aire que los hombres le produce vértigos, aunque desde que conoció a Gustavo este no le repugna.

Recordó estar de pie frente al bar cerrado, con Gustavo murmurando estupideces y diciendo una que otras incoherencias en un idioma extraño, quizás hebreo o tal vez griego (quizás estaba tan borracho que no se entendía). Intento llamar a George, pero no contestaba, así que luego llamo a Dennis para preguntar si sabía la dirección de George, ya que recuerda verlos irse juntos, pero esta le había cerrado tras decirle que no; por lo que sin más opción y sintiendo culpa del chico terminó llevándoselo hasta su habitación.

Ahogó un grito cuando escucho pasos subiendo las escaleras, por lo que sé apresuro a lanzar la ropa sucia y las mantas sobre la cama, ocultándolo; oculto las prendas masculinas, mezclándolas con su ropa sucia. El tío abrió la puerta sin tocar ni pedir permiso, con una mirada de forma casi posesiva inspecciona todo a su alrededor, fisgoneando entre las cuatro paredes.

—me compré el desayuno, hoy tengo audiencia—. Inhalo profundo antes de exhortar —limpia esta pocilga, apesta.

Sin esperar, una respuesta se giró y solo diez minutos más tarde Ashley escucho el auto salir de la cochera. Sin pensarlo, se apresuró a despertarlo y en unos minutos logró despertar a Gustavo. Quien refunfuñando alzó la cabeza de entre las mantas y ropa sucia.

—Huele a bragas usadas —acertó al decir mientras se incorpora aún con los ojos entre cerrados.

De pie, frente a la cama, Ashley sostiene la funda de almohada mientras cruza los brazos y su cara comienza a mostrar señales de enrojecimiento, está enojada, pero, también, luchaba por no reír al ver que Gustavo tiene un short manchado en la cabeza; se supone que las mujeres se avergüenzan de estar en esa situación con un chico, pero Ashley solo pudo soltar una carcajada. Cuando el chico abrió los ojos se encontró con una chica partiéndose en dos de risa, ella... reía.

<<Algunos desastres tienen hermosa sonrisa, pero esa sonrisa es un hermoso desastre.>>

Era la primera vez que una de sus borracheras termina de ese modo. Sin mucho ánimo se levantó de la cama mientras ella amenaza con fotografiarlo, entonces comprendió por qué la risa tan poco femenina y nasal de la chica suicida al verse en el espejo. Luego de quitarse el short sucio de encima se encontró ayudando aquella chica llena de pecas a recoger la ropa sucia, Gustavo no había visto antes sus pecas debido al excesivo uso de maquillaje que utiliza Ashley para ocultarlas.

— Gracias —la escucho decirle mientras bajan las escaleras. —¿Tienes hambre?

—¿vas a envenenarme? —interrogó desconfiando de la bondad de Ashley.

—Si quisiera hacerte un favor, te hubiera lanzado yo misma del puente, ¿no crees?

—¡Wow!, ¿sabes conversar?—. Alzó la voz, pero Ashley le cubrió la boca antes de que siguiera subiendo el volumen de su voz.

—¡Joder!, no grites, mi madre sigue dormida—. Se detuvo unos cuantos escalones antes de llegar al primer piso y volteo a mirar a Gustavo —¿Qué número calzas?, ¡estas cosas parecen un barco! —Dijo mirando hacia sus pies.

—No es mi culpa que literalmente seas "Pitufina", si no te gustan mis preciosas botas ¿Por qué te las pones?

—fue lo primero que encontré, pero ¿¡no sabía que con tus botas podía cruzar desde USA hasta RD!?

Una vez terminaron de bajar las escaleras, Gustavo miró cuanto pudo, parecía un pirata en busca de oro; lo primero que noto es que no hay muchas fotos y menos de Ashley, pero lo que llamo su atención fue lo rígida que parecía Ashley por momentos.

<<Esa mujer es el diablo, y yo ya estoy condenado a quemarme en su infierno>>

Cuando llegaron a la cocina observo como ella duda un instante y luego le brinda lo que notablemente es un desayuno rápido; ella regresó con él después de unas cuantas vueltas a la cocina, llevando la comida y la bebida.

—¿Lo escupiste? —su tono es burlón, pero se mostró serio.

—No.

—Sé que soy un perro, pero, no es para que te lo tomes tan literal... ¿Es un plato para perros?

—¡Sorry! No sé si tienes la vacuna puesta —respondió usando el sarcasmo que tanto usa Gustavo.

—¿Cómo estás? —pregunta devorando el primer bocado.

—¿¡No debería preguntarte eso yo a ti Ghost!? —respondió evitando la pregunta.

—No me iba a suicidar si es lo que piensas, solo estaba tratando de ver con tus ojos —respondió con la boca llena de comida —¿Por qué me responde tan amable?—. Gustavo notó como Ashley cambió el peso de su cuerpo al pie izquierdo, mostrándose nerviosa o quizás ansiosa.

—Me dio la impresión de que querías suicidarte.

—¿Por qué estabas en el puente? —Pregunto con la boca llena y sin una pizca de modales.

La pregunta la sorprendió, dudo unos segundos mientras se muerde el labio y se retuerce disimulando lo que llevaba cargando por dentro, luego soltó aire:

—Porque la muerte me seduce, sus frías caricias me llaman a un glorioso descanso, en sus oscuros ojos me pierdo tal como es mi deseo de nunca despertar, en la niebla donde nadie me encuentra, donde al fin nadie llegue a mí.

Por un breve instante ambos se miraron fijamente, reconociéndose el uno al otro. Se dice que los ojos son la ventana del alma y ellos pudieron dar un pequeño vistazo al alma del otro, percibiendo los fragmentos de: dolor, amor y algo más... un sentimiento nuevo para ambos. Hermosa escena interrumpida por el ruidoso estómago de Gustavo que parece no tener fondo.

—¿me pasas el ketchup? —soltó de su boca rompiendo toda tensión romántica.

Tras continuar su conversación con temas triviales, Ashley reconoció no tener vida propia más que lo cotidiano y aburrido de su día a día: tiene una rutina, desde la facultad a la casa, para cuidar de su madre.

—¿Cómo podemos ser aves, si no nos atrevemos a abandonar el nido? Esta rutina es tu jaula y te está carcomiendo, debes dejar de ser tan conformista y comenzar a ser funcional o te quedarás estancada—. Las palabras de Gustavo son duras, pero, cálidas para el corazón de Ashley.

Al escuchar las palabras de su nuevo amigo, Ashley comenzó a desear un cambio por primera vez. Gustavo miró el reloj en su móvil y con exaltación dijo: — ¡coño!, ¡va a matarme...! ¡Aizawa está loco y no sé qué me hará esta vez si llego tarde! Debo irme, ¿Dónde está Cleotilde? —preguntó terminando el vaso de jugo de un trago mientras Ashley lo mira desconcertada.

—Disculpa... ¿Quién?—. Gustavo la miró, comprendió que no entendía su pregunta.

—Mi moto, mujer, amante, compañera ¿Dónde la estacionaste? —interrogó un tanto inquieto.

—¿No lo recuerdas? Te emborrachaste y la lanzaste por el puente de camino acá—. El rostro del chico palideció, más que humano, ahora si le hace honor a su apodo. —¡Venga chico!, no te mueras, que es broma, la oculte en el cobertizo bajo la escalera.

El alma de Gustavo abandono su cuerpo a medias, por culpa de esa estúpida broma. Salieron de la casa en busca de la moto, una mañana soleada les golpeo el rostro por lo que ambos se cubrieron las caras con las manos mientras avanzan. Gustavo no podía creer como esa chica había conseguido rasguñar tanto la moto en unas tres cuadras de distancia, es obvio que es un peligro andante, que se transforma en una especie "Ghost Rider" para los que estuvieran en el mismo carril, cundo conduce.

Ashley insistió en sacar la moto, a lo que Gustavo no protestó, ni siquiera se molestó en llevarle la contraria, algo extraño tratándose de él. Mientras saca la moto del cobertizo, terminó chocando un estante y provocando que varias latas de pintura mal tapadas caigan contra ella y la moto, quedando manchada, incluyendo las tan amadas botas de Gustavo. Cualquiera se hubiera enojado, pero lo único que Gustavo hizo fue vengarse con el mismo ataque de risa que ella tuvo esa mañana.

<<Él la percibía como un arte... el Arte de no encajar en mundo, temblar soledad, eran piezas mismo puzzle.>>

—deja y te ayudo—. Ghost se encontró con una chica a la defensiva, temblorosa como si quisiera ocultar su miedo —descuida no te haré nada, los fantasmas no podemos hacerle daño a los mortales —le insistió ayudándola a quitar la pintura de su rostro.

—tu moto, yo... —el leve tartamudeo de Ashley fue interrumpido por Gustavo.

—No te preocupes por ella, más bien me preocupo por ti —susurro con tono dulce y sin pensar en sus palabras, sorprendiéndose a sí mismo por mostrar preocupación por otro ser vivo que no fuera el mismo.

Se quedaron nuevamente mirándose sin decir o hacer nada, el silencio fue protagonista unos minutos hasta ser interrumpido por uno: —aunque no le queda mal el nuevo look que tiene, además le combinan las botas —dijo tratando de calmar la tensión entre ambos.

Ashley no encontró otra forma de reaccionar que simplemente reírse de lo tonto que puede llegar a ser Gustavo.

Sin más que un ademán Gustavo se alejó, mientras Ashley volvió a la casa con una tierna sonrisa dibujada en su rostro al enviar un texto —¿Podemos vernos hoy?

Mientras la alegre Ashley retorna, Gustavo le toma una hermosa, pero desastrosa fotografía.

Al entrar a la galería sonrío al ver la maravillosa imagen de una chica vistiendo un cómodo conjunto casero, acompañado de unas gigantescas botas empapadas de pintura multicolor; su corta cabellera gotea, pintura verde y blanca y su hombro está manchado de rojo y otros colores, cubierta de la cabeza a los pies. Parece una auténtica obra de arte, una que él capturó en imagen y puesto como fondo de pantalla.