En la espaciosa habitación, Xiao Yan, quien estaba sentado de piernas cruzadas sobre la cama repentina y gradualmente abrió sus ojos. Él apretó su puño con fuerza y suavemente dijo:
—Es hora de proceder con el paso final.
Xiao Yan frotó suavemente el anillo negro en su dedo. Luego de eso, él inmediatamente usó sus dos manos de forma gentil para levantar de sus muslos a la pacífica Pitón Engullidora de Cielos y colocarla en la cama. Su dedo presionó su pequeña cabeza mientras le decía con una sonrisa:
—Pequeña, espera tranquilamente aquí. No me causes ningún problema. Si es posible, puedes ayudarme a vigilar. No dejes que nadie me interrumpa, ¿entiendes?
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