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CAPÍTULO 44 REVELACIONES

Perspectiva: Agis.

Mirusmari, Maris 29 de September del 1575.

Después de vivir por más de 2 meses en la Capital Imperial, debo decir que me he acostumbrado por completo a su tecnología y estilo de vida, además, conozco bastante bien la ciudad, al punto en que puedo ir a cualquier lugar sin perder el camino, ni pedir indicaciones; ni siquiera logré conocer tan profundamente a Patet, Novadiulco o Leocadio. Esto es gracias a mis constantes salidas a diversos bares, restaurantes, balnearios, parques de atracciones, entre otros sitios, acompañado de mis chicas junto a mi amigo Bel Soler y sus esposas; en verdad, me he divertido mucho últimamente, agregando que mi relación con todas mis mujeres, especialmente con Leta y Aurora, ha mejorado notablemente, como si fuéramos una familia desde hace muchos años. Incidentalmente, Leonora y Aurora son las que se han encargado de correr con los gastos en la mayoría de ocasiones, ya que Bel no gana lo suficiente, y el dinero que poseo, se usa para las necesidades más importantes, como la alimentación, el aseo, por mencionar algunos.

En lo que respecta a mi estado de salud, no podría decir que me encuentro bien, ya que los investigadores y curanderos del Hospital Novosperare, uno de los mejores del continente Humus, están muy lejos de hallar la manera de romper mi maldición. A pesar de esto, consigo soportar el sufrimiento y sobrellevar mi apariencia desagradable; obviamente, no es nada sencillo, aun cuando consumo varios medicamentos, y tengo alta resistencia a los ataques de dolor. En honor a la verdad, la razón por la que estoy "sano", en el sentido de mantener mi cordura y ser optimista en esta situación, es gracias a mis chicas, quienes nunca se apartan de mi lado, estando conmigo en las buenas y en las malas, sin mencionar los servicios y cuidados que me proporcionan, sin reprocharme nada; realmente, ellas son un gran apoyo para mí, y la única luz que puedo ver cuando todo está nublado por el sufrimiento.

Por otro lado, la convivencia con 9 mujeres que requieren constantemente de tu atención, no es nada fácil. Debo decir que Leta es la más demandante en todos los aspectos; odia separarse de mí, o perderme de vista, llegando al punto de acompañarme a donde sea, incluso al baño, esperándome ansiosamente atrás de la puerta; continuamente intenta seducirme, usando atuendos muy reveladores, y hablando abiertamente sobre temas sexuales, sin una pizca de vergüenza o delicadeza, sin contar que, como miembro de la raza Marinus, posee la cualidad racial Telepatía, por lo que no para de enviarme mensajes muy atrevidos, cosas que, francamente, nunca creí "escuchar" de una dama; en verdad, estoy empezando a pensar seriamente que las mujeres son varias veces más pervertidas que los hombres.

Según las propias palabras de Leta, está padeciendo algo que denominan en su especie como Adicción Sexual, un estado que solo sufren las mujeres de esta raza, que consiste en experimentar un intenso deseo sexual por su hombre de manera constante, que no decae durante un largo periodo de tiempo, e incluso es posible que nunca desaparezca, ya que afecta el cuerpo y la mente, alterando la sensación de placer, y la secreción de hormonas. Por lo visto, es un proceso por el que pasan todas las chicas que tienen sexo por primera vez; debido a esto, una sirena solo puede estar con un hombre en toda su vida, pues esta condición deja secuelas físicas y mentales, impidiendo que desarrollen amor y satisfacción sexual con un hombre diferente; en otras palabras, es algo muy similar a la Dependencia que tienen las Gelum, pero mucho más fuerte.

Al escuchar semejante disparate, me vi en la obligación de contactar a Sinrael, la madre de Leta, quien me confirmó este hecho con mucha vergüenza; adicionalmente, me dijo que esta condición dura una o dos semanas al principio de la relación, pero, como ya van más de dos meses, implica que será permanente, y no tengo más remedio que adaptarme, pues tratarlo con drogas o magia, resulta en un daño irreparable a la cordura de la sirena; sin embargo, me aseguró que Leta necesita un poco más de tiempo para "controlarlo", de tal manera que su deseo sexual se muestre en momentos específicos, o algo así.

Con lo anteriormente dicho, debo hacerlo una o dos veces con esta sirena cada día, de lo contrario, me atormentará con mensajes telepáticos muy pervertidos, insinuaciones descaradas, y otros comportamientos bastante desvergonzados; obviamente, tener sexo una o dos veces, no es suficiente para ella, por lo que siempre me dice que podríamos continuar hasta el límite de nuestra resistencia. Hablando del sexo en cuestión, no puedo negar que es muy satisfactorio y placentero, Leta es una chica muy complaciente, con un cuerpo extremadamente sensual, además, siempre hace lo que digo sin cuestionar, y es increíblemente abierta a cumplir mis fetiches, por lo que supongo que compensa todos sus puntos negativos; también me gusta su personalidad alegre, tranquila, obediente, curiosa, optimista, agregando que es amorosa y directa, por lo que estoy feliz de tenerla como mi esposa, en verdad, cuando veo su sonrisa, pienso que todo ha valido la pena.

Actualmente, me encuentro en la piscina de la mansión, acompañado por mis chicas; naturalmente, están en traje de baño, exceptuando a Leta, quien se encuentra nadando sin ropa en su forma original; esta sirena no tiene ningún problema con que la vea desnuda, de hecho, si dependiera de ella, permanecería así todo el tiempo. Como miembro de la raza Marinus, debe regresar a su forma original regularmente, o de lo contrario, perderá gradualmente su destreza para nadar, y empezará a sentirse incómoda al respirar bajo el agua, similar a cuando te olvidas de tocar un instrumento, o no recuerdas con claridad algún conocimiento. En consecuencia, cada 6 o 7 días, Leta realiza esta actividad mientras la observo, y en algunas ocasiones, nadamos juntos; justo ahora, ella se muestra muy alegre, al tiempo que se mueve libremente en el agua, ejecutando saltos impresionantes, al más puro estilo de un delfín.

- [Agis, ¿quieres que haga un salto bien alto? – Leta me habla telepáticamente]

- [A ver, hazlo. – le respondo en tono curioso]

- [Presta atención… – lo dice con voz de anticipación]

Luego de estas palabras, la sirena salta varios metros, y realiza un giro extraordinario; dudo que algún clavadista profesional pueda hacer lo mismo; lógicamente, al ingresar con fuerza en el agua, salpica a todos los presentes. Leta es capaz de nadar con tanta libertad, gracias a su capacidad racial para manipular el agua, con la cual, controla la fuerza, dirección, y básicamente, todo aspecto de este elemento, permitiéndole desplazarse a gran velocidad, y hacer movimientos que ni siquiera los peces pueden lograr.

- [¿Te gustó? – me pregunta con expectación]

- [Fue increíble. – lo digo con admiración]

- [Ejejejejeje, puedo hacer todos los que quieras, y otras cosas más. – lo dice en tono provocativo]

- ¡Oye! – habla Aurora con el ceño fruncido – ¡Mojaste mis alas! ¡No hagas eso de nuevo! – le grita a Leta.

- ¡Lo siento Aurora! ¡Pero Agis quiere que haga más saltos! ¡Así que no puedo evitarlo! – Leta habla en voz alta.

- ¡Entonces no lo hagas tan cerca! – grita una vez más con molestia.

- [Ese demonio es una aguafiestas. – habla con fastidio]

- [No digas eso, podrías alejarte un poco, no tienes que molestarte. – lo digo en tono calmado]

- [Ya que mi Agis lo dice. – habla con alegría]

La sirena continúa realizando increíbles saltos y clavados durante varios minutos. Cuando Leta regresa a su forma original, su aspecto cambia notablemente: aparecen escamas de color verde azulado en todo su cuerpo; así mismo, las uñas de sus manos y pies, se alargan considerablemente, y se genera un extraño tejido elástico entre sus dedos, permitiéndole nadar con más facilidad. En lo que respecta a su rostro, no es muy diferente, exceptuando que las pupilas de sus hermosos ojos azules, se dilatan muchísimo, y posee unos filosos dientes de sierra, dando una impresión algo intimidante. Como cabría esperar de una sirena, desarrolla agallas en las costillas y a los lados del cuello; si a ello sumamos su piel bronceada, y que siempre trenza su bello cabello de tono turquesa para nadar, Leta se ve como una diosa del mar, o al menos, eso es lo que pienso.

Otro punto a destacar, es que las escamas de las sirenas son realmente resistentes, pues un cuchillo normal es incapaz de penetrarlas, e increíblemente, Leta puede alterar su tonalidad, tornándolas muy oscuras, haciendo imposible ver a través de ellas, o transparentes, exhibiendo la desnudes típica de una chica, incluso es capaz de hacerlas desaparecer a voluntad, acentuando más este aspecto. Huelga decir que las sirenas de Alfa, no tienen ningún tipo de aletas como podría pensarse, o cosas similares; en realidad, exhiben una apariencia muy humana, que dista bastante del estereotipo de sirena, ese con la parte superior de mujer, y la inferior de un pez. Por último, debo decir que sus atributos físicos, permanecen igual, por lo que el tamaño de sus pechos es 100% natural.

- Agis, dile algo, ¡Ella lo está haciendo apropósito! – Aurora habla con tono exigente.

- Tranquila preciosa, ya le dije que se alejara, no tienes que molestarte tanto. – me muestro amable y tranquilo.

- Lo siento, es solo que a veces no puedo con esa sirena. – lo dice mientras se acerca y presiona mi brazo contra sus pechos.

Para los demonios, sus alas son una parte muy importante del cuerpo, en cierta medida, podría decirse que son como un par de brazos extra; en consecuencia, son muy cuidadosos y no permiten que cualquiera las toque, especialmente si son de plumas, justamente como las de Aurora. Un detalle a destacar sobre esta raza, es que hay subespecies que no poseen alas, y no todos tienen la misma tonalidad; mi chica las tiene de color negro, pero he visto a muchos demonios con plumas blancas, amarillas, rojas, y en general, de cualquier color que se pueda imaginar; tampoco son el único tipo que existen, las de algunos son idénticas a las de un murciélago, y las de otros tienen una apariencia extraña, y están compuestas de carne, o un tejido elástico, similar al cartílago; francamente, es muy difícil de explicar.

- No te preocupes… – lo digo con una sonrisa – ¿no vas a secar tus alas?

- En un momento, déjame estar un rato así… – habla con voz cariñosa.

- Está bien.

Desde que acepté los sentimientos de Aurora y nos casamos oficialmente, su actitud cambió en 180 grados, mostrándose muy cariñosa y juguetona, agregando que le encanta estar a mi lado, y hablar de cualquier tema trivial; por supuesto, ya no se dirige a mi como "Señor Agis", normalmente me llama por mi nombre con tono informal, y otras veces me dice "cariño", "mi amor", "querido" e incluso, "mi vida", de manera muy afectuosa. Que puedo decir, Aurora resultó ser una chica muy dulce y romántica, cosa que nunca pensé al principio, pues la mayor parte del tiempo, es una mujer tranquila, inteligente, calculadora, por mencionar algunos aspectos de su personalidad.

- Ayer hice un bonito accesorio con mis plumas, creo que es una de mis mejores creaciones. – Aurora habla en tono casual.

- Más tarde me lo muestras, me encantan tus artesanías. – lo digo con una sonrisa.

- Jejejejeje, te sorprenderás… – ríe con emoción y presiona mi brazo con más fuerza.

Similar a cuando se nos cae el cabello al peinarnos, recostarnos, y con cualquier otra actividad o circunstancia, las alas de Aurora constantemente sueltan plumas; cada vez que esto ocurre, las recoge y usa posteriormente para crear bellos adornos. Al igual que las alas de las hadas, las plumas de demonio son valiosas, gracias a sus capacidades como conductor mágico, ya que pueden soportar altas concentraciones de Unidades Mágicas sin deteriorarse; por supuesto, no se puede olvidar su llamativa apariencia. Como es de esperar, los demonios también son quisquillosos sobre quien las toma y que hacen con ellas, sin mencionar que arrancarle una pluma, constituye una terrible ofensa, y provoca un dolor comparable a cuando te quitan una uña.

- Demonio, ya es suficiente, te pegas mucho a Agis. – Camelia interviene con muy mal humor.

- Camelia, no hagas un alboroto. – lo digo con humildad.

- Mi vida, ahora si voy a secar mis alas, así que me voy a apartar un momento. – la vampira me suelta y toma distancia.

Mientras Aurora se aleja, observo como extiende sus majestuosas alas; a primera vista, cualquiera pensaría que son como las de un ángel, pero, yo no diría eso. En realidad, son una extraña combinación entre las de un halcón y un águila: tienen una increíble envergadura de 3 metros, al estilo de las águilas más grandes; adicionalmente, poseen una hermosa forma cónica, similar a las del halcón peregrino. Cabe decir que es todo un gusto tocarlas, porque si, ya lo he hecho, y soy el único al que se lo permite. Aunque conozco a esta vampira desde hace tiempo, nunca antes había pensado en la belleza de sus alas; supongo que esto se debe a que, en ese entonces, estaba preocupado creyendo que podría descubrir que soy un reencarnado; sin embargo, ahora compartimos momentos muy apasionados, y no puedo negar que me gusta mucho.

Encontrándose a una distancia prudente, la demonio sacude sus alas, al tiempo que les inyecta Unidades Mágicas, ya que inmediatamente se vuelven rígidas. Normalmente, las plumas de los demonios son suaves y frágiles, con cierto grado de impermeabilidad; no obstante, al imbuirlas con magia, tienen la capacidad de endurecerse hasta el punto en que se vuelven extremadamente filosas, además de resistir fuertes golpes y estocadas; obviamente, permiten el vuelo e incrementan su impermeabilidad, de manera que es imposible que se mojen, o sean consumidas por el fuego y otras sustancias dañinas. Aurora cuida muy bien de sus alas y plumas, ya que cuando se baña, tarda un buen tiempo limpiándolas y secándolas; otro punto a destacar, es que tienen un agradable olor a flores silvestres, muy distinto de su cabello, que posee una dulce fragancia como a vainilla.

Aurora detesta que sus plumas se mojen o ensucien innecesariamente, ya que esto las va deteriorando con el tiempo, acelerando su muda; esto supone un inconveniente, teniendo que volver a acicalarlas y perfumarlas. Normalmente, tienen un olor neutro, pero rápidamente pueden adquirir el aroma del sudor y el polvo, algo que resulta difícil de cambiar. Naturalmente, Aurora puede mover sus alas como si se tratasen de sus extremidades, y sumando sus poderes de transformación, es capaz de encogerlas hasta el punto en que parecen las de una pequeña ave; de esta manera, es posible desenvolverse como un humano, sin que le estorben, después de todo, los demonios sí que sienten dolor, picazón, ardor y demás molestias en sus alas; incluso pueden sangrar, sufrir fracturas, entre otras heridas.

- Solo está presumiendo… – Camelia lo dice con tono molesto – mis alas son más bonitas y superiores, no tengo que preocuparme por secarlas o limpiarlas; en verdad, las alas de los demonios no tienen nada bueno.

Cabe aclarar que las hadas también pueden expandir y encoger sus alas, aunque casi siempre las mantienen extendidas, ya que son más pequeñas, no tienen terminaciones nerviosas en ellas, y pueden regenerarlas en caso de sufrir daños; por tanto, no les importa si se doblan o rasgan; obviamente, les duele cuando se las halan o arrancan. Algo que siempre me ha parecido muy curioso sobre las alas de las hadas, es que están compuestas por un material similar al plástico, pero no tiene ningún olor, nunca se ensucian y son completamente impermeables; como resultado, el cuidado que las hadas proporcionan a sus alas, es prácticamente nulo. Dicho esto, Camelia tiene un par de hermosas alas esmeralda en forma de mariposa, sin contar que las hadas pueden volar a mayor velocidad, por lo que realmente no tiene nada que envidiarle a Aurora.

- Ya estoy lista… – Aurora se acerca luego de secar sus alas, y me toma del brazo nuevamente, mientras sonríe alegremente, provocando a Camelia.

- ¡Tú! ¿Estás retándome? – Camelia lo dice con rabia.

- Cariño, Camelia está intentando atacarme de nuevo. – la vampira lo dice con un exagerado rostro de espanto, pegándose a mí aún más.

- Camelia, ya te dije que no me gusta verlas pelear… – me separo de Aurora y me aproximo al hada – ¿Quieres ser una buena chica? Te prometo que te recompensaré… – luego de estas palabras, le doy un beso en la boca.

- Está bien… – el hada habla con vergüenza – lo haré por ti, te amo más de lo que detesto a ese demonio. – después de decir esto, Camelia se aleja, sin causar más problemas.

A pesar de todos mis intentos por lograr una buena relación entre Aurora y el resto de mis chicas, todavía no lo consigo; Camelia no tolera a la vampira, interviene cada vez que puede para molestarla, y habla muy mal de ella con las demás, haciendo difícil llegar a la armonía cuando ambas están en el mismo lugar, algo muy cotidiano; cabe aclarar que no todas mis mujeres sienten aversión por Aurora, pero el hada pone bastante empeño en enemistarlas de alguna manera. Sumado a esto, se encuentra Leta, quien le tiene tirria por un motivo que no me quiere decir; para rematar, el sentimiento es mutuo, por lo que existe una rivalidad muy marcada entre ellas. Como resultado, la demonio no termina de llevarse bien con ninguna, y muchas veces se genera un ambiente incómodo cuando interactúan en el día a día; no obstante, soy optimista, y espero que esto se solucione por sí mismo con el paso del tiempo; por supuesto, no voy a desistir de mis intenciones.

- Agis, perdóname por molestarte con mis problemas, en verdad quiero reconciliarme con Camelia, pero ella es muy terca. – lo dice con vergüenza, al tiempo que me toma del brazo nuevamente.

- No importa, solo necesita tiempo, las hadas son muy rencorosas. – digo esto mientras acaricio su cabeza y toco sus cuernos.

- Sí… – hace una pausa – pero sabes, yo también quiero que me beses. – habla con voz tierna, y procede a poner sus labios sobre los míos.

El impulso sexual de Aurora, comparado al de Leta, Leonora, Camelia y el otro par de hadas, no es tan alto; de hecho, puedo afirmar que no es diferente al de un humano promedio. Sin embargo, esto no cambia que es una chica muy lujuriosa a la hora de hacer el amor, ya que le gusta mucho practicar toda clase de posiciones, hacerlo en cualquier lugar, e incluso usar ropa erótica; francamente, Aurora es una diabla en la cama, en el sentido literal y figurado. Personalmente, me encanta esa faceta de ella, y disfruto bastante del sexo, sin olvidar que Aurora es una mujer extremadamente hermosa; en verdad, estoy viviendo una época de ensueño, teniendo a mi lado un grupo numeroso de bellas doncellas, que están dispuestas a hacer cualquier cosa por mí.

- Agis, yo… – Aurora habla con timidez – yo tengo sed.

- Ya veo… – realizo una pequeña sonrisa – puedes beber un poco, pero no te excedas, ¿de acuerdo?

- ¡Ya se controlarme! No tienes que recordármelo… – lo dice con vergüenza, y luego procede a morderme en el cuello.

Si Leta tiene su problema de Adicción Sexual, el de Aurora es adicción a mi sangre. Es bien sabido que a los vampiros les gusta la sangre humana, pero Aurora posee una especial predilección por la mía, aun cuando podría beber la de Nona, Filis o Sylvia; no obstante, según ella, mi sangre es mucho más deliciosa, llegando al punto en que prefiere alimentarse exclusivamente de mi líquido vital, prescindiendo de la comida convencional. Lógicamente, esto representa un inconveniente, ya que existe una alta probabilidad de que desarrolle dependencia, y en el peor de los casos, es posible que reciba una maldición divina; aunque no creo en los 6 Dioses, es mejor prevenir que lamentar. En consecuencia, solo le permito beber un poco de mi sangre de vez en cuando, para que esto no ocurra; también la estoy obligando a comer los alimentos preparados por las chicas.

- ¡Uff! – exhala un suspiro de satisfacción – Mi amor, tu sangre es tan deliciosa como siempre… – hace una pausa – ¿quieres dejarme beber un poco más? Yo estoy dispuesta a hacer cualquier cosa que me pidas. – lo dice en tono tentador.

La sangre humana tiene un efecto estimulante en las otras razas, incrementando ligeramente su excitación, similar a un afrodisiaco; por supuesto, también proporciona mejoras físicas como aumento de fuerza, y ayuda mucho a recuperar el aliento rápidamente. Como resultado, Aurora siempre se muestra muy lasciva e intenta seducirme sin considerar la situación; obviamente, este no es el momento para eso, así que tendré que rechazarla, aunque lo tome a mal, además, los efectos de la sangre solo duran poco más de una hora, por lo que pronto recuperará el sentido.

- Ahora no, preciosa, lo haremos en otro momento, ¿entiendes? – lo digo mientras toco su cuerpo con delicadeza.

- Si… – asiente – lo entiendo, pero quiero pasar esta noche contigo. – me abraza con cariño.

- De acuerdo. – accedo sin cuestionarla.

Ya que mi número de esposas ha incrementado, las chicas y yo nos hemos reunido para conciliar la forma en la que se llevaran a cabo nuestras relaciones, citas, y básicamente, todo lo que implica "vivir en pareja", por decirlo de alguna manera. Gracias a que ahora mismo estoy tomándome un largo descanso, puedo satisfacerlas sin problemas, además de invitarlas a salir frecuentemente; por tanto, tengo el lujo de decidir con quién, o con cuantas pasar la noche, algo que sin dudas es increíble. Anteriormente, existía lo que se podría denominar como una agenda, u horario que debía acatar con bastante exactitud, y eran muy raras las ocasiones en las que podía elegir entre dos actividades, o con cual de mis chicas pasar el rato. No obstante, una vez retome mi profesión como aventurero, de nuevo tendré que ceñirme a dicha agenda, por tanto, debo aprovechar estos momentos al máximo.

- Mi Amor, – Leonora se acerca – ¿seguro que no vas a ir a la Catedral Episcopal de la Diosa Fenicia? Esta mañana estabas muy ansioso de ver a la Santa en su celebración de bienvenida. – lo dice en tono curioso.

- Katherine llegó a la ciudad hace unas horas, debe estar muy ocupada, y probablemente quiera descansar después de terminar todos sus deberes. – hablo con humildad – No hay necesidad de precipitarme, puedo ir otro día.

Cuando me enteré que Katherine regresaría a la Capital Imperial, me emocioné mucho, así que asistí con mis chicas a la celebración de bienvenida; en verdad me sentí muy feliz al verla llegar por el portal, y saludar con una sonrisa a sus fieles; en seguida recordé mi segunda infancia con ella, realmente fueron momentos muy alegres, donde todo era perfecto: Leila estaba viva, no tenía responsabilidades, estaba aprendiendo cosas increíbles sobre un nuevo mundo, y era mucho más optimista que ahora. Francamente, en ese entonces disfruté mi niñez con más intensidad de lo que lo hice en la Tierra, y aunque también pasaron cosas malas, creo que no son nada en comparación a todo lo bueno y maravilloso que viví.

- Agis, – interviene Aurora – ¿Estás enamorado de la Santa? – me pregunta sin miramientos.

Para ser sincero, no tengo sentimientos románticos por ella, más bien, la veo como una importante amiga, justo como Bel; naturalmente, no puedo ignorar el hecho de que se ha convertido en una mujer muy atractiva, pero, la razón por la que solicité una reunión con ella, me presenté en su bienvenida, y constantemente me informo de su paradero, es primeramente porque la considero alguien especial con quien viví momentos mágicos, y no estaría mal reencontrarnos para hablar del pasado, al igual que hice con Bel; luego se encuentra nuestra promesa que, a pesar de ser una tontería de cuando éramos niños, no me cuesta nada cumplirla, sin mencionar que es por ello que estoy aquí, de lo contrario, hubiera viajado a otro lugar, como el país de los gigantes o dragones.

- No, solo pienso en ella como una importante amiga, al igual que Bel. – expreso mis pensamientos.

- ¿No has pensado que la Santa podría estar enamorada de ti? – Leonora me pregunta con tono serio.

Considerando lo ocurrido con Leila, es una posibilidad que no puedo descartar, sin embargo, ¿Cómo es posible que el rayo caiga dos veces en el mismo lugar? El mundo no gira a mi alrededor, solo soy un hombre común y corriente, dejando de lado que he reencarnado. Con mi amada Leila fue diferente, viajamos juntos por mucho tiempo y compartimos momentos inolvidables; en cambio, Katherine y yo nos separamos hace años, perdimos todo contacto, y recordando lo que me dijo Bel, no hay forma en que eso pueda suceder, realmente, no lo creo. Por otro lado, tampoco me acuerdo de haber hecho gran cosa por ella, como para que desarrolle sentimientos de amor por mí; únicamente estudiamos juntos, jugábamos de vez en cuando, y alguna que otra ocasión le di un obsequio, nada que valga la pena destacar.

- Jajajajajaja… – me rio irónicamente – para nada, solo fuimos buenos amigos cuando éramos niños, no hice nada que pudiera ocasionar que se enamorara de mí. – hablo con toda honestidad.

- Mi Amor, parece que a pesar de estar tanto tiempo con nosotras, todavía no entiendes como piensan realmente las mujeres. – lo dice en tono de decepción – Si lo que dices es cierto, no habrían hecho tal promesa.

- Creo que Aurora tiene razón, Agis. – agrega Aurora – Una chica no haría esa clase de promesa sin una razón.

- Lo están pensando demasiado, ¿No creen que a veces hay cosas que no significan nada? – apelo a su lógica.

- Mi Amor, no seas ingenuo; si yo no amara a un chico, nunca me atrevería a prometerle algo semejante como reencontrarnos por los viejos tiempos, o excusas similares. – Leonora responde con sencillez.

- Estoy de acuerdo con Leonora, jamás haría una promesa con un chico, a menos que quisiera tener algo con él; – Aurora habla con naturalidad – no conozco bien las costumbres de los humanos, pero eso es una propuesta muy seria para un demonio.

- Agis, – habla Sylvia – nosotras pensamos que su Santidad tiene algún sentimiento de amor por ti.

- Ya veo… – me muestro pensativo – ¿No están exagerando un poco? ¿Acaso un hombre y una mujer no pueden ser buenos amigos? – les pregunto acudiendo al sentido común.

- … – mis chicas se quedan en silencio.

Observo a mis chicas, todas están prestando atención a esta conversación, incluso Leta dejó de nadar para acercarse. Justo ahora, se miran entre ellas con una expresión de incomprensión y extrañeza; en ese momento, un fugas pensamiento pasa por mi cabeza, y empiezo a creer que, tal vez, mis mujeres creen que estoy loco por pensar de esta manera.

- Mi Amor, creo hablar por todas al decir que no puede existir tal cosa como una buena amistad entre un hombre y una mujer; – Leonora habla con honestidad – cuando un macho y una hembra interactúan, casi siempre es con un propósito reproductivo, o un interés de algún tipo, ¿Acaso me vez a mí, o alguna de nosotras relacionarnos con otros hombres?

- … – veo a mis chicas con estupefacción.

- Tal vez entre los 5 y 8 años podría haber algo parecido, pero después de eso, una chica sabe bien lo que quiere y siente; esto aplica para todas las razas, ¿verdad? – cuestiona a las demás, y ellas asienten.

- No… – niego con la cabeza – sí se puede, estamos nosotros como ejemplo; – señalo a varias de mis chicas – tú y yo fuimos amigos antes de que te enamoraras de mí y nos casáramos; – le hablo a Leonora – es lo mismo con Aurora, era una amiga y en algún punto desarrolló sentimientos por mí; es más o menos parecido con Camelia, ¿no?

- Yo era tu Esclava Voluntaria, y todos aquí saben la razón de eso; me gustaste desde el principio, de lo contrario, nunca me hubiera acercado a ti. – Leonora responde con claridad y firmeza.

- Debo admitir que me acerqué a ti, solo por que eras fuerte, pero me pareciste muy apuesto al principio, y rápidamente me enamoré, de no haber ocurrido eso, yo no habría intentado conocerte más, ni socializar tanto. – Aurora habla con franqueza.

- Aunque no me gustaste de inmediato, caí rendida ante ti en muy poco tiempo; ¿y cómo no podría estarlo? Salvaste mi vida. – Camelia lo dice con felicidad y un poco de vergüenza.

- De todas formas, si es posible, ¿Acaso no me llevo bien con las esposas de mi amigo Bel? – insisto en mi planteamiento.

- No es lo mismo, ellas solo te hablan y son amables porque eres el amigo de su esposo, igual que lo hacemos nosotras con él, de lo contrario, ¿Por qué deberíamos perder el tiempo con un hombre que no queremos? ¿cierto? – lo dice como si fuera algo obvio.

- Sí… es cierto… la Señorita Leonora tiene razón… – todas mis chicas responden al mismo tiempo.

- Mi Amor, no seas necio, debes admitir que tengo razón.

- No, no es cierto… – me niego a creerlo – te digo que es posible, porque lo he visto antes, y debe ser lo mismo ahora.

Sería un idiota si dijera que lo he visto en la Tierra, pondría una soga sobre mi cuello; y aunque este es otro mundo, no es posible que las relaciones entre hombres y mujeres, puedan resumirse en reproducción e interés; simplemente, no voy a aceptarlo. Como un reencarnado, he vivido muchos años, no puedo ceder en esto, de lo contrario, estaría admitiendo que todas mis amistades pasadas, fueron inútiles.

- Mi Amor, ya te lo dije, la amistad que creías tener con tus compañeras en la Escuela Básica, o con las vecinas de tu villa natal, no cuentan realmente; – Leonora no cambia de opinión – un niño no sabe lo que en verdad es el amor, la amistad, el matrimonio, etc. etc… – hace una pausa – pero está bien, puedes seguir creyendo en eso, te amaré de igual manera, pero no me gusta verte engañado por otras mujeres; te aseguro que cuando te encuentres con esa Santa, entenderás que tengo razón. – lo dice con confianza.

- … – solo puedo guardar silencio ante tales palabras.

Como si fuera salvado por la campana, el sonido de un timbre interrumpe nuestra conversación; esto significa que hay visitas, probablemente, son Bel y sus esposas.

- Yo iré… – Filis lo dice mientras corre a ver quién es.

- Mi Amor, podemos continuar con esta charla después, no quiero discutir contigo, dejémoslo de este tamaño, ¿sí? – se acerca y me da un beso lleno de amor.

- Bien… – asiento.

- Solo es una diferencia de opinión, no hay que armar un drama. – Aurora habla con tono informal.

- Si… – respondo secamente.

En pocos minutos, Filis regresa con un rostro lleno de sorpresa; probablemente, alguien importante quiere verme, o tal vez ocurrió un evento inesperado.

- ¿Quién es, Filis? – le pregunto con duda.

- ¡Es la Excelentísima Apóstol Marselia! – lo dice con tono impresionado.

- ¡¿Qué?! – todos excepto Leonora, nos mostramos sorprendidos.

- Dice que Su Santidad Katherine, desea reunirse contigo en la Catedral Episcopal de la Diosa Fenicia de inmediato, y ella va a guiarte.

- Entiendo... – me separo de Aurora – tendré que prepararme. Deja entrar al Apóstol, es de mala educación hacerla esperar afuera; – me muestro serio – y quiero que todas se pongan buena ropa. – le ordeno a mis chicas con firmeza.

- ¡Sí! – todas responden al unísono.

Luego de estas palabras, mis chicas y yo, rápidamente acudimos a nuestras habitaciones para estar lo más presentables posible. Honestamente, esto es demasiado repentino, y tampoco esperaba que la Octava Apóstol viniera en persona; pensé que si se daba la reunión, vendría algún funcionario de la iglesia de bajo rango, pero nunca una personalidad tan importante como lo es Marselia Brau. En pocos minutos, me pongo un atuendo más o menos elegante, y me dirijo a la sala de estar para encontrarme con la Apóstol; al llegar, puedo notar que todas mis chicas ya están ahí, y veo a Marselia esperándome de pie.

- Es todo un honor estar en la presencia de la Excelentísima Apóstol Marselia, soy Agis Jardiel. – lo digo con tono educado al verla.

- Para mí es un gusto conocer al Ilustre Señor Jardiel; – responde con cortesía – puede llamarme Marselia.

- Entonces la Señorita Marselia también puede llamarme Agis. – hablo con amabilidad.

- Muy bien, entonces, Señor Agis, permítame llevarlo ante Su Santidad Katherine, quien desea verlo de inmediato. – lo dice de manera directa con formalidad.

- Por supuesto, aunque, no esperaba que mi solicitud fuera respondida tan rápido, ni que la Señorita Marselia viniera en persona. – expreso mis pensamientos de manera respetuosa.

- Su Santidad Katherine siempre revisa la lista, ella desea reunirse con el Señor Agis, ya que ha escuchado mucho sobre sus grandes hazañas. – lo dice con elegancia.

- Ya veo… – asiento en comprensión.

- ¿Desea que lo acompañe alguna de sus doncellas? – me cuestiona antes de marcharnos.

- … – muevo mi vista a mis chicas.

- Como su tercera es--- – Leta intenta hablar.

- Excelentísima Apóstol Marselia, – Leonora la interrumpe – ninguna de nosotras lo acompañará, espero que pueda perdonarnos. – lo dice en tono de disculpa.

- No hay necesidad; entonces, acompáñeme al carruaje, Señor Agis. – la Apóstol lo dice con amabilidad.

- Si… – me marcho mientras observo a Leonora y Leta.

- … – Leonora me mira a los ojos fijamente.

- [Agis, por favor, regresa rápido, odio separarme de ti, voy a sentirme muy sola, quiero que me toques, me beses, me abraces y me hagas el amor. – Leta me habla telepáticamente]

- [Tranquila, solo será un rato. – le respondo con calma]

Entiendo perfectamente las intenciones de la Princesa Gelum, quiere que compruebe por mí mismo, y sin obstáculos, lo que me dijo hace rato; en verdad, Leonora es una mujer muy audaz cuando se lo propone, agregando que su mirada reboza de confianza.

La Octava Apóstol y yo, salimos de la mansión y subimos a un lujoso carruaje, ni siquiera el que me regaló el Duque Ferrer están opulento. El transporte se pone en marcha, y se produce un silencio incómodo entre los dos; ella solo me observa de pies a cabeza con mucho detalle, y yo intento mostrarme lo más sereno posible. Lógicamente, también realizo una mirada rápida, para no incurrir en su enojo; en términos generales, Marselia es una elfa bastante atractiva, tiene las características orejas puntiagudas de su raza, es de ojos verdes, cabello corto de color plateado, como todas las monjas, y viste una suntuosa túnica blanca. Aunque no es posible ver su cuerpo con claridad, puedo decir que es muy atlético y esbelto, agregando que sus atributos físicos están dentro del promedio, no tan grandes, ni demasiado pequeños.

- ¿El Señor Jardiel es creyente de la Diosa? – rompe el silencio con una pregunta.

- Heee… – pienso detenidamente como responder.

- Sea honesto, no me ofenderé. – lo dice en tono amable.

- La verdad, no creo en los 6 Dioses. – respondo con honestidad.

- Ya veo… – me mira con desencanto – ¿Por qué no cree en los Dioses? Antes de venir, me dijeron que su madre fue una monja de nuestra iglesia, y que es muy creyente; ¿Ocurrió algo que le hizo perder la fe?

- No, es solo que me cuesta creer en entidades divinas sin ninguna prueba. – hablo con timidez.

- Pero si el Señor Jardiel presencia los milagros de los Dioses constantemente, de hecho, justo ahora, se reunirá con una encarnación de los mismos, Su Santidad Katherine. – lo dice con admiración.

- Discúlpeme, Señorita Marselia, pero yo pienso que hay otra razón para explicar los poderes de Su Santidad Katherine, así como todo lo relacionado a la magia, las maldiciones, y básicamente, cada cosa en el mundo. – expreso mi opinión con franqueza.

- Ya entiendo, entonces el Señor Agis es un escéptico. – lo dice en tono certero.

- Si… – asiento.

- Debo reconocer que el Señor Jardiel es muy valiente al pensar eso, pero existen pruebas muy claras; estoy segura que podría verlas si abriera un poco su mente. – lo dice con convicción – Sabe, hace muchos años yo era como usted, pero un día recibí un mensaje divino de la mismísima Diosa Fenicia, me dijo que mi poder es un regalo de su parte, y que debía usarlo por el bien de las 10 razas, y entonces decidí entregar mi vida en la fe. – relata su historia con pasión.

- La experiencia de la Señorita Marselia es muy personal y extraordinaria, no cualquiera es bendecido con semejante revelación; – lo digo con prudencia – y por supuesto que estoy abierto a todos los planteamientos, constantemente reflexiono sobre ello.

- Supongo que el Señor Agis requiere un poco más de tiempo para entenderlo, después de todo, aún es muy joven. – lo dice con tono permisivo.

- Si… – digo esto para no molestar más a la Apóstol.

Continuamos hablando de otros temas triviales y personales: sobre cómo era Katherine de niña, mi estado de salud, mis padres, mis mujeres, entre muchos otros; cabe resaltar que Marselia no desperdiciaba oportunidad para intentar convertirme a su fe, aludiendo a pasajes de las Divinas Escrituras, enseñanzas de los Dioses, la cultura humana y Élfica, por mencionar algunos; seriamente, no entiendo por qué intenta convencerme con tanta insistencia, pero bueno, supongo que como Apóstol, es un detalle que la inquieta bastante. Después de varios minutos, llegamos a la catedral, y me llevó hasta una sala de reuniones muy elegante, con una fina mesa en el centro, cómodos asientos a su alrededor, y toda clase de elementos para sostener una charla amena, desde bellos cuadros decorativos, jarrones con flores exóticas, hasta un armario con bebidas lujosas. En poco tiempo, veo entrar a Katherine vistiendo una exquisita túnica blanca con bordados dorados, haciendo alusión a la luna, el símbolo de la Diosa Fenicia.

- Ka-Katherine… – pronuncio su nombre con nervios y emoción – quiero decir, Su Santidad. – rectifico rápidamente para no ofenderla.

- Está bien, Agis, puedes llamarme Katherine, como siempre. – lo dice en tono amable mientras toma asiento.

A decir verdad, al estar frente a Katherine, no puedo evitar emocionarme, para mí, es un reencuentro muy nostálgico, incluso más de lo que fue con Bel; sin embargo, ella no parece estar entusiasmada, se ve demasiado tranquila, de hecho, tiene una mirada fría y rostro inexpresivo, como lo es Leonora la mayor parte del tiempo; es algo extraño, como si estuviera fingiendo ser apática, o al menos, esa es la impresión que tengo. Tal vez la Princesa Gelum tiene razón, no entiendo a las mujeres, a pesar de experimentar dos vidas; si en la Tierra tenía dificultades, en Alfa es aún peor, considerando la cultura y forma de pensar de sus habitantes.

- Katherine, cuanto tiempo sin verte, en verdad, estoy muy feliz por este reencuentro; – lo digo con alegría – yo estoy aquí por la promesa que hicimos hace años, nunca la olvidé. – me muestro animado y sonriente – además, como podría hacerlo, si apareces constantemente en los periódicos, y todo el mundo habla de lo increíble que es la Santa de la Curación.

- Sí, yo también he escuchado mucho sobre ti, te has convertido en alguien muy fuerte. – habla con tono calmado y realiza una pequeña sonrisa.

Sinceramente, esa sonrisa de Katherine, más que provocarme felicidad o algo parecido, me causó mucha incomodidad, hasta el punto en que experimenté un ligero escalofrío en la espalda, como si mi "sexto sentido" me dijera que estoy en peligro.

- Ya-ya veo, jejejejejejejeje – río para disimular mi incomodidad.

- … – Katherine me observa detalladamente en silencio.

Su mirada fría me pone extremadamente nervioso, como si una criatura salvaje estuviera analizándome, mientras decide en que momento atacará. Definitivamente, esta no es la Katherine que conozco, parece que todos estos años cambiaron su personalidad radicalmente, es como si fuera otra persona completamente diferente. Bel tenía razón, siento que ella me ve como un desconocido, fue un error creer que nuestra amistad permanecería intacta. Por otra parte, las presunciones de Leonora y mis chicas estaban equivocadas, el comportamiento de Katherine no indica que tenga sentimientos por mí, ni siquiera una pizca del aprecio que podría sentir por un amigo con quien vivió su infancia.

- Hee… – me muestro vacilante – ¿Qué has hecho en todo este tiempo? – pregunto lo primero que se me viene a la cabeza – Por supuesto, dejando a un lado todas tus misiones y esas cosas, jejejejejeje. – río con nervios.

- Nada particularmente interesante: entrenar, aprender nuevos hechizos, mejorar mis habilidades, y leer un poco cuando puedo. – lo dice con indiferencia – Ser una Santa no es sencillo, consume todo mi tiempo; la fama y los lujos no son tan grandiosos como se piensa, y menos cuando no puedes disfrutarlos. – sonríe con tristeza.

- Con que es así, lo siento mucho, siempre pensé que tendrías una vida más emocionante y divertida, ya que has viajado por todo el continente. – me muestro apenado.

- No te preocupes Agis, eso ya no importa. – lo dice con tono despreocupado y sonríe una vez más.

Esta es la peor conversación que he tenido hasta el momento; siendo honesto, quiero marcharme ahora mismo. El extraño comportamiento de Katherine, y su actitud indiferente, acabó con mis ilusiones, y marchitó toda la emoción de hace un momento. Estoy comenzando a pensar que no me ha llamado solamente por la dicha de volver a vernos; seguramente, lo hace con un objetivo en mente. Reflexionando un poco, es probable que quiera reclutarme para ser algún tipo de caballero o sacerdote de la iglesia, justo como lo hizo el General de Brigada Berilo.

- Katherine, ¿solo me has llamado para hablar del pasado? – le pregunto sin rodeos.

- … – abre los ojos en sorpresa, pero vuelve a su expresión habitual rápidamente – En realidad, quiero discutir contigo sobre un asunto importante para mí, pero creo que este no es el momento, y tampoco hay necesidad de precipitarme, tengo toda la tarde, así que podríamos hacerlo más adelante; – lo dice con voz casual – por ahora, me gustaría que me hablaras de tus aventuras, y que fue de ti en estos últimos años. – realiza una pequeña sonrisa.

Si es algo importante, debería decirlo inmediatamente, pero no puedo presionarla solo por mi impaciencia, después de todo, es una Santa, las consecuencias serían terribles si se ofende y decide tomar represalias. Sin otra opción, le cuento mi travesía como aventurero de manera casual, expresando los pensamientos que tenía en ese momento, y dando mi opinión a día de hoy; intento mostrarme afable, con la esperanza de que ella cambie su actitud, y se abra un poco. Esta vez, Katherine no se muestra apática, y aunque todavía permanece un tanto inexpresiva, participa activamente en la conversación con voz animada, hablando de varias experiencias de su pasado, manifestando las dificultades y emociones que sintió.

Katherine y yo platicamos diversos temas durante varias horas: la muerte de Leila, mi reencuentro con Bel, mi estado de salud, curiosidades sobre su labor como Santa, entre muchas cosas más. Antes de darme cuenta, son más de las 10 de la noche; puedo decirlo con certeza, gracias a que hay un Artefacto Mágico que muestra la hora en esta sala. Aunque nuestro reencuentro empezó con el pie izquierdo, al final, debo admitir que disfruté bastante de esta charla; es bueno saber que, a pesar de todo, Katherine se ha convertido en una mujer hermosa, exitosa, poderosa y famosa. Sin embargo, ella es una persona ocupada, y dudo que una reunión así se repita; es una lástima, quisiera continuar toda la noche, pero dentro de poco sufriré un ataque de dolor, agregando que mis chicas me están esperando, así que necesito acabar esta charla ahora.

- Katherine… – interrumpo su discurso.

- ¿Sí? – inclina su cabeza con duda.

- Siento decirlo, pero ya es bastante tarde, y sería un abuso de mi parte tomar más de tu tiempo. – lo digo con educación – Creo que ya es hora de marcharme, mis chicas me están esperando, y también necesito consumir mis medicamentos, además de recibir otros tratamientos. – pongo una expresión de pena.

- Si es solo eso, puedes descansar aquí, en la catedral; me encargaré de informar a sus esposas, y hacer que alguien traiga sus medicamentos. – habla con tono informal – Ordenaré a las monjas que preparen una habitación; y yo misma puedo tratarlo si lo requiere, no soy la Santa de la Curación por nada. – sonríe sin preocupación – Mañana podemos retomar nuestra charla, todavía hay muchas cosas que quiero hablar contigo, y aún no hemos discutido sobre ese tema importante que le mencioné.

- No creo que sea bueno quedarme en la catedral, además, los tratamientos que requiero, no son para sanar alguna herida o cosas similares; necesito que un Ilusionista use sus hechizos para desaparecer las líneas negras que tengo en mi cuerpo, y una de mis esposas es muy hábil en eso. – pongo excusas desesperadamente.

- No se preocupe por eso, la Iglesia de la Diosa de la Luna, Fenicia, tiene a su disposición a los mejores Ilusionistas en los pisos inferiores de la catedral, le aseguro que borrará las líneas negras de su cuerpo, con la misma habilidad que su esposa. – responde rápidamente – Por favor Agis, permíteme mostrarte algo de hospitalidad como la Santa de la Curación, y amiga de la infancia. – a pela a mi cortesía.

- Sí… – asiento en acuerdo – será un gran honor pasar la noche en la Catedral Episcopal de la Diosa Fenicia.

Ante tanta insistencia, accedo con resignación a la petición de Katherine; si la rechazara, esto supondría una falta de respeto, y francamente no quiero incurrir en la ira de una Santa. Otro aspecto que cabe mencionar, es el simple hecho de que ella no es la chica que conocí, todavía me trata como un desconocido; esta súbita amabilidad debe tener una buena razón. La verdad, quiero irme con el pensamiento de que sostuve una buena charla con una antigua amiga, y continuar con mi vida; sin embargo, las cosas rara vez resultan como deseas.

◇◇◇

Mirusmari, Mercurak 30 de September del 1575.

En este momento, me encuentro en una habitación de lujo intentando conciliar el sueño; muevo mi vista a la repisa, son las 3 de la madrugada, sin duda, tengo insomnio. Esta es la primera vez en mucho tiempo que estoy solo en la cama, debo decir que me siento extraño sin la compañía de mis chicas; adicionalmente, ya me he acostumbrado a desvelarme, debido a la lujuria de esas mujeres; no obstante, creo que es bueno tener una noche tranquila de vez en cuando. Incidentalmente, esta cama es realmente suave, cómoda y con un aroma relajante, seriamente, es como si estuviese descansando sobre un malvavisco.

Retrocediendo unas horas en el tiempo, las monjas fueron muy rápidas acatando las ordenes de Katherine; en unos pocos minutos, la habitación estaba lista, incluso me proporcionaron una fina y elegante pijama. De la misma manera, me trajeron mis medicamentos, y el Ilusionista aplicó los hechizos con total eficacia. A pesar de que esto último no era necesario, quiero verme normal al despertar por las mañanas; además, a veces debo levantarme para ir al baño, por lo que sería muy deprimente ver mi horrible apariencia, arruinaría mi noche, y me causaría pesadillas.

Al poco tiempo de instalarme en esta habitación, tomé mis medicamentos, preparándome física y mentalmente para el ataque de dolor; el sufrimiento que experimenté, fue mucho más fuerte de lo usual. Durante esos instantes, eché en falta la presencia de mis chicas, pues ellas se quedan a mi lado, me toman de la mano y me dicen palabras de aliento. Al terminar el ataque, me invadió un terrible cansancio, sumando el hecho de que me sentí muy débil, y mi cuerpo sudaba bastante; en esos momentos, es cuando el apoyo de mis mujeres es crucial, ya que siempre me ayudan a limpiarme y todo eso; esta vez, tuve que hacerlo por mí mismo, así que me costó mucho trabajo. Después de eso, dormí un poco, pero no demasiado, pues la fatiga lo hace muy difícil; desde entonces, estoy tratando de recuperar el sueño; francamente, esta no es una de mis mejores noches, o madrugadas, para ser preciso.

- [Parálisis] – escucho a alguien lanzar un hechizo.

Ya que el hechizo me tomó por sorpresa, no tuve tiempo de hacer nada; como resultado, permanezco boca arriba, completamente inmóvil. Obviamente, mi cuerpo entra en estado de alerta, alejando cualquier tipo de somnolencia o fatiga, y mi mente se llena de pensamientos negativos. Muevo mis ojos por todos lados con angustia, intentando avistar a mi atacante, pero me es imposible debido a la oscuridad de esta habitación; asaltado por un sentimiento de desesperación, alucino con ojos rojos y criaturas grotescas que quieren devorarme. Al cabo de unos segundos en los que imagino incontables escenarios desagradables, escucho unos débiles pasos a lo lejos.

- ¡Qué está pasando! – lo digo con furia – ¡¿Quién es?! – hablo en voz alta – ¡Que quie--¡

- Lo siento mucho, Agis. – soy interrumpido por una voz femenina, al tiempo que se encienden las luces.

Escucho nuevamente los pasos, sin duda, mi atacante está caminando a mi posición. Mientras se acerca, reflexiono sobre quien puede ser, y cuáles son sus motivos; mi cerebro crea diversas suposiciones: los reencarnados, el Culto de los Adoradores de los Monstruos, o algún enemigo desconocido. Todos mis planteamientos son desechados tan pronto como veo a la responsable, nada más ni nada menos que Katherine, quien viste una bata de dormir, y extrañamente, su cabello tiene el mismo tono de cuando era niña, rosa pastel.

- ¡¿Katherine?! – pronuncio su nombre con estupefacción e incomprensión – ¡¿Por qué haces es--?!

- Shhhh… – pone un dedo sobre mis labios para interrumpirme – tranquilízate Agis, no te voy a hacer daño, lo hice porque me siento un poco insegura, y no quiero que escapes de mí. – lo dice con voz suave.

- … – la observo con desconcierto.

- Por favor, no me mires de esa manera, me haces sentir muy mal… – realiza una corta pausa – te pido perdón por aparecer de repente y lanzarte un hechizo, pero quiero que me escuches atentamente, no te imaginas cuanto valor he reunido para hacer esto. – se muestra avergonzada.

- … – asiento sin decir una palabra.

- Bien. – sonríe con satisfacción – ¿Por dónde debería empezar? – se pregunta a si misma con rostro pensativo – ¡Ya sé! – lo dice con decisión y entusiasmo – Cof, cof… – carraspea un poco – Agis, sé que es muy repentino, y tal vez pienses que es algo irracional, aun así, yo… te amo con todo mi ser, lo hago desde que éramos niños, y me juré a mí misma que cuando nos reencontráramos, me convertiría en tu primera esposa; ese es mi objetivo de vida, y la razón por la que he llegado tan lejos. – hace una pausa – Esto era lo que quería decirte hace rato, pero tan pronto te vi, me congelé, y luego me dieron unas terribles ganas de abrazarte; yo quería mostrarte lo mejor de mí, por eso me contuve, comportándome de esa manera tan fría y distante contigo. – habla con expresión de lamento – Aunque me percaté de mi error, no tuve el valor para decírtelo en ese momento, y solo hablamos de temas triviales; en verdad, me sentí como una idiota. Esto me estaba atormentando a tal punto en que no podía dormir, por eso vine a tu habitación. – se explica.

- … – solo puedo guardar silencio ante su declaración.

Así que Leonora y mis chicas tenían razón; en verdad, me siento como un estúpido. Parece que todavía tengo muchas cosas que aprender sobre este mundo; si continúo con mi necedad, algún día podría estrellarme fuertemente contra una dura realidad. Debo descartar varias ideas erróneas que he desarrollado a lo largo de todos estos años; también es necesario aceptar que las mujeres de Alfa, aun cuando son iguales a las de la Tierra en diversos aspectos, se rigen bajo unos pensamientos completamente diferentes. No me queda más remedio que desechar los conocimientos que poseo sobre las mujeres de mi antiguo mundo, puesto que no me servirán de nada, y es muy probable que me cause problemas.

- Pero eso ya no importa, porque ahora mismo voy a redimirme; además, ya no puedo soportarlo más. – sonríe con audacia – Agis, quiero entregarte mi cuerpo. – lo dice con determinación.

- ¿Qué? – la miro con sorpresa – Katherine, este no es el mo---

- Shhhh… – me interrumpe una vez más – Mi amado Agis, ya te lo dije, no puedo soportarlo más. Verás, para lidiar con los efectos secundarios de mis dones, adquirí habilidades que inhiben mis sensaciones; como resultado, mi cuerpo es incapaz de experimentar el placer, casi no siento calor ni frio, tampoco me es posible saborear los alimentos, y eso es solo una pequeña parte de todo lo que no percibo bien. – se explica mientras me retira la sábana, se monta sobre mí, y empieza a quitarme la ropa – Pero existe una manera de recuperar esas sensaciones, y es que toques mi cuerpo con sensualidad.

Al tiempo que pronuncia estas palabras, ella se quita la bata, revelando su erótico cuerpo desnudo con una sonrisa seductora; luego, toma mi mano derecha, y sin pudor, la pone sobre sus pechos.

- ¡Aaahh! – Katherine realiza un corto gemido de placer – ¡Sí! Estuve deseando esto por muuuucho tiempo. – lo dice con una voz llena de satisfacción.

- Katherine… – pronuncio su nombre completamente atónito.

- Agis, Dime, ¿Te gustan mis pechos? No sabes cuánto me he esforzado por adquirir esta figura, y convertirme en la mujer ideal para ti. – habla con tono presumido.

- … – me quedo en silencio.

Soy incapaz de articular palabra, esta es una faceta de Katherine que nunca imaginé; realmente, jamás pensé que aquella niña orgullosa y alegre, pudiera convertirse en semejante mujer. Viendo a Katherine comportarse de esta manera, un par de ideas surgen en mi cabeza, para intentar comprenderlo: ¿Era así desde el principio? O tal vez, ¿el convertirse en Santa cambió algo dentro de ella? Por el bien de mi paz mental, quiero creer con todo mi ser que es la segunda opción.

- Ya veo… – habla como si supiera mi respuesta – mi despampanante cuerpo te ha dejado sin palabras, fufufufufufufufu. – ríe con satisfacción – Pues bien, vamos al meollo del asunto... – lo dice mientras termina de quitarme la pijama, bajando mis pantalones – no te preocupes Agis, yo me encargaré de todo; aunque es mi primera vez, sé lo que debo hacer, te aseguro que vas a disfrutarlo. – se muestra muy confiada.

- Ka-katherine… – lo digo con voz suplicante.

Si no hago algo ahora, ¡Esta chica va a abusar de mí! Contrario a lo que cualquier adolecente podría pensar, que alguien se aproveche de ti, no es una sensación agradable, ni algo que le desearía a un hombre, tampoco es para estar orgulloso, aunque lo haga una mujer súper linda como lo es Katherine.

- ¿Sí? – se detiene un momento para observarme.

- Tú-tú me pareces muy hermosa, y en verdad me gustaría tener sexo contigo, pero, ¿no crees que te estás excediendo un poco? podríamos hacerlo en otro momento, hasta hace un rato me estaba recuperando de mi ataque de dolor. – apelo a su razón con angustia.

- Fufufufufu, así que te parezco hermosa. – lo dice con alegría – De todos modos, no creo que me esté excediendo; además, sé muy bien que tu ataque de dolor fue hace varias horas, ya has tenido el tiempo suficiente para recuperarte. – habla con tono casual.

- Pe-pero aun no me siento bien… – lo digo con urgencia – Katherine, podemos hacerlo más tarde, ¿No te parece? ¿Quieres desactivar el hechizo? – la cuestiono en forma de súplica.

- Lo siento Agis, no puedo esperar más, estoy en mi límite; – responde con pesar – esta no era mi intención inicial al invitarte a pasar la noche, pero quiero volver a sentirme bien cuanto antes. No creas que a mí me gusta hacerlo de esta manera, en un principio, quería que fuera algo más romántico. Aunque… – se torna pensativa – podría desactivar el hechizo, si me prometes que no intentarás escapar, y que me harás el amor como mandan los 6 Dioses. – me hace una propuesta.

- Lo prometo, lo prometo, así que desactiva el hechizo por favor. – accedo al instante.

No hay remedio, tengo que sacar ganas de no sé dónde para cumplir con esta mujer; prefiero eso mil veces, a estar paralizado durante todo el acto, no soy un masoquista ni nada parecido.

- Fufufufufufufu, – ríe alegremente – me lo prometiste, no puedes retractarte; [Desactivar] – disipa el hechizo.

Mi primera acción al recuperar el movimiento, es alejarme de Katherine y posarme en una esquina de la cama. La mujer me lanza una mirada aguda y se cruza de brazos, seguramente, está molesta, y no dudará en lanzar el hechizo nuevamente.

- Lo siento, lo siento, – me disculpo rápidamente – fue un acto involuntario, no volverá a pasar. – lo digo con nervios.

- Ven aquí, continuemos donde lo dejamos. – lo dice con voz imperante.

Katherine resultó ser más ruda y directa, que cualquier otra mujer que haya conocido en esta vida y en la otra. Ni siquiera Leonora o cualquiera de mis chicas en sus peores momentos de abstinencia, se comportan de esta manera; al menos, ellas tienen un poco más de delicadeza. Sin otra alternativa, me acerco a Katherine lentamente, no quiero volver a estar paralizado, es una sensación angustiante que tu cuerpo no responda.

- Agis, – me abraza afectuosamente – este cuerpo te pertenece, puedes hacer lo que quieras conmigo.

- … – observo a Katherine con determinación.

Me encuentro en una situación donde no puedo dar marcha atrás, además, hay cosas peores; sencillamente, debo comportarme como un hombre, así es como he logrado afrontar todas las ocasiones en las que he sido asaltado por mis chicas; siempre ha funcionado, y hasta el momento no me ha provocado problemas, ni desenlaces desagradables. Personalmente, no quisiera tener sexo de esta manera, pero si he de hacerlo, bien podría disfrutarlo.

- … – Katherine me mira a los ojos con deseo.

- Aunque este no es el modo en que me gustaría, vamos a disfrutarlo juntos. – lo digo con audacia.

- ¡Sí! – habla con exaltación y me besa en la boca.

Correspondiendo a las intenciones de Katherine, acaricio todo su cuerpo mientras me besa, dejándome embelesar por sus encantos; continuamos besándonos y tocándonos por varios minutos hasta que mi excitación llegó a su punto más alto. A pesar de ser una Santa, Katherine no se contuvo en lo absoluto, pues me realizó una felación, y muchos otros servicios, con una expresión llena de lujuria y deleite; así mismo, me permitía manosearla, y besarla en cualquier lugar sin el menor reparo. Durante esos momentos, ella no paraba de pronunciar mi nombre, manifestando lo bien que se estaba sintiendo, y gemía con gran exaltación; parece que realmente no mentía cuando dijo que era incapaz de experimentar el placer.

Posteriormente, hicimos el amor con mucha pasión y frenesí; aunque Katherine estaba ebria de placer, llegando a un punto en que solo podía gemir o balbucear palabras ininteligibles, seguimos hasta el amanecer. Naturalmente, debía eyacular en su interior siempre, luego de eso, ella lanzaba un hechizo para que recobrara el aliento, por lo que tuvimos sexo varias veces; aunque me cueste admitirlo, fue una experiencia muy placentera. Katherine es una chica bastante fogosa, resistente y abierta a todo; ya no puedo rehuir al hecho de que ella es así desde el principio, y seguramente, nunca me vio como un amigo, ni siquiera cuando éramos niños, por lo que no voy a engañarme más, debo aceptar que realmente no existe una genuina amistad entre hombres y mujeres.

Después de finalizar nuestro desenfrenado y prolongado acto sexual, Katherine y yo hablamos un poco con más confianza y sinceridad, sobre temas jocosos y sin importancia. Entre risas y chanzas, le dije que si no le avergonzaba realizar tales actos impuros en un lugar sagrado como lo es esta catedral, con el agravio de ser una Santa; para mi sorpresa, ella me miró con desconcierto, y luego dijo que en las Divinas Escrituras, el sexo con tu ser amado no es algo impuro, ni nada semejante, de hecho, es una muestra de afecto que no debe ser cohibida, por lo que no hay razón para sentir vergüenza, ni constituye una falta de respeto hacerlo en este lugar. Incluso me contó que las monjas son extremadamente retorcidas, pervertidas y locas, contradiciendo la imagen de integridad que siempre aparentan; sin duda, es un conocimiento perturbador, que desearía no haber escuchado.

Katherine y yo permanecimos abrazados y completamente desnudos durante un tiempo; no obstante, esto no duró mucho, ya que debía irse al Pabellón de los Muertos, a realizar un funeral para los caballeros que murieron en su última misión. A pesar de que no dormimos en toda la noche, ella se marchó muy alegre y enérgica, diciendo que volvería dentro de unas horas, para volver a tener sexo, pues quería compensar todo el sufrimiento que había sentido hasta ahora, algo que me dejó pasmado. Por mi parte, intenté dormir un poco, mientras pensaba en cómo debería verle la cara a Leonora, cuando le diga que tuve sexo con Katherine. Incidentalmente, antes de irse, aplicó sobre su cabello, un extraño ungüento, haciendo que se torne de color plateado en cuestión de segundos, sin dejar rastro de suciedad, olor o presentar falta de tonalidad; debo decir que esta es la primera vez que veo como se tintura el cabello en este mundo, y es bastante curioso.