Universal Guy and the Echoes of a Multiverse of Skills sigue a Jonathan Anthony Stark, un visionario que tiene un solo objetivo: convertirse en el hombre más poderoso del mundo, acumulando riquezas sin igual. Con habilidades y conocimientos adquiridos de una vida en el año 2040, decide aprovechar su ventaja temporal comenzando desde 2010. Jonathan busca no solo dominar una industria, sino expandirse por todas las áreas clave del progreso humano: tecnología, ecología, entretenimiento, música, ingeniería, arquitectura y medicina. Apodado el Universal Guy por su capacidad de sobresalir en todas las industrias, Jonathan utiliza su ingenio y habilidades únicas para construir un imperio global, creando productos innovadores, revolucionando sistemas y obteniendo el control de los mercados más lucrativos del mundo. Mientras avanza en su misión de dominar todos los sectores, se enfrenta a rivales poderosos y descubre los desafíos y consecuencias de intentar controlar un mundo lleno de secretos y competencia feroz.
Dicen que al morir, tu vida pasa frente a tus ojos en un parpadeo. Tal vez sea el cerebro, en su último esfuerzo, tratando de encontrar una solución para sobrevivir. Por un instante, nuestra mente funciona a toda su capacidad. Lo que cada uno ve en ese momento depende de sus recuerdos y experiencias.
Yo vi algo increíble. Conocimientos en medicina, ingeniería, programación, física cuántica, y más. Pero, entre todo eso, no había una sola imagen de familia, amigos, o una pareja. Mi vida estaba llena de logros, pero completamente vacía de conexiones humanas. Me había dedicado a mejorar el mundo, pero en el proceso, me perdí a mí mismo.
Todo terminó cuando los poderosos, que no estaban contentos con mi último proyecto —una fuente de energía limpia 200 veces más potente que la nuclear— lo sabotearon. Estaba revisando los niveles de energía cuando provocaron una explosión, suficiente para crear una fisión nuclear concentrada. Un destello de colores púrpura, negro y azul fue lo último que vi. Pensé que ese era el fin.
---// creando e iniciando motor de sistema//--- Buscando información. Cuerpo incapaz de funcionar. Sobrecarga de energía, procesando. Energía suficiente para buscar solución, conectando a lógica mundial. ///Solución encontrada: ¡"´+error+´} Cuerpo no apto para solución, mejora de sistema. Realidades en colapso encontradas, solucionando realidad ¡!## error #"%! Datos insuficientes, buscando más datos. Múltiples realidades en colapso encontradas, fusión completa realidad creada. Conectando a lógica mundial externa, conexión finalizada. Energía insuficiente, cuerpo no apto para viaje , solución encontrada transfiriendo información y alma. Compilando información de mundo incongruencia de datos, sobrescribiendo datos , ajuste de datos correcto línea de destino rota , Energía sobrante disponible, mejorando condiciones. Buscando habilidades, usando energía restante.---///
Ingeniería (S) -> (SS)Mecánica cuántica (S) -> (SS)Medicina (A) -> (S)Arquitectura (S) -> (SS)Música (S) -> (SS)Matemáticas (S) -> (SS)Lógica (S) -> (SS)Fuerza (B) -> (A)Velocidad (B) -> (A)Agilidad (C) -> (B)Memoria (A) -> (S)Electrónica (S) -> (SS)
Se encontró superposición de múltiples datos, restaurando datos -completo-: conocimiento de Anthony Edward Stark, conocimiento John Wick, conocimiento de Park Hoon, conocimiento de Oppenheimer, conocimiento de Mike Ross. Compilando música, ajustando notas de voz, completado. Procedimientos completados, enviando conciencia, proceso de asimilación completos, energía restante baja.
--- Modo suspendido activado, esperando recarga de energía... ---
El mundo fue testigo de un fenómeno inexplicable. Un cerebro, con suficientes recursos y energía, había creado un sistema capaz de interferir con la realidad de nuestro mundo y otros más allá.
Tercera persona:
El rugido de las explosiones resonaba en la distancia, mezclándose con el eco de disparos que provenían de todas las direcciones. Un escuadrón de quince soldados estaba atrapado en medio de un fuego cruzado, mientras los lanzacohetes pasaban a quemarropa, afortunadamente sin impactar de lleno. Se resguardaban como podían entre dos Humvees y lo que quedaba de un pueblo completamente destruido por la guerra.
—¡John! ¡John, protege el flanco izquierdo! —gritó el capitán, mientras apretaba los dientes, consciente de que estaban en una situación desesperada.
—¡Sí, señor! —respondió John Miller, un joven soldado de 1.78 metros, cabello rubio oscuro y ojos azules, cubierto de polvo y sangre. Aunque abatió a más de diez enemigos, fue alcanzado por una bala en su brazo izquierdo, y el dolor se reflejó claramente en su rostro.
—Señor, el flanco izquierdo es imposible de cruzar. Múltiples enemigos... Estoy herido... Señor... —dijo, girando para ver cómo el capitán yacía muerto, con una herida fatal en el lado izquierdo de su cara.
—¡Maldición! ¡Peter, Nick, ¿siguen ahí?! —gritó John, pero la única respuesta fue el ruido ensordecedor de las explosiones y el polvo levantado, que no le dejaban ver más allá de dos metros.
A medida que los disparos se apagaban y el caos se calmaba, un pequeño grupo de cinco iraquíes comenzó a acercarse a los Humvees. Buscaban sobrevivientes, listos para saquear cualquier armamento que pudieran encontrar.
Primera persona:
Así que... este es el final, pensé, mientras una risa irónica surgía en mi interior. Para un joven que falsificó papeles para entrar al ejército, haber llegado hasta aquí ya era un milagro. ¿Qué esperaba realmente? ¿Gloria? ¿Hacer algo significativo antes de morir? Solo quería servir a mi país, aunque fuera en sus últimos momentos.
Me senté contra una pared, observando cómo el enemigo se acercaba. Al hablar en árabe, les escupí las palabras en la cara.
—(Entonces, ¿qué sigue, bastardos? ¿Saqueo y más asesinatos?) —aprendí árabe durante el año que pasé aquí, y mi memoria rápida me permitió dominarlo bastante bien.
Uno de ellos me miró con desdén.
—(Malditos americanos, siempre creyendo que son los héroes. Ustedes invadieron nuestras tierras. Pero tú eres especial... nuestro líder quiere que mueras hoy, por él y por nuestro dios).
Escuchándolo, solo pude pensar: cada uno tiene su versión de la verdad. Las guerras no son más que eso, dos lados peleando por imponer su "verdad". Al final, el vencedor decide cuál es la correcta. Pero, ¿por qué era "especial"? ¿Qué tenía que ver con todo esto?
Sonriendo con burla, respondí:
—(Espero que ya te hayas despedido de tu dios, imbécil. Cada uno es digno de su verdad).
Solté el perno de una granada que llevaba en la mano y la dejé caer. Uno de ellos levantó su arma para dispararme, pero fue demasiado tarde. La explosión nos envolvió a todos, eliminando a los últimos enemigos que quedaban.
—Jajaja, lo logré. Han sido vengados, mis hermanos. Perdónenme, parece que murieron por mi culpa. Solo espero que ese maldito David no termine bien… ¡Te maldigo, David Rockefeller! —La imagen de todos mis compañeros pasó por mis ojos mientras comenzaba a desvanecerme. Ese imbécil había logrado impactar dos tiros en mí, uno en mi pierna —el dolor en ella lo confirmaba— y otro en la parte media de mi abdomen. Suplantar a un hijo de la familia Rockefeller para completar grandes logros militares por tonterías de aumentar el valor de la familia… esa era la misión. No me importaba realmente, pero el dinero es dinero. Al menos pude ayudar a pagar las cuentas y que operaran a madre. Mi novia me había engañado así que no tenía más a que volver, pero mi familia, por fin, viviría como reinas: mi querida madre, mi hermosa tía, mis queridas primas. Con mi muerte, todo quedaría resuelto, así que, ¿por qué luchar? Los brazos de la muerte se sienten tan cálidos y cómodos en estos momentos. Qué hermosa se ve la señorita Muerte dándome un cálido abrazo.
Su cuerpo quedó inerte en medio de un campo que comenzaba a tranquilizarse, asentarse el polvo y enfriar las zonas de impacto. Ahí, en medio de un campo de batalla completamente caótico, un solo pulso de energía recorrió a John, una pequeña chispa que encendió la llama de un gran cambio en este mundo.
El rugido distante de explosiones aún resonaba, calmándose en un lapso de apenas segundos, mientras su vista empezaba a enfocar la escena ante él. Abrió los ojos con gran esfuerzo, su cuerpo resistiéndose a cualquier intento de movimiento. El olor a pólvora y tierra seca llenaba sus fosas nasales mientras el sol ardiente del desierto golpeaba implacablemente su piel. No sabía dónde estaba ni cómo había llegado allí. Solo tenía la certeza de que había muerto y ahora se encontraba en un escenario incomprensible.
Se incorporó lentamente, su cuerpo protestando con cada movimiento. El dolor era un recordatorio constante de sus heridas: una pierna sangrante, un brazo magullado y un costado que ardía como fuego. Miró a su alrededor, viendo los cuerpos inmóviles de soldados esparcidos por el terreno. Sus rostros eran un reflejo de la muerte, y su presencia le hacía cuestionar su propia existencia en ese lugar.
Abriendo los ojos y sintiendo el dolor en todo el cuerpo, apenas pude poner una sonrisa irónica.
—Es increíble no haber muerto después de esa explosión… Debería haberme derretido, realmente.
Intenté levantarme, pero el dolor volvió rápidamente a mi cuerpo. Mi expresión solo reflejaba el gran sufrimiento. Aún con el dolor y la pérdida de sangre que poco a poco drenaba mi costado, logré ponerme de pie. Alrededor, el polvo se asentaba lo suficiente como para revelar más de la escena.
—¿Qué demonios es esto? ¿Militares? ¿Cuándo llegaron y por qué están muertos? —buscando en los cuerpos alguna información, logré encontrar un papel arrugado en el cuerpo más cercano a mí.
—Veamos… Capitán Johnson, 32 años… Orden de misión de reconocimiento… coordenadas: 33.8500° N, 42.0400° E. ¿Pero dónde es esto?
Un fuerte dolor de cabeza pasó como un destello, trayendo consigo extrañas imágenes y conocimientos que se revolvían en mi mente, fusionándose con otros recuerdos. Mi cerebro luchaba por procesar toda la información nueva, pero mi cuerpo se resistía a seguirme.
—¡Wow, qué migraña! Estuvo fuerte el tequila… No, espera, no tomé ni una gota anoche.
Caminando hacia el humvee más cercano, las visiones y los nuevos conocimientos continuaban fluyendo. Cuando toqué la manija de la puerta, el flujo de información finalmente se detuvo, y la expresión de dolor en mi rostro desapareció. Con la mano izquierda, que aún estaba intacta, palpé el costado donde la bala seguía dentro. Abrí la puerta del humvee y levanté el asiento para encontrar un botiquín de primeros auxilios, algunas raciones y suministros médicos sencillos: gasas, vendas y selladores.
Sin pensarlo demasiado, tomé el bote de alcohol y lo vertí sobre mi herida, desinfectándola lo mejor que pude. Con una venda en la boca para no gritar, metí dos dedos dentro de la herida, sintiendo el metal de la bala.
—Maldita sea… sin hemorragias internas, al menos. Pero sacar la bala va a ser un problema sin el equipo adecuado.
Apliqué gasas y vendas sobre la herida, apretándola fuertemente para detener la hemorragia. Luego hice lo mismo con el corte en mi brazo, que, por suerte, solo había sido un rasguño.
Después de estabilizar mis heridas, volví a repasar lo sucedido. Pero no lograba comprender cómo había terminado aquí ni por qué hubo un enfrentamiento. Me senté en el asiento del conductor y tomé una Beretta, revisando el cargador de manera instintiva, como si mi mente ya supiera lo que debía hacer: siempre saber cuántas balas tienes.
—Ok… el reflejo en el espejo no es mi cara, pero ahora lo es. Soy guapo, bastante guapo diría yo. Otra cosa de la que enterarme… debería estar más agitado, pero la preocupación simplemente se fue. —Encendí la radio del humvee—. Base Al Asad, cambio… Aquí superviviente del 12vo regimiento —pero solo escuché estática.
—Veamos… mi cara cambió, mi cuerpo también. Estoy en medio de una guerra, y soy un marine de Estados Unidos, así que supongo que estoy en algún lugar de Afganistán o Irak. Mi regimiento está muerto, y no conozco a ninguna de estas pobres almas.
Después de encender la radio y solo recibir estática después de minutos comletos, mire al cuerpo que estaba a su lado en el asiento del conductor.
—Bueno, amigo, parece que la radio no va a ayudarnos—dijo, soltando un suspiro antes de esbozar una sonrisa cansada—. ¿Qué dices? Hora de volver a casa.
Se inclinó sobre el cuerpo, como si estuviera esperando una respuesta.
—Sí, sí, tienes razón. Un baño caliente, ropa nueva y una buena comida suenan perfectos. O en tu caso... bueno, solo el baño caliente, ¿no?—soltó una risa nerviosa, intentando romper la tensión—. Perdóname, me pongo nervioso en estos momentos.
Se bajó del vehículo, las heridas en su pierna y abdomen aún le recordaban la dureza de la situación con cada paso. Con un esfuerzo palpable, comenzó a levantar los cuerpos caídos, uno a uno, subiéndolos al Humvee. A medida que los cargaba, su mirada se cruzaba con los rostros de los soldados, y algo en su interior comenzó a quebrarse. No los conocía, ni recordaba haber luchado a su lado, pero su cuerpo reaccionaba por él. Lágrimas silenciosas comenzaron a caer mientras terminaba de cargar el último cuerpo.
No entendía por qué lloraba, pero no pudo detenerse.
—Lo siento...—susurró, limpiándose la cara con la manga ensangrentada—. No sé por qué estoy haciendo esto, pero... siento que debo hacerlo.
Al terminar, miró a los cuerpos alineados en el Humvee, respiró hondo y murmuró:
—Me deben una cerveza bien fría en el más allá, muchachos.
Se subió al asiento del conductor, encendió el motor y el Humvee rugió en respuesta. Mientras el sol del mediodía brillaba con fuerza, comenzó su viaje hacia la base, decidido a enfrentar lo que fuera que el destino le tuviera preparado.