—¿Cómo se esperaba que ofreciera regalos o plata en alabanza a aquellos que buscaban destruirlo? No solo deseaban hacerle daño una vez; planeaban cargarlo con una esposa por la que no tenía ningún interés. —Tú
Ya Hai estaba casi enfurecido hasta la muerte, pero ¿qué podía hacer? A pesar de que era mayor que Ya Molian, era mucho más débil en fuerza. Hasta una pelea estaba fuera de cuestión. Al final, solo pudo retirarse, desconsoladamente llevando consigo a sus dos hijas.
—¡Salgan! —Solo después de que Ya Hai y sus hijas se hubieran ido, Ya Molian tomó una profunda respiración y ordenó al aire delgado.
Al momento siguiente, un hombre y una mujer, ambos vestidos de terciopelo negro, aparecieron ante él. Eran nada menos que Zhe Jue y Zhe Xi, que lo habían estado siguiendo todo el tiempo.
—Te servimos, Maestro. —Ambos se arrodillaron ante Ya Molian, pero antes de que pudieran arrodillarse completamente...
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