Después del inesperado éxito de **La Falange**, Robert se sentía más frustrado que nunca. Había intentado gastar una suma considerable de dinero en publicidad y marketing, solo para que todo se tradujera en más ganancias para la empresa. Era como si el universo se burlara de él cada vez que trataba de perder dinero.
Con **60,000 euros** como umbral para el próximo trimestre, Robert sabía que tenía que idear algo nuevo. El problema era que, cada vez que gastaba dinero, las cosas salían bien, y su saldo seguía aumentando. Necesitaba encontrar otra forma de drenar los fondos de la empresa sin que eso generara más ingresos.
Fue entonces cuando decidió dar el siguiente paso en su plan: contratar más empleados. Y no cualquier tipo de empleados, sino personas que parecieran inútiles, poco motivadas, y que no generaran valor alguno para la empresa. Era la única forma que veía de garantizar que el dinero se fuera por el desagüe sin ningún retorno.
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Esa misma mañana, Robert llamó a **Amanda** a su oficina.
"Amanda, necesitamos contratar más personal", dijo Robert, sonriendo de manera casi diabólica. "Pero no quiero a cualquier candidato. Quiero que busques personas que... no sean precisamente las más trabajadoras. Alguien que disfrute estar en su escritorio sin hacer demasiado, tal vez alguien que necesite un trabajo pero no tenga ganas de esforzarse."
Amanda lo miró, confundida. "¿Eso no afectaría nuestra productividad, jefe?"
Robert fingió pensarlo por un momento, pero luego sonrió. "No te preocupes por eso, Amanda. Confía en mí. Es parte de un... experimento. Y no te preocupes por los salarios, ofréceles un buen sueldo. Quiero que se sientan cómodos, y que disfruten de su tiempo aquí."
Amanda asintió, aunque no terminaba de entender del todo las intenciones de Robert. Sin embargo, se puso manos a la obra. En pocas horas, las ofertas de trabajo fueron publicadas en varios sitios web, pero esta vez el enfoque era claro: se buscaban personas sin demasiadas aspiraciones, y los salarios ofrecidos eran sorprendentemente altos para los perfiles solicitados.
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Los días pasaron, y las entrevistas comenzaron. Amanda había recibido una gran cantidad de currículums, pero Robert no quería a nadie que mostrara demasiado interés o ambición. Observaba las entrevistas desde su oficina, y cada vez que alguien entraba con demasiada energía o entusiasmo, sabía que no era la persona adecuada.
Finalmente, durante una de las entrevistas, algo llamó su atención. **Saúl**, un hombre alto y corpulento, había entrado en la sala. Sus pasos eran pesados, y su actitud parecía extremadamente relajada, casi apática. Robert lo observó a través del vidrio y no pudo evitar sonreír.
"Este es el candidato perfecto", pensó Robert.
Saúl se sentó en la silla de la entrevista como si no tuviera ninguna prisa. Respondió a las preguntas de Amanda con monosílabos y parecía más interesado en mirar su teléfono que en el trabajo que le ofrecían. A pesar de ello, su currículum mostraba que tenía alguna experiencia en trabajos administrativos, aunque claramente no le interesaba mucho el esfuerzo que implicaba.
Robert vio una oportunidad y decidió intervenir. Entró en la sala y se presentó.
"Hola, Saúl", dijo Robert, estrechando su mano. "Quiero decirte que me gusta mucho tu estilo. Relajado, sin presiones. Creo que encajarías muy bien en nuestra empresa."
Saúl lo miró sorprendido. No estaba acostumbrado a recibir elogios por su falta de entusiasmo, pero si el jefe lo decía, entonces debía ser cierto.
"Gracias... supongo", murmuró Saúl, sin mucho ánimo.
"Te ofreceré un sueldo de **5,000 euros** al mes", continuó Robert, observando la reacción de Saúl. El hombre levantó una ceja, claramente sorprendido por la cantidad, pero no dijo nada.
"Además, no te preocupes por el trabajo", añadió Robert, sonriendo de manera casi malévola. "Aquí en **Glitch Games**, creemos en la flexibilidad. Podrás tomarte tu tiempo y trabajar a tu ritmo."
Saúl, quien no estaba acostumbrado a este tipo de ofertas, aceptó sin pensarlo mucho más. Y así, Robert añadió un nuevo empleado a su equipo, convencido de que finalmente había encontrado la manera de perder dinero sin obtener nada a cambio.
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Al día siguiente, **Claudio**, **Adrián**, y **Carlos** no pudieron evitar notar la presencia de Saúl en la oficina. Su figura alta y corpulenta destacaba mientras se movía lentamente por el lugar, a menudo con un café en la mano y un aire de despreocupación total.
"¿Quién es ese?", preguntó Claudio en voz baja, observando cómo Saúl se acomodaba en su silla, con los pies casi en la mesa.
"Creo que es uno de los nuevos contratados", respondió Carlos. "Robert mencionó algo sobre expandir el equipo, pero no estoy seguro de qué va a hacer."
Adrián asintió. "Bueno, supongo que Robert debe tener una razón para contratarlo. Tal vez es parte de alguna estrategia mayor."
Claudio frunció el ceño, pero no dijo nada más. Sabía que Robert tenía una visión para la empresa, aunque a veces era difícil entenderla.
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Robert, por su parte, observaba a Saúl desde su oficina, sintiéndose satisfecho. **"Finalmente"**, pensó. **"Este tipo no va a generar nada. Solo se va a sentar y cobrar su sueldo, y eso es perfecto."**
Pero mientras Robert se felicitaba a sí mismo por su plan, Amanda entró en su oficina con otro informe. Esta vez era sobre los ingresos de **Horrible Threads**. Las ventas seguían aumentando, y la empresa se estaba preparando para lanzar nuevas actualizaciones del juego.
Robert dejó caer la cabeza en su escritorio con frustración. **"Maldita sea"**, murmuró para sí mismo, sintiendo cómo el esfuerzo por perder dinero se escapaba entre sus dedos una vez más.