Dentro de la habitación mágica, todos estaban fríos por mis palabras; se podía sentir una leve tensión en el aire. Algunos no parecían querer mostrar su preocupación, pero sus rostros dejaban escapar indicios de esta. Después de un momento de reflexión, solté un suspiro; me decidí a empezar con el proceso.
"Voy a empezar con el procedimiento. Que nadie se atreva a interrumpirme durante dicho proceso".
Al escuchar mis palabras, de inmediato el guardia real que se llamaba Keijo salió de la habitación y se paró frente a la puerta, haciendo guardia. Estaba decidido a no dejar pasar a nadie.
Una vez que él estuvo afuera y custodiando la puerta, de inmediato bajé a la niña elfo que levitaba en el aire y dejé que su cuerpo tocara la hierba fresca de la naturaleza.
"¿En serio? ¿Qué rayos le pasa? No se despierta con nada".
Podía sentir las miradas llenas de expectativas sobre mis hombros. Podía ver la cara de inocencia de la niña elfo; era una cara angelical que no mostraba maldad en ella. Le grité para que se levantara.
"¡Despierta!"
Para mi sorpresa, lo máximo que hizo fue revolcarse en la hierba con el ceño fruncido. Parecía estar buscando sus almohadas y sus sábanas para enroscarse nuevamente en la comodidad. Al ver su flojera, me molesté y una risa salió de mis labios.
"Jajajaja, como quieras".
Utilizando la característica 'mover', le di la vuelta al cuerpo de la niña elfo. Nuevamente la suspendí en el aire; su cuerpo, del frente, quedó mirando hacia el suelo y su parte trasera quedó mirando hacia el cielo. Una vez que estuvo en la posición que yo deseaba, le azoté su pequeño trasero. Posiblemente le había dado la nalgada más fuerte que nadie nunca jamás en su vida le había dado. Esa nalgada resonó en la zona y pude sentir las miradas complejas de su familia en la distancia. Pude escuchar que Idril decía algo. Seguramente se había dado cuenta de que yo había sido quien le había dado la nalgada en aquella ocasión. Mientras tanto, la niña elfo trató de levantarse, pero no pudo ya que se encontraba levitando en el aire. Se pudieron ver pequeñas lágrimas en sus ojos; sin lugar a duda, le había dolido el golpe que le había dado.
¡Snif! ¡Snif! ¡Snif!
Ella se levantó llorando, pero todavía parecía no entender dónde estaba el daño, pero por desgracia para ella, nunca encontraría la parte de su cuerpo que estaba lesionada, ya que ya había sido restaurada. Preguntó la niña, a un somnolienta y desorientada:
"¿Q-qué pasa?"
Preguntó frotándose los ojos. Parecía estar tratando de enfocar su visión en las personas que la rodeaban. Cuando finalmente logró enfocar, se dio cuenta de que estaba al aire libre, que aún no se había cambiado y estaba en presencia de toda su familia y de su amigo.
"Buenos días, señorita Lia".
"¿Eh?"
"¿Aún sigues dormida?"
"No, pero ¿cómo llegué aquí?"
"Yo te traje a este lugar, señorita, ya que el día de hoy estaremos practicando cierta técnica, o más bien cierto método, y toda tu familia estará observando. Puedes verlo como una clase extra".
"Una clase extra. Nadie me dijo nada de esto; ni siquiera me he cambiado de ropa".
"No hay necesidad de cambiarse de ropa".
La joven aún se podía ver un poco confundida por la situación. Pude ver que ella miraba a su madre en la distancia, preguntándose qué estaba pasando, pero su madre todo lo que hizo fue darle una sonrisa de punta a punta y asentir. En cuanto a su padre, él solo pudo darle una leve sonrisa. Su abuelo y su tía hicieron cosas similares.
Una vez que la niña elfo terminó de despertar, de inmediato la bajé para que se colocara de pie. Ella vestía una especie de pijama blanca y se encontraba descalza, con los pies en la hierba verde. Pude verla frotándose el trasero; parecía que aún persistía la sensación en su mente. Pero, por desgracia, el cuerpo ya no recordaba tal ataque.
"¿Qué se supone que debo hacer?"
Preguntó la niña. Aún se podían ver unas pequeñas lágrimas en sus ojos. Con una sonrisa en el rostro, le respondí:
"Lo que tienes que hacer es simple: tienes que mantenerte quieta y con los ojos cerrados hasta que se te ordene lo contrario. Si abres los ojos antes de que te lo ordene, fallas. O si te mueves, así sea un poco, fallas".
"No me gusta esta clase extra".
Dijo la niña sorprendida. Estaba claro que lo que había que hacer era muy aburrido para ella, pero yo estaba completamente preparado para esta situación. Sabía que ella podía hacer un berrinche, así que ya tenía la forma de prevenirlo.
"Si lo haces bien, te regalaré algo muy especial".
Al escuchar que le iba a regalar algo, pude ver cómo se le levantaron las orejas a la niña. Estaba más que claro que había llamado por completo su atención. Pude ver que la emoción se disparaba en ella.
"Prométemelo"
"Te lo prometo".
"¿Y qué me vas a regalar?"
"Es secreto".
"Dame una pista".
"No".
"Qué malo eres".
"Si completas esta clase extra, te lo daré. Pero si fallas, no te daré nada".
"Está bien, lo haré".
"Siéntate de la forma en la que te sientas más cómoda y que te muevas menos".
"Entendido".
Una vez que la niña elfo se sentó en la hierba, se cruzó de piernas, puso sus manos en sus rodillas y cerró los ojos. Supe que era el momento de realizar mi movimiento.
'La maldita accedió. ¿Sí o no?'
- PIDIÓ ALGO A CAMBIO.
'Déjame adivinar qué fue lo que pidió. ¿Libertad?'
- SÍ.
'Esa maldita flor se está pasando de lista. ¿Aún no eres capaz de replicar sus habilidades?'
- NO.
'Se va a enterar esa maldita'.
Miré levemente a la niña elfo que ya estaba sentada y chasqué los dedos de la mano derecha. En un instante apareció una barrera semitransparente que cubrió los alrededores de la niña elfo. Se trataba de la nueva habilidad que había aprendido: 'muro de cristal'. Esta habilidad servía para bloquear cualquier ataque y, según D, podía incluso aislar el sonido. De esta forma, mantendría segura a la niña elfo y, al mismo tiempo, evitaría que ella escuchara lo que estaba a punto de decir y hacer. Esa habilidad 'Muro de cristal' era versátil. Me aseguré de que tuviera forma de cubo para que ningún sonido entrara o saliera. Por lo general, no podría hacer tal cosa, ya que la mayoría de las habilidades parecen cumplir funciones específicas, pero esta habilidad parecía ser una excepción. Incluso bloqueaba el oxígeno y el maná de la zona, lo que la hacía bastante útil. Por eso no podía tardar mucho tiempo, ya que se le podría acabar el oxígeno que quedó atrapado en la barrera en forma de cubo. Al momento siguiente de haber cubierto a la niña con la barrera, con un pensamiento saqué a la maldita flor del cubo en el que había estado encerrada hasta ahora. La aparición de la flor no pasó desapercibida por las otras personas que estaban cerca. Para calmar la situación, les avisé:
"No se preocupen por la bestia; es mi mascota".