La situación se había complicado. Aris estaba de rodillas, sanando el agujero que tenía en el abdomen. Leonardo había sido asesinado en cuestión de segundos. Eldarion se estaba desangrando por el enorme corte que recibió. Ahora solo les quedaba un miembro ileso, y ese era Gladis, un experto en combate cuerpo a cuerpo; pero la persona en cuestión no parecía apta para la situación. Temblaba de forma descontrolada; parecía querer calmarse, pero sus intentos fallaban cada vez que lo intentaba, y la razón se debía a su instinto de hombre lobo. Era diferente a los demás miembros de su raza; su instinto siempre le decía qué tan peligroso era su oponente. Nunca se había equivocado antes, y su instinto le decía que tenía que huir del lugar, pero no podía escapar; su cuerpo estaba paralizado por el miedo. Al notar la desventaja, gritó Eldarion:
"¡Aris, quita la barrera!"
"Ugh, no puedo."
"Si no la quitas, estamos acabados. ¡Mira a esos bastardos!"
Eldarion señaló al humano en la distancia. Estaba ileso; el ataque que recibió no le hizo nada. Y por otro lado estaba Eru, que los miraba con ojos fríos; estaba más que listo para cortarlos en pedazos.
"Ugh, idiota. Si quito la barrera, ¿crees que se volverán más débiles?"
"¿Qué propones entonces? ¿Que nos dejemos matar?"
"Liberaré el sello."
"¿Espera, te volviste loco?"
"Solo será por un minuto. Eso debería bastar para acabar con todos en el palacio."
"Y de paso nos arrastrarás a nosotros. Piensa en otra forma."
Mientras Aris y Eldarion discutían, un niño de cabello blanco se les acercó lentamente. Al notar esto, Eldarion se puso en guardia; su mirada se alternaba entre el niño y Eru, por temor a que este último lo atacara por la espalda. El humano se paró a pocos metros de distancia de ellos y dijo, con una voz infantil pero indiferente al mismo tiempo:
"El pecado de haberme llamado 'niña' será expiado con sus vidas, hijos de puta."
"¿Bastardo, solo por eso nos estás jodiendo?" preguntó Eldarion, con venas que sobresalían de su cabeza. La respuesta del niño lo hizo enfurecer.
"Sí. Solo vine a entregar un mensaje. Planeaba irme después de darle una pequeña paliza a tu líder, pero mira que llamarme 'niña' cuando está más que claro que soy un hombre."
"Estás demente."
"Cállate, elfo estúpido."
"¿Cómo te atreves?"
"Tan solo esperen, malditos. Gardolak me advirtió que no matara a ese sujeto, pero ya me importa una mierda. Voy a hacer pedazos toda la barrera y a ustedes también."
Cuando me estaba preparando para activar mi autoridad, algo extraño pasó. El sujeto que Gardolak me había dicho que no matara, sus ojos debajo de la máscara se volvieron negros. Sus ojos originalmente eran de color café oscuro; ese pequeño cambio no pasó desapercibido, pero lo que vino después fue una sorpresa. El agujero que le había hecho antes se cerró en cuestión de segundos. Él se levantó como si nada hubiera pasado. Cuando Eldarion vio que la herida de Aris sanó al instante, se alejó de él casi de inmediato, tomó a Gladis con él y salió corriendo como un cobarde. Aris dijo, en un tono molesto:
"¡No perdí el control, estúpido! ¡Vuelve aquí inmediatamente!"
Al escuchar las palabras de Aris, Eldarion volteó a verlo; temía que moriría en manos de Aris si perdía el control.
"Me asustaste."
En esos momentos intervino el humano de cabello blanco, pero esta vez tenía una amplia sonrisa. Él habló:
"Jajajajaja. ¡Magnífico! Ahora lo entiendo. Eso es muerte; el poder de la muerte, para ser más exactos."
Eldarion se sorprendió. Muy pocos individuos han logrado dar con el verdadero origen del poder de Aris. Él miró al humano con ojos de incredulidad. Aris respondió:
"Terminemos con esto."
"Sí, claro que quieres terminar rápido. Dudo que puedas manejar esa cantidad insana de energía, pero te tengo malas noticias: soy un mal oponente para ti."
- EL ANÁLISIS ESTÁ COMPLETO. EL ORIGEN DEL PODER DEL ENEMIGO ESTÁ EN SU PECHO.
'Entendido.'
La atmósfera se puso tensa. Todos en las cercanías sintieron el cambio en el líder invasor. Una energía oscura se filtraba de su cuerpo y se empezaba a reunir en la punta de su dedo índice. Levantó su mano y la apuntó hacia el humano de cabello blanco. En su dedo se podía ver una pequeña esfera de energía oscura. Una risa se escapó de la boca del humano:
"Jajajajaja. Maldita perra, ¿quieres volarme en pedazos o hacerme polvo?"
No recibí una respuesta; el bastardo no estaba bromeando. Sin perder el tiempo, dije en voz alta:
"¡Oigan, elfos! ¡Retírense de este lugar! ¡Ese tipo va a volar toda la zona en pedazos!"
Les avisé a los cinco elfos presentes. Los cuatro elfos que se encontraban luchando con los elfos que parecían estar siendo controlados ya habían acabado con la mitad de ellos. Si se quedaban más tiempo, no aguantarían lo que estaba por venir, así que decidí darles una mano. En cuanto al elfo que me siguió, estaba quieto, esperando su oportunidad de atacar. Estaba más que claro que quería la cabeza de Eldarion y del líder enemigo. Sin perder el tiempo, usé 'corte de viento' y agité mi mano derecha hacia atrás, en dirección hacia donde se encontraban los 21 elfos. La puntería se la dejé a D; no quería volarle la cabeza al elfo equivocado. Y con la mano izquierda imité lo que estaba haciendo el sujeto frente a mí. Bueno, D era quien se estaba encargando de imitar la técnica. En mi dedo índice se comenzó a formar una esfera de energía translúcida. El plan era combatir fuego contra fuego.
¡Thud! ¡Thud! ¡Thud! ¡Thud! ¡Thud!
En cuestión de segundos se escucharon sonidos de cabezas cayendo al suelo. Los 21 elfos restantes fueron eliminados rápidamente. Esto sorprendió a los cuatro elfos que habían estado teniendo problemas lidiando con ellos. Pero el más sorprendido por la situación fue Aris, que no pudo evitar preguntar:
"¿Tú... ¿cómo es que no te ves afectado por mi poder? ¿Cómo puedes usar maná tan fácilmente?"
Al escuchar la pregunta, todos voltearon a ver al humano. Todos se habían hecho la misma pregunta; sus dudas pronto fueron respondidas:
"Es simple. Esta barrera parece tener la función de restringir el maná de la atmósfera, pero no el maná interno. Todo lo que tengo que hacer es usar grandes cantidades de maná interno. El truco está en sacar más maná del que tu poder puede restringir, aunque mi maná, aun así, se ve drásticamente debilitado."
"Eso es imposible."
"Bueno, tengo mucho maná para desperdiciar."
Aris notó que la imitación del humano de cabello blanco se empezaba a volver más densa y se hacía más visible. Su intuición le decía que las cosas se iban a poner feas, pero ya no había vuelta atrás. Aris habló:
"Eldarion, prepárate. Te enviaré a ese lugar. No falles."
"Está bien."
El espacio alrededor de Eldarion se distorsionó en un instante y desapareció junto a su compañero, Gladis. Esto no pasó desapercibido. Dijo el humano de cabello blanco, sorprendido:
"Ese es un poder de lo más interesante."
Ahora que sus compañeros estaban lejos, Aris estaba listo para exterminar a sus enemigos. Cuando se disponía a disparar, algo pasó. El humano levantó su mano derecha y la agitó con fuerza; al mismo tiempo que lo hacía, el cuerpo de Eru y los elfos se levantaron en el aire y salieron disparados hacia cierta dirección. Los elfos fueron tomados por sorpresa; algunos intentaron liberarse, pero sus intentos fallaron; una fuerza invisible los movía en contra de su voluntad. Solo un elfo no se resistió; tenía una idea clara del porqué los alejó de esa zona.
"¿Todavía no tienes ganas de decirme la ubicación de Gardolak?"
"Por supuesto que no, idiota."
Dos energías salieron disparadas al mismo tiempo. Cuando las dos energías colisionaron, generaron grandes ondas que arrasaron con todo lo que había alrededor.