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Capítulo 10

El Primer Reflejo

El amanecer despuntaba sobre el horizonte, derramando sus primeros rayos de luz sobre el pequeño pueblo. Clara se despertó antes de lo habitual, perturbada por un sueño que no lograba recordar del todo, pero que la había dejado con una inquietante sensación de urgencia. El aire estaba cargado de una tensión que parecía presagiar la llegada de algo importante, algo que ni siquiera las primeras horas de luz del día podían disipar.

Leo ya estaba despierto, sentado en la mesa de la cocina con una taza de café humeante entre las manos y un viejo libro abierto delante de él. Clara se unió a él, observando cómo sus ojos recorrían las páginas con una concentración intensa.

"Buenos días" murmuró ella, tomando asiento junto a él.

"Buenos días" respondió Leo, levantando la mirada del libro por un momento. "He estado revisando más sobre la Sombra y los espejos. Hay una mención que no habíamos visto antes."

Clara frunció el ceño. A pesar de sus esfuerzos por no dejarse llevar por el miedo, no podía evitar sentir una inquietud creciente al pensar en la Sombra y el espejo en el santuario.

"¿Qué has encontrado?"

"Parece que el espejo en el santuario es solo uno de varios objetos creados para contener la Sombra" explicó Leo, pasando una mano por las páginas amarillentas del libro. "Aquí se menciona algo sobre un 'Primer Reflejo'. No está claro qué significa, pero podría ser crucial."

Clara se inclinó hacia el libro, tratando de descifrar las palabras antiguas.

"El Primer Reflejo... suena como el origen de algo, tal vez el comienzo de la manifestación de la Sombra" dijo, pensativa. "¿Crees que podría ser un espejo anterior al que encontramos en el santuario?"

"Es posible" respondió Leo, asintiendo lentamente. "Si es así, podría ser la clave para entender cómo contener completamente a la Sombra o, mejor aún, destruirla."

El día avanzó con una lentitud exasperante, y tanto Leo como Clara no podían sacudirse la sensación de que algo crucial estaba por ocurrir. Decidieron continuar con sus investigaciones, buscando cualquier pista adicional sobre el Primer Reflejo y cómo podría estar relacionado con los eventos recientes.

Al mediodía, Clara recibió una llamada telefónica inesperada. Era de una anciana del pueblo, conocida por sus vastos conocimientos sobre la historia local y las leyendas que se transmitían de generación en generación. Clara y Leo habían hablado con ella en varias ocasiones durante sus investigaciones anteriores, pero esta vez, su voz sonaba diferente, más grave, más urgida.

"Clara, querida" dijo la anciana, sus palabras arrastradas por la edad y la sabiduría, "creo que he recordado algo que podría ser importante para ti y Leo. Algo sobre un espejo."

El corazón de Clara dio un vuelco. No era una coincidencia.

"¿Qué es, señora Rinaldi?" preguntó Clara, tratando de mantener la calma en su voz.

"Cuando era joven, escuché a mi abuela hablar sobre un espejo muy antiguo, uno que supuestamente reflejaba no solo la apariencia de una persona, sino también su alma" dijo la anciana, su voz baja como si temiera ser escuchada. "Mi abuela lo llamaba el Espejo de la Verdad, pero hay quienes lo conocen como el Primer Reflejo. Dicen que se encuentra en una casa abandonada al borde del bosque, un lugar que nadie ha visitado en muchos años."

"¿Sabes dónde está esa casa?" preguntó Clara, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda.

"Sí, querida, sé dónde está. Pero te advierto, no es un lugar al que debas ir sola" respondió la anciana. "Hay algo oscuro en ese lugar, algo que ha estado durmiendo durante mucho tiempo."

Clara agradeció a la señora Rinaldi por la información y colgó el teléfono, compartiendo lo que había aprendido con Leo.

"Esto no puede ser una coincidencia" dijo Leo, mientras se preparaban para salir. "Debemos encontrar ese espejo."

La casa en cuestión estaba situada al borde de un denso bosque, a las afueras del pueblo. Era un lugar que la mayoría de los habitantes evitaban, ya que las leyendas locales hablaban de sucesos extraños y apariciones que habían ocurrido allí en el pasado. La casa, según los rumores, había pertenecido a una familia que desapareció misteriosamente hace muchos años, y desde entonces había quedado desierta.

El trayecto hasta la casa fue silencioso. Ambos estaban sumidos en sus pensamientos, preparando sus mentes para lo que pudieran encontrar. La casa apareció ante ellos, una estructura antigua y descuidada que parecía estar siendo devorada por la naturaleza que la rodeaba. Las ventanas estaban rotas y las paredes cubiertas de musgo, dando al lugar un aspecto desolador y siniestro.

"Es aquí" murmuró Leo, deteniendo el coche frente a la entrada. "No parece muy diferente de otras casas abandonadas, pero puedo sentir algo en el aire."

Clara asintió, sintiendo la misma opresión en el ambiente. Bajaron del coche y se acercaron a la puerta, que se abrió con un chirrido espeluznante al empujarla.

El interior de la casa era tan sombrío como el exterior, con muebles cubiertos de polvo y telarañas que colgaban del techo como un recordatorio de los años de abandono. La luz del día se filtraba a través de las ventanas rotas, proyectando sombras alargadas y distorsionadas en las paredes.

"Vamos a buscar en la planta baja primero" sugirió Clara, tomando una linterna de su mochila.

Recorrieron las habitaciones una por una, descubriendo solo habitaciones vacías y objetos viejos que parecían haber sido abandonados en un momento de prisa. Sin embargo, al llegar al salón principal, Leo se detuvo bruscamente.

"Mira esto" dijo, señalando una pared que parecía diferente a las demás.

Clara se acercó, observando que la pared tenía una ligera protuberancia, como si hubiera algo oculto detrás de ella. Sin pensarlo dos veces, comenzaron a buscar un mecanismo o algún indicio de cómo acceder a lo que estuviera oculto. Después de varios minutos de búsqueda, Leo encontró una pequeña palanca oculta bajo un panel de madera.

Al accionar la palanca, la pared se deslizó hacia un lado, revelando una habitación secreta. La oscuridad en su interior era casi palpable, como si la luz misma evitara entrar en ese espacio. Pero lo que más llamó la atención de Clara fue el objeto en el centro de la habitación: un espejo antiguo, rodeado por un marco de madera tallada con símbolos extraños.

"El Primer Reflejo" susurró Clara, acercándose con cautela.

El espejo, aunque cubierto de polvo, reflejaba su imagen con una claridad inquietante. Sin embargo, al mirar más de cerca, Clara notó algo extraño: su reflejo no se movía al mismo tiempo que ella. Había un ligero retraso, casi imperceptible, pero suficiente para hacer que su corazón se acelerara.

"Leo, mira esto" dijo, señalando el espejo.

Leo se acercó, observando cómo su propio reflejo también mostraba el mismo retraso. Algo no estaba bien. Podían sentirlo.

"Este espejo... no es normal" dijo Leo, mientras la sensación de inquietud crecía en su pecho. "Debemos tener cuidado."

Decidieron no tocar el espejo directamente. En lugar de eso, comenzaron a examinar los símbolos tallados en el marco, buscando alguna pista sobre su origen y propósito. Al hacerlo, descubrieron una inscripción en una lengua antigua que apenas lograron descifrar.

"'Aquí yace el Primer Reflejo, donde el alma y la sombra se encuentran'" leyó Clara en voz alta, su voz temblando ligeramente. "'Solo aquellos que comprenden la verdad pueden mirar sin perderse'."

"Esto... parece un aviso o una advertencia" comentó Leo, frunciendo el ceño. "Este espejo no es solo un contenedor. Parece tener un poder propio."

De repente, la temperatura en la habitación descendió bruscamente. Una presencia se hizo palpable en el aire, como si algo oscuro hubiera despertado al ser descubierto. El espejo comenzó a emitir un leve resplandor, y las imágenes en su superficie se distorsionaron, mostrando formas y sombras que no pertenecían a este mundo.

Clara dio un paso atrás instintivamente, sintiendo que el peligro estaba cerca. Pero antes de que pudieran reaccionar, las sombras en el espejo comenzaron a tomar forma, emergiendo lentamente del cristal como una niebla oscura que se deslizaba hacia ellos.

"¡Leo!" exclamó Clara, agarrando su brazo. "¡Algo está saliendo del espejo!"

Leo retrocedió, intentando pensar rápidamente en alguna manera de contener lo que sea que estuviera emergiendo del espejo. La niebla oscura continuó extendiéndose, y con ella vino un susurro bajo, un murmullo apenas audible que parecía provenir de todos los rincones de la habitación.

"Debemos salir de aquí" dijo Leo, su voz cargada de urgencia. "Esto es más peligroso de lo que imaginábamos."

Pero antes de que pudieran moverse, la niebla oscura se solidificó en una figura alta y esbelta, con ojos que brillaban como brasas. La figura los observó con una expresión que parecía oscilar entre la curiosidad y el desprecio.

"El Primer Reflejo ha sido roto" dijo la figura con una voz que resonó en sus mentes más que en sus oídos. "Y ahora, el equilibrio se desmorona."

Clara y Leo se quedaron paralizados, sin saber cómo reaccionar ante la entidad que se había manifestado ante ellos. La figura se acercó, y con cada paso que daba, el suelo parecía temblar ligeramente bajo sus pies.

"¿Qué eres?" logró preguntar Clara, su voz apenas un susurro.

La figura sonrió, una sonrisa que no contenía calidez alguna.

"Soy la Sombra" respondió. "Soy el reflejo oscuro de todo lo que ustedes temen, de todo lo que intentan ocultar. Y ahora que el Primer Reflejo ha sido encontrado, no puedo ser contenido."

Leo intentó mantener la calma, pero la desesperación comenzaba a filtrarse en su mente. Sabía que enfrentaban un poder más allá de su comprensión, algo que no podía ser derrotado por métodos convencionales.

"No te dejaremos salir de este lugar" dijo Leo con firmeza, aunque sabía que sus palabras eran más un intento de convencerse a sí mismo que a la Sombra.

La Sombra se rió suavemente, un sonido que resonó en la habitación como un eco macabro.

"Ya es demasiado tarde" dijo. "El Primer Reflejo ha revelado la verdad. Y esa verdad es que todos tienen una Sombra, una parte de sí mismos que nunca podrán ignorar."

La figura se desvaneció en la oscuridad, y la niebla volvió a fluir hacia el espejo, como si nunca hubiera existido. Pero el aire en la habitación seguía cargado, y el espejo continuaba brillando con una luz tenue, como si aún estuviera conectado a esa entidad.

Clara y Leo se quedaron inmóviles durante lo que parecieron minutos interminables, tratando de procesar lo que acababa de ocurrir. Finalmente, Leo habló, rompiendo el silencio que los envolvía.

"Necesitamos sellar este espejo" dijo con determinación. "Y asegurarnos de que nadie más lo encuentre."

Clara asintió, todavía con el corazón acelerado por la experiencia. Sabían que el camino por delante sería difícil, pero no podían permitirse flaquear. La Sombra era una amenaza real, y ahora tenían que enfrentarse a ella, no solo para protegerse a sí mismos, sino para salvaguardar a todos los demás.

Salieron de la casa en silencio, con la promesa de regresar con los medios necesarios para sellar el Primer Reflejo de una vez por todas. El destino del pueblo, y tal vez del mundo, dependía de ello.

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