Fuera de la mansión Ambrose, Matías se sentaba en el frío esperando a que Alejandro hiciera acto de presencia. Había estado observando a la familia desde que le indicaron su dirección para encontrar a Rosa y los siguió hasta esta parte del pueblo.
Matías estaba ansioso. No había noticias del palacio sobre el rey o sus hijos. Su protección descansaba en manos de Kiara, no solo para que Alejandro no le hiciera daño, sino que Matías confiaba en que ella podría protegerlo de Zayne.
Matías tenía que llevar a cabo el trabajo antes de que Rosa hablara demasiado. Se sentó en unos arbustos donde no podía ser visto ni por los guardias de la familia ni por los forasteros que guardaban esta casa como si su vida dependiera de ello.
Matías abrazó su cuerpo para mantenerse caliente. Encender una fogata traería atención innecesaria sobre él. —Ella es la hija de un señor.
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