Los padres siempre tienen buenas intenciones

Al ver a Zhai Sheng alejándose con el porridge, Qiao Nan no podía dejar de sentir que algo no estaba bien. Sin embargo, Zhai Sheng lucía tan tranquilo y compuesto que Qiao Nan no creía que él estuviera mintiendo.

—Caramba, olvidé decirle al Hermano Zhai otra vez. Por otro lado, también es incierto si el método funcionará. Al pensar que le debía a Zhai Sheng 1,500 yuanes, el rostro bonito y fresco de Qiao Nan mostraba inquietud por todas partes.

Tras un suspiro, Qiao Nan recogió el restante porridge de pollo de Zhai Sheng en un recipiente térmico de comida, sin dejar ni una sola gota para Qiao Zijin. Luego, se fue al hospital.

Al oler el porridge de pollo extremadamente fragante, Qiao Zijin, que tenía tanta hambre, tragó saliva varias veces. —Nan Nan, ¿queda porridge en casa?

No creía que Qiao Nan solo cocinara la porción de su padre y que no hubiera una porción extra.