—Tu vestido se mojará —le advirtió Taiyi de manera ligera.
—Está bien —rió Tania—. Ya estaba mirando a hombres y mujeres que estaban sentados uno al lado del otro acariciando amorosamente las colas. No pudo evitar notar las brillantes escamas iridiscentes azules, verdes, naranjas y rojas. Las escamas relucían cada vez que un rayo de luz caía sobre ellas.
Taiyi se inclinó más cerca de su oído y dijo:
—No toques sus colas, ¿vale? Los tritones son criaturas sensibles.
Tania frunció los labios mientras una sonrojaba cubría sus mejillas. Era como si un niño fuera atrapado robando una galleta de un frasco. Negó con la cabeza con ligereza. Taiyi la llevó a un grupo de cortesanos que estaban sentados más cerca. Se la presentó y dijo:
—Por favor, cuídenla antes de irme.
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