La mente de Biham se adormeció. Su esposa estaba tan llena de veneno y hoy lo estaba lanzando todo en su cara. La miró fijamente con los ojos nublados. Encontrar a Lusitania, la hija de su compañera, había sido lo más destacado de su vida. Estaba tan extático que en ausencia de Kinshra, al menos le había hecho justicia a su hija. ¿Y ahora? Todo se había disipado en las olas de odio de Sirrah. El sueño que había comenzado a tejer acerca de Lusitania, acerca de Pegasii... todo se había destrozado en miles de pedazos, cada uno clavándose en su corazón. —¿Cómo recuperaré a mi hija de los Nyxers? —se preguntaba. Se sentía tan pesado en su corazón que parecía como si estuviera aplastado por una enorme roca. No pudo proteger a su familia. No pudo proteger a su compañera.
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