—¿Qué? ¿No creen que Huo Xishen es un perro? No solo es como un perro, sino que también es muy tacaño. Cuando va al baño, ¿no... —preguntó retóricamente Yan Jinyi.
—Olvidémoslo, no seguiré para no arruinar la imagen de ese perro en sus corazones —dijo Yan Jinyi.
—¡Incluso si no lo dices, ya podemos adivinar lo que vas a decir después! —comentó Huo Chengyu.
—¿Quién más sino ella se atrevería a difamar a Huo Xishen de esa manera? —se preguntó Huo Chengyu.
—Ya que tu hueso ha sido arreglado, te llevaré a casa.
—¿Cuál es la prisa? Es mi primera vez aquí. De cualquier manera, tengo que hacer que todos los hombres salgan y echarles un buen vistazo para conocerlos mejor —dijo Yan Jinyi, mostrándose inmediatamente disgustada.
—¿Todos los hombres? —preguntó Huo Chengyu.
—¿Hay mujeres aquí? Por supuesto, yo soy la excepción, pero soy un hada así que no puedo compararme con las mujeres comunes —dijo Yan Jinyi.
—¡La Segunda Joven Señora es tan narcisista! —comentó Qin He.
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