Capítulo 3: Melodías en el Camino
Narra Isabella
El sol brillaba como nunca antes, iluminando el cielo con sus cálidos rayos. El amanecer pintaba el horizonte de tonos dorados y rosados, creando un paisaje mágico que reflejaba mi emoción en ese día especial. El aire fresco de la mañana acariciaba mi piel mientras caminaba hacia el baño, llenándome de energía y anticipación.
Una vez en el baño, dejé que el agua caliente cayera sobre mi cuerpo, envolviéndome en una sensación revitalizante. Cada gota parecía llevar consigo la promesa de un nuevo comienzo, lavando cualquier rastro de sueño y preparándome para enfrentar el día con determinación.
Después de la ducha, me envolví en una suave toalla y me dirigí a mi armario. Cada prenda que tocaba era una oportunidad para expresar mi estilo y personalidad. Mi vestido blanco, con su delicado encaje y su caída fluida, parecía hecho a medida para ese día especial. Los zapatos de tacón bajo complementaban perfectamente el conjunto, brindándome comodidad sin comprometer la elegancia.
Mientras me miraba en el espejo, me di cuenta de lo afortunada que me sentía de tener la oportunidad de estudiar en la Universidad Musical de Nueva York (UMNY). Cada día en esta institución representaría un nuevo capítulo en mi crecimiento como músico y artista. Me prometí a mí misma aprovechar al máximo cada clase, cada ensayo y cada actuación, sabiendo que estaba rodeada de talento y oportunidades únicas.
Con el vestido perfectamente colocado y mi cabello cuidadosamente peinado, me apliqué un toque sutil de maquillaje. Quería resaltar mis rasgos naturales y mostrar mi confianza interior. Cada pincelada era un recordatorio de que estaba lista para enfrentar cualquier desafío que se presentara en mi camino.
Mientras me miraba una vez más en el espejo, una mezcla de emoción y determinación llenó mi corazón. Sabía que este día marcaría el comienzo de una nueva etapa en mi vida, llena de aprendizaje, crecimiento y oportunidades emocionantes. Estaba lista para salir y enfrentar el mundo, lista para compartir mi pasión por la música con el resto del campus de la UMNY.
Bajé las escaleras hacia la cocina y encontré a mi mamá ocupada preparando el desayuno. El aroma del café recién hecho llenaba la habitación, despertando mi apetito y añadiendo un toque de calidez a la mañana. Mi padre, sentado en la mesa, estaba concentrado en la lectura de su periódico matutino.
- Mamá, papá, ¡hoy es el gran día! - exclamé emocionada mientras me acercaba a ellos. - Estoy tan emocionada por mi primer día en la UMNY. ¡No puedo esperar para sumergirme en el mundo de la música y aprender de los mejores profesores!
Mi mamá me miró con ternura y orgullo en sus ojos.
- Isabella, hija, estamos muy orgullosos de ti. Sabemos que has trabajado duro para llegar hasta aquí. Estamos seguros de que tendrás éxito y te convertirás en una talentosa músico.
Mi padre dejó de leer su periódico y me sonrió.
- Isabella, recuerda siempre seguir tus pasiones y nunca dejes de aprender. Estamos aquí para apoyarte en cada paso del camino.
Me sentí abrumada por el amor y el apoyo de mis padres. Sus palabras de aliento me dieron un impulso adicional de confianza y determinación. Sabía que no importaba lo que sucediera en mi primer día de clases, tenía el amor y el apoyo incondicional de mi familia.
Después de un delicioso desayuno en familia, me despedí de mis padres y me dirigí hacia la puerta de entrada. Estaba lista para enfrentar el día y comenzar esta nueva y emocionante etapa de mi vida.
Subí a mi auto y me dispuse a irme a la universidad, estaba tan emocionada por comenzar mi primer día de clases que no vi que un auto se cruzó el semáforo en rojo y chocó con el mío.
Me bajé rápidamente dispuesta a gritarle al que estaba conduciendo el otro auto, cuando veo que se baja un chico, cabello azabache, ojos cafes hermosos. ¿Quién es este adonis?
- Disculpe, señorita - dijo apenado. - Venía distraído.
Estaba sumergida en mis pensamientos. ¿De dónde salió este dios griego?
- ¿Se encuentra bien? - pregunta el chico, pues todavía no he dicho nada.
- Estoy... estoy bien - digo tartamudeando.
¿Qué me pasa? ¿Por qué estoy tan nerviosa? - pienso.
- ¿Está segura? Parece nerviosa. ¿Quiere que la lleve a un hospital? - dice preocupado.
- No, no hace falta - digo rápido. - Tengo que irme, para la próxima fíjese en los semáforos - sugiero.
- ¿Podría darme su número? - pregunta.
- Lo siento, no acostumbro a darle mi número a desconocidos - digo y me subo en mi coche y me dirijo a la universidad.
Llegué a la universidad y me encontré con mi mejor amiga Anabella. Somos amigas desde los 5 años, nos llaman las chicas Bellas. Yo soy Isabella y ella es Anabella.
Cuando vio mi auto chocado, me preguntó qué me había pasado.
- ¡Isabella! ¡Dios mío, tu auto está destrozado! ¿Qué te ha pasado? - exclamó Anabella con preocupación en su voz.
Suspiré y le expliqué lo que había sucedido.
- Fue un accidente. Un auto se pasó el semáforo en rojo y chocó con el mío. Por suerte, estoy bien, solo un poco nerviosa.
Anabella frunció el ceño y puso una mano en mi hombro.
- Oh, Isabella, lo siento mucho. Debe haber sido aterrador. Pero lo importante es que estés bien. ¿Has llamado a la policía para reportar el accidente?
Asentí y le aseguré que todo estaba bajo control.
- Sí, llamé a la policía y ellos se encargaron de todo. Ahora solo tengo que lidiar con los trámites del seguro y reparar mi auto - dije, tratando de ocultar la verdadera razón de mi nerviosismo.
¿Qué se supone que debía decirle? ¿Que me bloqueé al ver al dios griego que me chocó? ¿Que el chico que me chocó parecía un adonis esculpido a mano?
Anabella me abrazó con fuerza.
- Estoy aquí para apoyarte en lo que necesites, amiga. Si necesitas ayuda con los trámites o cualquier cosa, cuenta conmigo.
Sonreí agradecida por su amistad incondicional.
- Gracias, Anabella. Eres la mejor amiga que alguien podría tener. Tu apoyo significa mucho para mí.
Nos dirigimos juntas hacia el edificio de la universidad, compartiendo risas y recuerdos en el camino. A medida que caminábamos, Anabella me animó a seguir adelante a pesar del contratiempo con mi auto.
- Isabella, recuerda que los obstáculos son solo eso, obstáculos. No dejes que este accidente arruine tu primer día de clases. Eres una talentosa músico y estoy segura de que triunfarás en la UMNY.
Sus palabras me llenaron de determinación y confianza.
- Tienes razón, Anabella. No dejaré que nada me detenga en mi camino hacia mis sueños. Gracias por estar siempre a mi lado.
Continuamos nuestro camino hacia la universidad, listas para enfrentar el día con entusiasmo y determinación. Sabía que con Anabella a mi lado, cualquier desafío que se presentara sería más fácil de superar.
Mi primer día en la universidad fue maravilloso. A las 7 am, tuve Interpretación Musical, ya sea instrumental o vocal, con la profesora Valentina Montenegro. A las 8 am, tuve Teoría Musical con el profesor Maximiliano Soto. A las 9 am, Historia de la Música con la profesora Isabela Cordero. A las 10 am, Etnomusicología con el profesor Mateo Ríos. Y a las 11 am, Tecnología Musical con la profesora Catalina Delgado. Solo me faltaba la clase de Composición Musical con el profesor Lucas Alejandro Mendoza.
Me dirigí al aula y me senté en el primer asiento, esperando que llegara el profesor. Saqué mi guitarra y comencé a afinarla, sumergiéndome en la música, cuando de repente escuché que la puerta se abría y entraba el profesor.
- Buenos días, jóvenes - dijo el profesor mientras ingresaba. - Bienvenidos a la clase de Composición Musical.
Me quedé sorprendida cuando lo vi. Era él, el chico que había chocado mi auto. Aún no me había visto, estaba ocupado escribiendo su nombre en el pizarrón.
- Ese es mi nombre - dijo mientras continuaba escribiendo. - Espero poder ayudarles mucho en esta materia, ya que es muy...
Se volteó y quedó en shock cuando me vio, tragando saliva. Yo aparté la mirada de inmediato y él continuó hablando.
- ...interesante - dijo, tratando de ocultar su sorpresa.
En ese momento, sentí una mezcla de emociones. Por un lado, estaba emocionada por comenzar la clase de Composición Musical, una materia que siempre había deseado explorar. Por otro lado, sentía cierta incomodidad al encontrarme en la misma habitación que el chico que había chocado mi auto. Traté de mantener la calma y concentrarme en la materia, pero no pude evitar preguntarme cómo sería tener al profesor Lucas Alejandro Mendoza como mi guía en este viaje musical.
A medida que avanzaba la clase, el profesor Mendoza demostraba su pasión por la composición musical y su profundo conocimiento en el tema. Cada explicación y ejemplo que compartía despertaba mi curiosidad y me inspiraba a explorar nuevas formas de expresión a través de la música. A pesar del incómodo encuentro inicial, pude percibir su dedicación y compromiso con la enseñanza.
En las clases anteriores, cada profesor había dejado una impresión única en mí. La profesora Valentina Montenegro irradiaba energía y entusiasmo, motivándonos a explorar nuestras habilidades musicales al máximo. El profesor Maximiliano Soto, con su profundo conocimiento teórico, nos desafiaba a comprender la estructura y la esencia de la música en su forma más pura. La profesora Isabela Cordero nos transportaba a través de la historia, conectándonos con las raíces y evolución de la música a lo largo de los siglos. Y el profesor Mateo Ríos nos invitaba a explorar y apreciar la diversidad musical de diferentes culturas alrededor del mundo.
Cada uno de estos profesores despertaba en mí una pasión renovada por la música y un deseo de aprender y crecer como músico. A pesar de los desafíos y contratiempos, me sentía emocionada y agradecida por esta oportunidad de sumergirme en el mundo de la música en la Universidad Musical de Nueva York. Sabía que este sería un viaje lleno de descubrimientos, aprendizaje y crecimiento personal, y estaba lista para enfrentarlo con determinación y entusiasmo.