—¡Pequeño Siete, sal rápido! —Liulang urgió.
Wei Ting también sintió claramente la intención de matar proveniente del bosque. Por primera vez, no se burló de Wei Liulang por finalmente llamarlo Pequeño Siete.
Se estabilizó y miró en la dirección de la voz con una expresión solemne. Preguntó:
—Sexto Hermano, ¿qué es eso?
—Monstruo —Wei Xiaoqi bajó de un salto de la copa de un árbol y dijo con voz ronca—. ¡Sal rápido. No dejes que te descubra!
—¿Te lesionó eso? —Wei Ting preguntó fríamente.
—No —dijo Wei Liulang.
El monstruo parecía haber sentido que alguien había irrumpido en su territorio. Rugía mientras se apresuraba hacia ellos.
Wei Ting frunció el ceño.
El rugido del monstruo era muy extraño. No parecía ningún animal que hubiera visto. No podía ser humano...
Sin embargo, si una persona soltara ese grito, sería todavía más increíble.
Wei Ting dijo seriamente:
—Sexto Hermano, sigo sintiendo que hay algo adelante.
Mientras más peligroso era un lugar, más oculto estaba.
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