Capítulo 46: Aventuras pervertidas

simón

Rob no abrió la puerta cuando toqué el timbre, pero la puerta estaba abierta, así que entré. Él estaba en la cocina, como siempre, bailando una canción. Él no me había escuchado ni visto todavía, así que lo miré por un rato con una gran sonrisa en mi rostro. Parecía tan feliz.

"¿Me permite esta pieza?" Yo pregunté.

Se puso rígido por un milisegundo, claramente sorprendido, pero luego se dio la vuelta y me envolvió en sus brazos.

"Puedes tener lo que quieras", susurró, colocando un suave beso en mis labios.

Profundicé un poco el beso.

Lo soltó después de unos minutos y volvió al plato en el que estaba trabajando. No tenía idea de lo que había hecho, pero olí a mantequilla y ajo, y fue divino.

“Siéntate, nena”, me dijo. "Ya tengo aperitivos en la mesa y algo de champán".