—¡Sss! —Al oír esas palabras, las cinco personas tomaron aire con una inhalación aguda.
—¿Usar su propia fuerza para matar a todos en un castillo? ¿Y aún así osar desafiar a la Alianza de la Libertad, después de haber matado a tantos de ellos? ¿Quién demonios era esta persona?
—Dejando de lado cuál era su fuerza, ¡solo la audacia ya era excepcional!
Eric Holmes entrecerró los ojos, sin querer preguntar de nuevo:
—¿Están seguros de que el objeto está realmente en posesión de esa persona? ¿No habrán encontrado intencionalmente un chivo expiatorio para montarnos un teatro, verdad?
Tan pronto como habló, los otros cuatro líderes también miraron al mayor con sospecha, sus miradas llenas de dudas.
—Si el objeto estuviera con nosotros, ya nos habríamos cubierto la retirada con aviones de guerra hace tiempo, ¿para qué íbamos a perder el tiempo aquí con ustedes? —dijo el mayor con una sonrisa amarga.
—Esto... —Al pensarlo mejor, había algo de sentido en sus palabras.
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