Alfa Denzel besó la nuca de ella, haciéndola relajarse lo máximo posible antes de que otra contracción comenzara.
Trabajaban juntos como un equipo, como si él supiera exactamente por lo que ella estaba pasando. Sus gestos estaban sincronizados con lo que ella necesitaba en ese momento, y sus palabras eran el combustible.
—Hagámoslo juntos, mi amor. —Él sentía la tensión de su vientre, su nerviosismo, dolor y todo lo demás. Ella podría no tener a su lobo, pero él fácilmente se ponía en su lugar.
Esta era su pareja, la única mujer que había tenido en su cama. Si alguien la conocía mejor, ese era Alfa Denzel.
Sabiendo cuán intensos se habían vuelto sus dolores, él intentaba todos los medios para relajarla, incluyendo recordarle su fuerza.
—Recuerdo a esa mujer que caminó sobre brasas y mató a todos esos hombres incluso cuando su lobo murió. Podemos hacer esto, ¿verdad? —preguntó entre respiraciones profundas, Valerie asintió con la cabeza, forzando una sonrisa.
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