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02. El baile

Luken miraba hacia el cielo, un espacio muy despejado con un color celeste brillante, casi no había nubes alrededor, hacía un calor… Soportable… Se podía contemplar el brillo del sol, observando de reojo para no quedar sin vista.

Al pensar y tratar de recordar el baile en el que había estado, se sintió mareado, la debilidad de su cuerpo no le ayudaba a estar cuerdo.

Con dolor, desde las plantas de los pies hasta la cabeza, era muy difícil estar tranquilo, sin embargo, la desesperación de entender lo que había ocurrido lo mantenía alerta constantemente, era lo único que tenía en ese momento. 

Al mantener la mente con tanto estrés, y estar descifrando si las memorias que le venían a la cabeza eran ciertas o fantasías, sentía un constante mareo y, por consiguiente, aumentaba el dolor de cabeza, hasta el punto de nublar la mente. Cuando se empezó a calmar el dolor que sentía, su mente comenzó a trabajar con tranquilidad y fluidez.

Empezó a recordar la noche del baile de gala en la residencia del Barón Antonio Arlington había sido una de las más memorables en la pequeña ciudad de Belden. Todos los invitados habían quedado impresionados por la elegancia y el lujo de la mansión del Barón. El salón de baile estaba decorado con lámparas de araña y cortinas de seda. La música de la orquesta en vivo llenaba el aire y los meseros servían champán a los invitados.

A la fiesta acudieron bastantes personas, se encontraban personas jóvenes, adultos con sus parejas, había personas ya mayores de edad, acontecía una gran variedad de invitados. Estaba el palacio a reventar y, sin embargo, él no era uno de los invitados… Se encontraba dentro de la fiesta como un informante, trabajaba para un grupo que buscaba encontrar pistas que vinculen al Barón con actos delictivos y llevarlo ante la justicia.

Entre los problemas que deseaban encontrarlo culpable era la desaparición de algunas mujeres jóvenes que habían trabajado anteriormente para él, lamentablemente no se encontraron cuerpos con o sin vida. También estaba el detalle que las mujeres no solo trabajaban con él, varias tenían trabajos fuera de horario, y muchas trabajaban en comercios que atendían hasta altas horas de la noche. Por lo que estaban expuestas a cualquier atraco o peligro que pudieran encontrar.

Luken estaba vestido con un traje de color negro, tanto saco como pantalón, chaleco color gris oscuro, camisa color blanco y corbatín color negro, el sombrero de copa color negro.

Camino tranquilamente hacia un caballero solitario, quien se encontraba con la mirada hacia los demás invitados.

—Elegante fiesta… —hizo mención Luken al caballero, esperando que le respondiera, tratando de hacer conversación. —¿No le parece?

—Así lo parece mi amigo, no hay mejores a las ofrecidas por el Barón —mencionó el caballero, una persona alta y delgada, pero sin prestarle mucha atención a Luken.

Ambos se quedaron callados por un breve momento, Luken sabía que, si no hablaba, perdería más que tiempo en ese lugar. Tenía que hablar sobre algún tema en particular.

—Cuénteme… ¿Qué piensa de los invitados? —volvió a conversar Luken, tratando de seguir adelante con la plática. 

Esta vez el caballero lo ve de pies a cabeza, con una mirada extraña, sus ojos delataron su incomodidad antes la pregunta.

—No lo sé… —fue lo único que respondió el invitado. —Con su permiso, me retiro.

El caballero, dándose media vuelta, empezó a caminar tranquilamente, alejándose de Luken, quien se quedó tranquilamente en el mismo sitio.

A Luken no le pareció extraño su comportamiento. Se dio cuenta de que había formulado la pregunta incorrecta, pero ya estaba hecho. Ahora debía de cambiar su forma de conversar para poder seguir en la fiesta y no levantar sospecha.

En este momento, se dirigió a la mesa de los bocadillos, con la intención de pasar un tiempo tranquilo, meditando que debía de hacer y que debía de preguntar para obtener alguna información. 

La mayor parte de los invitados están hablando en grupos tranquilamente, algunos están sentados, observado y disfrutando del ambiente, por más que se esfuerza Luken en buscar al Barón Antonio Arlington, este no se encuentra entre los invitados. Es como si el anfitrión hubiera realizado una fiesta, y no estuviera invitado a participar. Era una situación extraña.

La música no paraba de sonar, una melodía para deleite de los oídos, nada estridente, era más que todo, para ambientar el lugar. Entre los instrumentos que más se admiran eran los violines, los cuales llevaban el ritmo de la música.

El ambiente estaba tranquilo, la música invadía el ambiente tranquilamente. De un momento a otro, el sonido de la música cambió hacia una melodía más tranquila y la luz cambió de intensidad. Esto desconcertó a todos los invitados, quienes empezaron a voltear sus cabezas buscando algún motivo para el cambio.

Todos los invitados estaban desconcertados, hasta que en un momento se iluminó una parte del segundo nivel. Desde un balcón, se asoma el Barón Antonio, con expresión desafiante, viendo hacia todos los invitados. Vestía con un pantalón color blanco, al igual que su chaleco y camisa, un saco color negro y un sombrero de copa negro brillante, en su mano tenía un bastón recto color negro, la punta y la empuñadura era color dorado brillante.

Junto a él se encontraba una bella joven dama, tenía puesto un vestido grande color verde, hombros los tenía cubiertos, el vestido llegaba al cuello, en medio era color dorado, en el rostro se veía una mirada penetrante, pero, en cambio, a la del Barón, ella trataba de buscar una persona. Por la lejanía en que se encontraba era muy difícil distinguir el movimiento de los ojos, unos ojos cafés claro. 

Luken quedó sorprendido por la belleza de la joven, y al mismo tiempo quedó extrañado. Mil y una preguntas le empezaron a dar vueltas por la cabeza. Al igual que muchos jóvenes que estaban en la fiesta, se quedaron con la boca abierta al observar la escena del balcón.

«Pero ¿quién será la joven y por qué se encuentra con el Barón?», se preguntó sin saber qué responder.

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